Por: Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación -Pares
Han pasado más de 18 meses desde la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y la entonces guerrilla de las FARC. Un centro de investigación, la Fundación Paz y Reconciliación, ha dado a conocer el balance de la implementación de los acuerdos. Son más de 200 páginas en las que se puede ver de forma territorial cómo avanza la paz.
En todo caso, existen varias temáticas de interés y que han sido objeto de debates en los últimos meses de campaña electoral. Tres hechos marcaron durante el presente año las discusiones alrededor de la paz. Por un lado, el secuestro y posterior asesinato de dos periodistas y su conductor, los tres de nacionalidad ecuatoriana, situación que se produjo en la frontera sur colombiana. El segundo hecho, fue la aparición de unas supuestas pruebas en las cuales se involucraba a un exjefe de las FARC en temas de delitos de narcotráfico luego de la firma de los acuerdos. De hecho, en las últimas horas llegó un pedido de extradición de la justicia norteamericana. El tercer hecho, fue un paro armado que desarrolló la guerrilla del ELN en la región del Catatumbo, frontera entre Colombia y Venezuela. Estos hechos llevaron a que la imagen de la paz se deteriorara y a que fuera acorralada políticamente. Por eso los balances son importantes.
Las conclusiones del informe se podrían agrupar en tres grandes categorías. La primera se refiere al balance del fin de la guerra, cuyos resultados son positivos, increíblemente positivos. Por ejemplo, el secuestro en Colombia está a punto de desaparecer, en el año 2017 se produjeron 180, mientras que en el peor momento de la guerra se llegó a estar por encima de los tres mil secuestros. La mayoría de los secuestros del año 2017 se produjeron por la delincuencia común y la guerrilla del ELN. Igualmente, los afectados por minas antipersonal cayeron a sus niveles más bajos en décadas. En el año 2017 se produjeron 56 hechos, en lo que va del 2018 se han presentado 18 casos, y en su peor momento, que fue el año 2006, se estuvo por encima de las 1200 personas afectadas. Las desapariciones forzadas han disminuido fuertemente y el desplazamiento cayó en casi todos los municipios donde antes operaban las FARC. El balance del fin del conflicto es impresionantemente positivo. Incluso el balance de la dejación de armas es el más alto del mundo, más de un arma por guerrillero desmovilizado. En el informe hay datos para cada uno de los indicadores de violencia asociados al conflicto.
El segundo grupo de conclusiones se refiere a los riesgos del postconflicto, y en esta materia hay temas preocupantes. Valdría la pena mencionar tres. El primero se refiere a brotes de violencia en algunas zonas del país luego de la salida de las FARC. La entonces guerrilla operó en 242 municipios de los 1122 que tiene Colombia. Hay un deterioro complicado de seguridad en 78 municipios, allí diferentes grupos armados ilegales y organizaciones criminales han copado los espacios que antes eran de las FARC. El segundo tema, es la violencia contra líderes sociales de base: 153 han sido asesinados desde la firma de los acuerdos de paz. En otras palabras, cada cuatro días asesinan un líder social en Colombia, no hay democracia que aguante eso. Por último, comienza a preocupar el asesinato de exguerrilleros, casi medio centenar en diferentes zonas del país.
El tercer grupo de conclusiones se refiere a la implementación territorial de los acuerdos de paz. Es decir, todas aquellas medidas que se diseñaron para mitigar las causas estructurales del conflicto armado. El balance aquí es más negativo que positivo, pues si bien varios planes han arrancado, aun su impacto territorial es mínimo, hay desarticulación institucional, poco presupuesto y problemas de planificación. Un sector importante de la sociedad rural de Colombia esperaba un poco más, tenía expectativas altas, pero ahora se siente defraudado. A todo esto se le suma la gran incertidumbre electoral, ya que el candidato de la derecha radical, que puntea en las encuestas, ha dicho que hará cambios estructurales a la paz, lo que para muchos significa que la demolerá.
Publicado en El País
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