¡Shhh! Que no digan motosierra
- Ghina Castrillón Torres
- hace 19 horas
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Por: Ghina Castrillón Torres. Politóloga feminista.

Álvaro Uribe sabe muy bien que el lenguaje construye poder, por eso pidió a sus precandidatos del Centro Democrático que eviten usar palabras como “motosierra” o “dar de baja”. Intentando que no se malinterpreten sus mensajes en campaña, pero sabemos que esto corresponde a las estrategias de manipulación a las que están acostumbrados a usar para desviar la atención y que se ajuste la historia a su favor. Pero quienes resistimos, que no estamos aquí para agradar, vamos sostener las palabras incómodas que reflejan la verdad de miles de familias en este país. Las diremos una y otra vez, hasta que no quede duda de lo que ocurrió.
Uribe no quiere que se mencione la palabra “motosierra” porque sabe perfectamente que eso nos remite al símbolo más brutal del accionar paramilitar, el desmembramiento, el terror, el control territorial mediante el dolor. Él quiere que se olvide, porque sabe que ese pasado lo compromete. Que fue en su gobierno cuando más se consolidó la alianza entre sectores del Estado y los grupos paramilitares que usaron la motosierra. Según el Registro Único de Víctimas, entre 2001 y 2005, fue el periodo en el que se produjo el mayor número de víctimas del conflicto armado. Además, la Jurisdicción Especial para la Paz expuso que 6.402 personas fueron ejecutadas extrajudicialmente y presentadas como bajas en combate entre 2002 y 2008.
Por eso, cuando Uribe pide borrar palabras, lo que realmente está intentando es borrar responsabilidades, convirtiendo la narrativa del conflicto en un relato sin cuerpos ni cifras ni nombres. Pero no lo podemos permitir, pues si algo hemos aprendido los sectores alternativos, las organizaciones sociales, las defensoras de derechos humanos y quienes trabajamos por la memoria, es que debemos insistir y repetir las palabras, las cifras, pero sobre todo los nombres de las víctimas, todas las veces que sean necesarias. Porque estas estrategias de las derechas ofenden la dignidad de las víctimas, minimizan el dolor de miles de familias y contribuyen a borrar la memoria.
Detrás de cada uno de los casos vinculados al conflicto armado hay una historia, una madre buscadora, una fosa común por abrir. Mientras ellos maquillan sus discursos, nuestra tarea es la contraria y vamos a repetir esas palabras, a leer los nombres, a sostener los datos. Vamos a enfrentar a quienes niegan, a quienes tergiversan, a quienes pretenden ganar elecciones a costa del olvido, porque sabemos cómo opera la derecha con su cinismo, manipulación, con marañas mediáticas. Precisamente por eso no vamos a permitir que nos ganen el terreno de la memoria.
Las palabras son herramientas de lucha. Y hoy, más que nunca, las diremos en voz alta y las repetiremos las veces que sea necesario.
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