Por: Nataly Triana y Laura Fajardo, Asistentes de Investigación
Línea Democracia y Gobernabilidad
Con la elección de Gustavo Petro como presidente se abrieron las posibilidades de reanudar las relaciones diplomáticas con el gobierno venezolano de Nicolás Maduro, tras siete años de cierre de la frontera. Sin embargo, aunque la voluntad política de entablar los diálogos sea fundamental, la frontera colombo-venezolana enfrenta complejidades profundas producto del cierre fronterizo, por lo que se requerirá más que voluntad política para generar un ambiente de bienestar para los habitantes de la frontera.
Las complejidades
La frontera entre Colombia y Venezuela concentra tres pasos fronterizos: Cúcuta-San Antonio de Táchira, Maicao-Zulia y Arauca-Apure, cuyo cierre oficial intensificó las dificultades económicas y alimentó las condiciones para el fortalecimiento de mercados y actores ilegales que con el paso del tiempo consolidaron dinámicas que se insertaron en la vida cotidiana de los habitantes fronterizos.
Esta confluencia de factores y condiciones serán fundamentales para las negociaciones con el gobierno de Nicolás Maduro, pues luego de que se restablezcan las relaciones y se abran nuevamente los pasos oficiales, será tarea de largo aliento la suma de esfuerzo y la formulación de políticas capaces de responder a las necesidades de estas zonas. Las trochas, la presencia de actores armados y las dinámicas históricas de contrabando son parte de esta complejidad fronteriza.
- Las trochas
Tras la ruptura de las relaciones diplomáticas y el cierre de los pasos oficiales, y en medio del incremento en el flujo migratorio de venezolanos hacia Colombia, se abrieron caminos de herradura a lo largo y ancho de toda la frontera. Sin embargo, la total ausencia de presencia estatal colombiana y venezolana, junto al carácter informal de estos pasos, consolidó en las regiones dinámicas ilegales reflejadas en el flujo de mercancías, personas, armas, etc.
El tránsito por estos pasos ilegales suele hacerse bajo el cobro, voluntario o extorsivo, del acompañamiento en el paso, la carga de las mercancías, la autorización del grupo armado para el tránsito, etc. Además, el paso es dinamizado por “trocheros”, personas dedicadas a transportar mercancías de contrabando y cobrar los costos del tránsito. Su labor es una actividad de subsistencia y, debido al paso masivo de personas y bienes, se volvió una oportunidad de ganar dinero para los sectores más empobrecidos de la frontera.
Con el paso de los años y la falta de voluntad política para concertar entre gobiernos el problema creciente, las trochas se convirtieron en espacios cotidianos para la extorsión, la configuración de rutas de narcotráfico, la trata y el tráfico de personas, el contrabando, la desaparición de personas y la presencia de grupos armados como cuerpos de vigilancia y control.
La necesidad de seguir cruzando las fronteras y la economía de subsistencia en torno a las trochas, hicieron de estos pasos y sus prácticas la norma y naturaleza del tránsito, a tal punto que se constituyeron como un factor cultural y económico que no se eliminará solamente con la apertura de los pasos oficiales.
Además, las rentas económicas de las actividades como el narcotráfico, el tráfico de armas, el contrabando, etc., dejan amplios márgenes de ganancia para los grupos armados y las redes criminales que operan en la región, economías que no desaparecerían de forma automática con la apertura de los cruces formales y aún menos cuando no hay estímulos aduaneros ni comerciales para desincentivar las economías ilegales.
- Las relaciones con la Guardia Nacional Bolivariana (GNB)
En el marco del cierre de fronteras, las fuerzas militares de ambos países operan tensamente en cada uno de los territorios. Sin embargo, hay denuncias ciudadanas que señalan presuntos comportamientos irregulares por parte de la GNB, como el cobro informal de dinero por el tránsito en puestos de control o por el uso de medios de transporte público, como buses o taxis.
Recientemente, durante las jornadas electorales en Colombia, ciudadanos colombianos que viven en Venezuela e intentaron cruzar hacia los puestos de votación dispuestos en la frontera denunciaron presuntos abusos y controles excesivos por parte de la GNB.
Sin duda, parte de los acuerdos y las negociaciones deberán evaluar y proponer mecanismos para que los cuerpos armados en cada país actúen en consecuencia con los derechos humanos y el cumplimiento de sus fines misionales relativos a la seguridad y la sana convivencia.
- La presencia de los grupos armados
El cierre de relaciones diplomáticas y tránsitos oficiales intensificó la porosidad de la frontera colombo-venezolana, abonando a las condiciones para que grupos armados ilegales como la guerrilla del ELN sumaran amplios márgenes de movilidad y despliegue de actividades militares. La presencia de otros grupos armados, como las Disidencias de las FARC o los grupos relacionados al Clan del Golfo, contribuye a que los espacios fronterizos se hayan convertido en lugares de refugio, crecimiento y disputa de los distintos grupos armados.
A su vez, operan otro tipo de grupos diferentes a los grupos guerrilleros, como Los Rastrojos o el Tren de Aragua, grupo delincuencial venezolano que operaba en ciertas zonas de Caracas y que en estos últimos cuatro años ha logrado extender sus redes de crimen hasta Bogotá. Estas condiciones de disputas dejan a la población civil en medio del fuego cruzado y crean contextos de miedo e inseguridad que impiden el progreso económico y social de la región.
- El contrabando
Históricamente los espacios fronterizos con Venezuela han sido zonas aptas para el tráfico y el intercambio de mercancías al margen de los parámetros legales. Las dificultades para concertar planes económicos y aduaneros capaces de hacerle frente a esa ilegalidad han contribuido a la naturalización del contrabando como parte esencial de las dinámicas comerciales entre los países. Sin duda, la conformación de un bloque económico y el establecimiento de incentivos para los comerciantes y todos los involucrados en los flujos mercantiles, serán claves para reducir el paso de mercancías por caminos ilegales o de contrabando.
- Las condiciones de salud que habitan las fronteras
La pandemia del Covid-19 y las difíciles condiciones de migración y permanencia de la población venezolana en Colombia reveló las aguda crisis de salud que enfrenta el país vecino, sobre todo en materia de esquemas de vacunación, prevención y protección a poblaciones vulnerables, como las niñas y niños, o las madres gestantes.
Aunque desde el Gobierno colombiano y entidades multilaterales de apoyo internacional se realizaron jornadas de vacunación, atención y prevención de enfermedades, estas condiciones revelan que, más allá de políticas económicas y de seguridad, también son urgentes acciones que propendan por abonar a las condiciones de vida digna de toda la población fronteriza.
Los retos
La reapertura en términos económicos entre ambos países implica, en primera instancia, la recuperación de las cadenas de comercialización. Esto teniendo presente que la suspensión del comercio bilateral formal llevó a la ruptura de las relaciones comerciales legales y, tras la crisis económica en Venezuela, de las relaciones de complementariedad de ambas economías. De acuerdo con la Cámara Colombo Venezolana, la balanza comercial se ha desequilibrado a favor de Colombia como respuesta a la reducción de las capacidades productivas del sector petrolero, petroquímico y siderometalúrgico del país vecino.
Esta reactivación también requiere de una estabilidad jurídica para los inversionistas, lo que significa unos acuerdos arancelarios que reduzcan el contrabando e incentiven no solamente la inversión, sino la competencia transparente. Por ende, que se eliminen las presuntas prácticas de legalización de mercancías provenientes del contrabando desde el SENIAT.
El restablecimiento de las relaciones debe llevar a acciones conjuntas que permitan garantizar no solamente los acuerdos arancelarios de intercambio comercial, sino igualmente mecanismos conjuntos de mantenimiento de una infraestructura común que permita la integración económica y social, como lo son puentes internacionales.
Ahora bien, la apertura de la frontera también demanda planes de acción conjunta de seguridad fronteriza entre ambos países, esto implica que se tiene que restablecer la confianza entre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y las Fuerzas Armadas Colombianas (FAC), con el propósito de retomar el monopolio legítimo de la fuerza y reducir la presencia de Estructuras Armadas Ilegales (EAI) y de las economías ilícitas controladas por estas .
Para que esto sea posible es importante que desde el gobierno venezolano se ejerzan acciones que demuestren el fin de la presunta complicidad de miembros de la FANB con EAI como el ELN y, en especial, restablecer la credibilidad de este cuerpo de seguridad, así como del Gobierno Nacional en los estados fronterizos: Zulia, Táchira, Apure y Amazonas. En este punto, el establecimiento de los diálogos de paz y la firma de un Acuerdo posterior entre el ELN y el gobierno colombiano, con el respaldo político de Venezuela, puede resultar un gesto de amabilidad política, pero también de rechazo a la presencia y accionar de grupos armados en territorios fronterizos.
También es fundamental, a la par del restablecimiento del monopolio de la fuerza, que se instauren mecanismos judiciales y de esclarecimiento de la verdad conjuntos que permitan la búsqueda de personas dadas por desaparecidas en su paso migratorio, así como la judicialización de miembros de la Fuerza Pública, actores estatales o personas naturales de ambos lados de la frontera que hayan participado en violaciones del Derecho Internacional Humanitario y/o de los derechos humanos.
Por último, se debe avanzar en las medidas sanitarias que permitan el control epidemiológico del Covid-19 y otro tipo de enfermedades como la poliomielitis, la malaria, la difteria y el sarampión, debido a la porosidad de la frontera y la desigualdad de los índices de cobertura en vacunación de estas enfermedades en cada uno de los países.
La complejidad que habita la frontera colombo-venezolana requiere de lecturas y propuestas que, por un lado, estén en capacidad de diagnosticar y evaluar los fenómenos, pero que, por el otro, comprendan la transversalidad de problemas como el hambre, la inseguridad, la falta de empleo y la pobreza.
Los daños tras tantos años de cierre e informalidad siguen siendo incalculables, pero el compromiso de los gobiernos y la sociedad civil pueden ir tratando una a una las lesiones e ir reconstruyendo las relaciones y las condiciones, aprovechando las potencialidades y rearmando la historia de esta importante región fronteriza.
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