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LA GENTE DE ODIO Y EL 1 DE MAYO

Por: Guillermo Linero Montes




En la marcha del pasado 21 de abril, quedó muy claro que, si el gobierno garantiza la seguridad de los marchantes, los vándalos poco pueden hacer. Sin embargo, quedó también muy clara la sagacidad de la “gente de odio” -esa que se autodenomina “gente de bien”- para discriminarse de la “gente buena”, de la gente que ama.


El día 1 de mayo, desde 1886 ha sido tradicionalmente una coyuntura para que los trabajadores eleven sus quejas sin miramientos, y para que los desfavorecidos en el juego deshumano de la inequidad, y para que la gente avasallada por la perversidad de quienes se creen únicos dueños del mundo, tenga la oportunidad de salir a marchar en protesta por los derechos negados tanto por gobiernos déspotas como por empleadores abusivos.


La marcha de este 1 de mayo, en esta ocasión será significativa, en cuanto dejará ver quiénes y qué cantidad de población, hacen parte de la que yo denomino “la gente buena”, la gente capaz de amar. No obstante, este 1 de mayo los campesinos no saldrán a arriesgar sus vidas, mientras reclaman por el maltrato histórico al que han sido sometidos, precisamente, por la autodenominada “gente de bien”, y no será así porque saldrán a defender a un gobierno y a un presidente que por primera vez en la historia política nuestra, le abre las puertas al reconocimiento como ciudadanos y personas dignas de un trato afectuoso.


Los trabajadores, entre ellos profesores y empleados de la salud y de la banca, no saldrán como siempre lo han hecho, a elevar pancartas con pliegos de petición que nunca les han suplido y, por primera vez, no tendrán ni siquiera que pintar las paredes, ni protegerse con pañuelos de los gases lacrimógenos; porque hoy cuentan con una fuerza policial y un cuerpo de seguridad e inteligencia estatales que ya ha demostrado su capacidad para actuar bajo el principio de las buenas acciones.


Este 1 de mayo no saldrán los estudiantes a gritar sus desahogos, porque no tienen empleo y se les niega la educación o se les proporciona de manera perversa y excluyente; sino saldrán -sabiendo que no les arrancarán los ojos por protestar- a festejar que hay un gobierno y un presidente empeñados en darles empleo y proporcionarles una educación excelsa y gratuita.


No saldrán los obreros a desahogarse con arengas subversivas, porque los explotan laboralmente y no les dejan espacio para compartir con su familia; sino saldrán a respaldar a un gobierno y a un presidente que han puesto sobre la mesa reformas que eliminan esos vicios impuestos tradicionalmente por la “gente de odio”.


Este 1 de mayo, será una suerte de fiesta nacional, cuyo motivo central ya no serán las reclamaciones por los derechos negados, sino la expresión de agradecimiento a un gobierno y a un presidente que están desmontando las inequidades. En fin, este 1 de mayo saldrá la gente buena, la gente que ama, a decirles a esos pocos que odian, su firme decisión de no dejar sólo al presidente y a poner en claro que, de haber un golpe de estado contra Gustavo Petro, el pueblo lo remplazará para continuar con su proyecto.


Este 1 de mayo, será muy fácil visualizar que ya no le queda espacio político a la auto denominada “gente de bien”, a la que miente, roba y mata, ni tampoco les queda audiencia ni seguidores, excepto los conseguidos con noticias mentirosas fabricadas por aquellos medios de comunicación que se han convertido en megáfonos de sus propósitos criminales y en la primera línea del mal.

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