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Las feministas dónde están, ¿dónde están?

Por: Ghina Castrillón Torres.

Politóloga feminista



Aquí estamos las mujeres feministas y no tenemos la responsabilidad de corregir el comportamiento de hombres que actúan de manera inapropiada o violenta. La responsabilidad es del Estado y de aquellos que ejercen la violencia, como por ejemplo los congresistas Miguel Polo Polo y Jota Pe Hernández.


Durante el fin de semana los congresistas Polo Polo y Jota Pe fueron objeto de críticas en redes sociales debido a un video publicado por Beto Coral durante el concierto de Maná en Bogotá, en el que aparentemente acosaron a una mujer. Aunque Polo Polo respondió de la peor manera posible, como suele hacer él, lo que me llama la atención es que algunos personajes en las redes sociales aprovecharon la polémica para señalar a las mujeres congresistas que abanderan temas feministas esperando a que se pronunciaran y rechazaran el hecho.


Frente a esto, aprovecho para recordarles que el comportamiento inapropiado de algunos hombres no es responsabilidad de las mujeres. Culparnos o exigirnos respuestas por los actos de los hombres es un claro ejemplo de cómo se desconoce la verdadera naturaleza del problema. En lugar de desviar la atención hacia las mujeres, debemos centrarnos en abordar las causas profundas de la violencia de género y responsabilizar a quienes ejercen las violencias.

No voy a negar que algunas mujeres pueden ser permisivas, o hasta encubridoras, con las acciones violentas de los hombres, y, esto implica entender que existen casos individuales que no responden a las apuestas del feminismo.


Pero señalar a las congresistas, medirlas y calificarles su feminismo por no salir a "reprender" los actos de estos hombres es una práctica que refuerza estereotipos de género. Esta forma de actuar desvía la responsabilidad de los agresores y contribuye a la impunidad de los actos violentos. Que otros hombres les digan a las mujeres qué deben decir por las acciones de los hombres atenta contra nuestra autonomía y nuestra dignidad, generando un ciclo de revictimización que obstaculiza las acciones realmente centrales.


Ante cada situación como éstas, siempre salen preguntas como que ¿en dónde están las feministas cuando bla bla…? ¿qué dicen las feministas por bla bla…? ¿qué clase de mamá cría así bla bla…? Sin embargo, es importante reconocer que las feministas aquí estamos y no hemos parado de luchar por transformar la realidad que nos pone en riesgo en conciertos, en el trabajo, en la política, en el hogar, en todo lado. Asignarnos toda la responsabilidad de reprender estos casos es insensato y simplista.


La tendencia en redes ante estos casos debe concentrarse en pedirle a los órganos de control y judiciales investigar los hechos, porque es el Estado quien tiene la responsabilidad de protegernos y garantizar nuestros derechos.


Mi intención, en este momento, no es defender ni juzgar a las mujeres que deciden callar ante algunas situaciones, entendiendo que son tantas las cosas terribles que nos pasan que no acabaríamos nunca, y también reconociendo que en muchos momentos hay silencios que corresponden a intereses políticos. Mi intención es decirles a todos los demás que no somos menos feministas si eventualmente callamos.


El patriarcado nos obliga a callar, pero luego nos juzga por decidir cuándo hablar.

 

A los hombres que posan de aliados: su feministómetro también es violento.

 

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