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Techos de titanio: sobre el discurso de Claudia López en la Universidad del Rosario

Por: María Victoria Ramírez


Esta columna la dedico a comentar la intervención de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, en el marco del Seminario Internacional Lideresas por la Inclusión Democrática, que tuvo lugar en la Universidad del Rosario en Bogotá los días 02 y 03 de noviembre de 2022, convocado por la Fundación Paz & Reconciliación (Pares), ForumCiv, Ford Foundation, ONU Mujeres, Universidad del Rosario y UR Plurales.


En una intervención de más de 40 minutos, la alcaldesa expuso sus ideas sobre los obstáculos que enfrentan las mujeres en todos los ámbitos y los que ha enfrentado ella misma en su carrera política. Habla de los desafíos para el progreso en materia de derechos de las mujeres y la participación política en el contexto actual y presentó los avances de su gestión en materia de equidad de género en lo que va de su mandato desde el 01 de enero de 2020. Considero esta intervención un material importante, porque combina muy acertadamente, en mi opinión, reflexiones sobre su experiencia política, claramente iluminadas por la perspectiva de género, desde la óptica de una mujer que es consciente de lo que representa como mujer, lesbiana, feminista, de clase media y lideresa política. Dado lo extenso y sustancial de su intervención, me centraré en la primera parte y reservaré para la próxima columna la segunda parte de su disertación.


La alcaldesa abrió su intervención con la siguiente reflexión:


“Nunca he entendido muy bien por qué hablamos de techos de cristal. En mi experiencia lo que las mujeres tenemos son techos de titanio. No sé cuál será el metal más duro de la humanidad. Ese que sea, es el tipo de techo que tenemos las mujeres. Es dificilísimo. Ni son de cristal que son frágiles, ni son de cristal que son invisibles. Son bastante visibles, bastante potentes y muy difíciles de superar, casi que en cualquier escenario o actividad que nos propongamos. Pero justamente en la política y en la participación democrática, lo que mi experiencia personal refleja, en mi vida personal y pública, es donde he tenido más resistencias y más violencias en mi contra. Yo he tenido muchos trabajos en la vida, he trabajado desde muy chiquita: he sido recreacionista, he sido titiritera, he vendido cosas, he limpiado casas, he limpiado baños, he cuidado niños, he trabajado en cosas administrativas, en el sector privado, he sido profesora, he sido periodista, investigadora. Pero solo hasta que fui senadora en el Congreso de la República supe lo que era la violencia machista y homofóbica en un entorno laboral. A mí nunca me habían discriminado ni por ser mujer, ni por ser lesbiana. Hasta que llegué a la política, hasta que llegué al Congreso. Un sitio supremamente machista de un nivel de violencia política, sicológica, verbal, casi física. Un día sin más me coge un senador casi y literalmente me pega”.


Para ilustrar, veamos de dónde viene el término al que hace alusión. "Techo de cristal" se refiere a las barreras a veces invisibles para el éxito que muchas mujeres enfrentan en sus carreras. Este término fue acuñado en 1978 por la escritora, consultora de gestión y activista Marilyn Loden durante un panel sobre las aspiraciones de las mujeres. Ella fue destacada en una serie reciente de la BBC denominada 100 mujeres de la BBC [1].


Avanzando con su intervención, la alcaldesa describe su experiencia como parlamentaria:

“La competencia por la representación democrática es uno de los mundos más hostiles con las mujeres. Es justamente a pesar de esa hostilidad, el mundo que más tenemos que conquistar porque es el mundo desde el cual podemos hacer transformaciones profundas, estructurales y sistemáticas.


En mi experiencia, aún en el Senado, en medio de ese entorno muy machista, con un nivel de violencia política muy profundo, en mi caso, además, se han combinado machismo y homofobia que son dos barreras muy grandes, aún en ese sitio, sobre todo en el período en el que yo estuve entre 2014 y 2018 había muchas menos mujeres que hoy, muchos menos liderazgos sociales, comunitarios, alternativos, de izquierda de los que hay hoy, y aún en ese congreso machista, tan tradicional, de política corrupta, independiente de cualquier ideología, las mujeres con todas las diferencias que hubiéramos podido tener, en esa bancada de mujeres aprendí mucho. Es decir, las mujeres aún con las diferencias que tengamos (ser mujeres no nos hace mejores, es algo que creo, no es una cosa de ADN. Los ciudadanos todos: hombres, mujeres, ellos, ellas o elles pueden ser tan buenos como se lo propongan), pero lo cierto es que la acción colectiva, solidaria, empática de mujeres muy diversas con diferencias muy profundas en muchos temas logran cambios importantes. Esto para decir: ¡Mujeres del mundo uníos! Ese mensaje es más importante que el de ¡Trabajadores del mundo uníos! ¡Sindicalistas del mundo uníos! Aún mujeres diversas que no pensamos igual, que no somos igual de progresistas, que no somos igual de feministas, unidas podemos lograr mucho en el pequeño espacio democrático que tengamos. Así seamos una, dos, tres, cuatro o cuarenta como son hoy en el Senado de la República”.


Resulta sumamente valiosa la exhortación al trabajo colectivo, especialmente en un mundo que pregona permanentemente el ‘sálvese quien pueda’, contraviniendo la evidencia histórica que muestra que la especie humana ha sobrevivido por su capacidad de asociarse para enfrentar los peligros. Pero, además, la alcaldesa rescata el trabajo colectivo de las mujeres en el escenario más hostil para ellas: “nuestro poder no es solo el poder del feminismo, el poder de la individualidad femenina. Nuestro gran poder es el poder de la acción empática, solidaria y colectiva, en medio de las diferencias. No tenemos que ser iguales, no tenemos que pensar lo mismo, no tenemos que ser progresistas. Aún mujeres conservadoras con las que tenemos diferencias profundas desde una visión feminista, si trabajamos colectivamente en lo que nos une, logramos cambios sustanciales y logramos abrirles la puerta a muchas más mujeres y ser referentes para muchas niñas”.


En los debates que hoy se dan en el mundo sobre cómo eliminar las brechas de género, se discuten estrategias para lograr fortalecer o empoderar a las niñas, lograr que tengan confianza en sí mismas y que deseen alcanzar posiciones de liderazgo. Al respecto, la organización Our Little Roses recomienda: “fomente las habilidades de liderazgo dándoles oportunidades para hablar en público, trabajar en equipo y tomar decisiones. Deles espacio para hablar sobre sus miedos, como la crítica o la desaprobación…Al empoderar a las niñas a una edad temprana, ayudarás a crear una nueva generación de mujeres líderes poderosas que no tienen miedo de desarrollar su potencial y realizar sus aspiraciones.” Yo agregaría que exaltar las capacidades y los logros de cada vez más mujeres en los medios de comunicación, en los discursos oficiales, en los textos escolares, etc., expone a las niñas a una realidad que cala en su conciencia, que les indica que el mundo puede ser distinto, que pueden estar destinadas a roles distintos a aquellos asignados históricamente a las mujeres.


En ese sentido, el discurso de Claudia López llama la atención sobre la transformación que se está dando en Colombia por el hecho de que las mujeres estén llegando a ocupar cargos que nunca habían ocupado:


“Hay una cosa maravillosa que está pasando en la medida en que cada vez hay más mujeres en posiciones de liderazgo en Colombia. Yo soy la primera mujer alcaldesa de Bogotá, Francia Márquez es la segunda mujer y la primera mujer afro en ser vicepresidenta de Colombia; los referentes que eso les crea a las niñas es algo maravilloso. No es cuento, filosofía o academia, es de verdad. Es que hoy están creciendo niñas que saben que pueden y quieren ser vicepresidentas, que saben que quieren y pueden ser alcaldesas. Que tienen cinco añitos, o siete o nueve y uno les pregunta y tú que quieres ser y contestan: alcaldesa. Y saben que eso es un trabajo, que es alguien que trabaja en la ciudad, saben que es algo importante y saben que es posible. Cada semilla, cada lugar en donde nosotras estemos, ya sea una organización comunitaria, territorial, social, gubernamental o de representación pública y política, no desperdiciemos un minuto. Hay que aprovechar cada minuto, no solo los resultados de corto plazo que eso crea sino los referentes de transformación de imaginarios, de posibilidades de acciones que eso le crea a las niñas es realmente impresionante. La mujer que dirige una empresa, que dirige una ONG, que tiene una posición de liderazgo público, que representa una causa, todo eso son fenómenos de referencia para las niñas.


Qué me dicen de nuestras chicas superpoderosas, nuestras campeonas del fútbol que vamos a recibir mañana en Bogotá. Qué tal esas niñitas. Qué tal la transformación que están generando en semejante mundo. Después de la política, el siguiente mundo más machista y más masculino es el fútbol. Invertimos miles de millones de pesos en los hombres profesionales del fútbol, no han clasificado ni para el Olaya, las niñas acaban de ganar el campeonato mundial de fútbol sala y acaban de quedar subcampeonas en el mundial de fútbol sub 17. Ninguna selección de hombres ha llegado hasta la final de un campeonato mundial de fútbol. Y lo voy a volver a repetir: ninguna selección de hombres ha llegado hasta la final de un campeonato mundial de fútbol. Las mujeres lo lograron contra todos los obstáculos, contra todo el machismo, sin plata, sin apoyo, sin patrocinio, sin estímulos a punta de pura perseverancia de la gente que se dedicó a promocionar en escuelas de fútbol el fútbol femenino.


En la selección sub 17 que acaba de competir y quedar subcampeona hay cinco mujeres bogotanas. Y esas cinco bogotanas vienen de clubes que llevan 10, 15, 20 años invirtiendo y promocionando el fútbol femenino. Eso no pasó en un día. Clubes de colegios, clubes independientes, clubes comunitarios, algunos clubes públicos. Entonces, cada semillita que se siembra, para dar otro ejemplo, tal vez el más notorio en estos días, cada semillita que se siembra, no tiene reversa. Y eso nos impone muchas oportunidades y desafíos. Hay mucha gente, incluyendo mujeres, a las que ese cambio impresionante del rol de las mujeres en la sociedad las atemoriza un poco, los atemoriza un poco. Y en eso tenemos que ser un poco solidarios y comprensivos. Los cambios en general y los cambios profundos a veces generan temor y resistencias. Si en vez de batallar tuviéramos una actitud más empática y comprensiva, lograríamos mucho más. Yo practico chi kung que es una combinación de meditación y artes marciales orientales y una de las filosofías del chi kung es: usa la filosofía del oponente a tu favor, no la resistas, trata de fluir con su energía y con su fuerza a tu favor. Y a mí eso me parece muy sabio, no solamente para la vida en general, sino para la vida de las mujeres en particular”.


Finalmente, Claudia López llamó la atención sobre la transformación radical que ha sufrido la sociedad con el devenir de los cambios en los roles que desempeñan las mujeres y la necesidad de los sistemas de cuidado. Aunque no hace mención específica al proyecto de ley que hace curso en el Congreso para la creación del Ministerio de la Igualdad, sus reflexiones son oportunas y aportan a la discusión en el sustento ético y pragmático de los sistemas de cuidado, que es una parte fundamental, en mi opinión, del proyecto de ley.


Dijo la alcaldesa, apoyándose en la obra de Yuval Noah Harari, que en la historia del Homo Sapiens que es tan corta (200.000 años), apenas un pestañeo en la historia del universo (13.500 millones de años), las mujeres había tenido, con muy pocas excepciones, solo roles de cuidado, habían estado excluidas de la toma de decisiones y del acceso a espacios de poder en cualquier organización jerárquica que existiera. Solo hasta el siglo pasado, 50 o 60 años, eso ha empezado a cambiar. Apenas tres generaciones de seres humanos vivos hoy han visto este cambio. Es un cambio muy potente que cambió todo, la política, la empresa, la familia porque la mujer está cada vez más al frente. Es quizás el cambio sociológico más profundo en la historia de la humanidad. Y el precio que las mujeres que están viviendo este cambio, que son protagonistas de este cambio, que son todas las mujeres del planeta, es una enorme resistencia y la violencia política, económica, psicológica y física.


Los techos no son de cristal, sino de titanio. El resto de la humanidad no fluye con las mujeres, sino contra las mujeres. Por supuesto, no es un precio que deberían pagar, no es un precio que quisieran pagar, pero no están dispuestas a parar por no pagarlo. Porque las mujeres no se van a quedar en roles domésticos, en roles secundarios, porque ese sea el riesgo que tengan que enfrentar.


“Eso implica que quienes tengan roles de liderazgo de cualquier índole, público o privado, de representación o de liderazgo social deben ser conscientes de que todas las mujeres están corriendo ese riesgo enorme y, por lo tanto, tener sistemas de cuidado es fundamental. El cuidado no es sino la palabra mágica del siglo XXI, y es por eso que el mundo, a pesar de las resistencias, más temprano que tarde, nos va abrir las puertas a circular con nuestra fuerza y no en contra nuestra porque nada necesita más este momento de la humanidad que cuidado. Y no hay un ser humano sobre la tierra mejor en cuidado que las mujeres. 200 millones de años de experiencia en labores de cuidado nos hacen imbatibles en ese atributo”.

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