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La alemana que mantiene una de las reservas ecológicas más impresionantes en Colombia, necesita ayuda

Por: Redacción Pares


Fotos tomadas del : El Espectador


Literalmente la familia Büch lo ha dado todo, incluso sus vidas, para preservar una reserva ecológica llamada Meremberg, de 30 hectáreas repartidas entre los departamentos del Huila y el Cauca. En 1974 Matilda Buch, perteneciente a la segunda generación de alemanes que se quedó en el país para preservar una buena parte del bosque de roble, de pino romerón, de orquídeas más impresionante que está en este territorio, fue asesinada por defender uno de los postulados de la reserva: no cazar animales, no talar bosques. Tenía 35 años y sus tres hijos, Dietlind, Gerfried y Svanhild Büch, y su esposo Gunther, no podrían entender que estaba pasando. Svanhild tenía 17 años. Su primera reacción fue hacer lo que había hecho su hermana Gerfried, regresar a Alemania en donde incluso llegó a ser campeona nacional de natación. Pero se quedó.


El primer Büch que llegó se llamaba Karl, un agrónomo de la universidad de Leipzig que llegó al país en 1921, escapando de los estragos económicos que dejaba la postguerra en Alemania. Las imposibles condiciones económicas a las que comprometió Francia a Alemania en el tratado de Versalles arruinaron al país. Así que Karl aceptó el ofrecimiento de la Universidad Nacional para que fuera uno de sus catedráticos. Regresó a Alemania en 1927 pero dos años después, el crack en la bolsa de Nueva York terminó por destruir el país. Se le abrían las puertas entonces a opciones más radicales, como lo que pregonaba un triste cabo convertido en carismático líder de voz chillona: Adolfo Hitler. Así que Karl se establece en Colombia junto con otros alemanes en la década del treinta. En esa época, en Bogotá, conoce a un ingeniero de apellido Cuellar que en ese momento era gobernador del Cauca. Lo contrató para que dirigiera una obra, la carretera La Plata-Popayán que en ese momento se estaba construyendo. Se enamoró del yarumo, del clima. Treinta hectáreas que están ubicadas a 50 kilómetros de la Plata, Huila, exactamente a un lado del cañón del Río San Francisco. Un refugio de aves espléndidas, entre los que se cuentan el cóndor, y de regalos de la naturaleza espléndidos como las orquídeas.


Cuando los primeros Büch se establecen en el lugar, aún era una zona de páramo. Helada, sin energía eléctrica. No había cocina, tenían que preparar los alimentos afuera de la casa en un fogón de madera. Le pusieron Meremberg por un condado que quedaba en Alemania. Quiere decir algo así como un mar de montañas.


Uno de los hijos de Karl, Gunther, peleó en la Segunda Guerra Mundial. Seis años en lugares tan agrestes como el Frente Ruso. Incluso estuvo el día en el que los aliados deciden invadir Europa en el desembarco de Normandía. Recibió heridas. Convaleciente se viene a Colombia junto a su esposa, Matilda, y deciden seguir el legado de conservación de Karl. En los años cincuenta tienen tres hijos, dos regresan a Alemania y se queda al frente de la preservación de la reserva Svanhild Büch, quien además es una notable traductora del Alemán al español y se considera huilense.


Tuvo que soportar momentos muy duros, como el asesinato de su madre y la invasión de campesinos en los años setenta que, alentados por la Reforma Agraria de Carlos Lleras Restrepo, creyeron que podrían quedarse con una parte de la reserva. En los años ochenta se consiguen convenios con universidades como Harvard e inician algo en lo que está muy interesado el gobierno de Gustavo Petro, el de turismo ecológico. El auge de las guerrillas en los años noventa y la irrupción del fenómeno paramilitar hicieron a Gunther tomar la decisión de devolverse para Alemania donde murió en el 2012. Desde hace treinta años Svanhild está al frente de Meremberg, luchando a brazo torcido por conservar sus 93 fuentes de agua, sus bosques primarios y secundarios, o descubrimientos como el volcán Meremberg, o el páramo de la Candelaria. Sus hijos ya regresaron a Alemania y ella se ha quedado sola esperando pasarle la posta a alguien, sobre todo al Estado. Es un refugio importante de monos aulladores, de dantas, de osos de anteojos y a veces anidan cóndores. Existe una cascada llamada La Candelaria que parece sacada de un cuento de hadas. Ya tiene 500 hectáreas pero la preocupación de Svanhild es que, cuando ella cumpla su ciclo vital, no exista alguien interesado en preservar uno de los experimentos ecológicos más sorprendentes en la historia del país. En una época de tanta consciencia ecológica se necesita tener la certeza de que Meremberg prevalecerá en el tiempo.

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