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Salir a las calles: un paso necesario para mejorar nuestra democracia

Por: León Valencia



Este primero de mayo las izquierdas y las organizaciones sociales dieron una enorme demostración de fuerza y organización, pusieron multitudes pacificas en las calles del país y coronaron la jornada con el discurso más desafiante y comprometido del presidente Petro. Es el quinto gran evento del pulso democrático que libran las izquierdas y las derechas en la tercera década del siglo XXI: el primero, "El estallido social"  de abril de 2021, donde se movilizaron siete millones de personas en seiscientos municipios del país; el segundo, las elecciones presidenciales  de 2022 donde sorpresivamente Gustavo Petro conquistó por primera vez la presidencia para la izquierda; el tercero, el trámite de las reformas sociales en el Congreso de la República donde claramente van ganando las derechas en su negativa a conceder los cambios que promueve la izquierda; el cuarto, la gran movilización de las derechas, las fuerzas empresariales y su apoyo social, el 21 de abril de 2024 que llevó a más de cuatrocientas mil personas a las calles; y el quinto, este primero de mayo donde las izquierdas superaron con creces la movilización del 21 de abril. En estos eventos es manifiesta la polarización del país, promovida desde las dos orillas.


Esta polarización política y democrática irrita y espanta a mucha gente, pero si nos podemos la mano en el corazón, si lo pensamos, tenemos que concluir que esto es mucho mejor que la violencia entre liberales y conservadores en los años cincuenta del siglo pasado y mucho mejor que los sesenta años de conflicto armado que libraron las guerrillas y las élites del país, hasta la firma del acuerdo de paz con las FARC. Este pulso democrático entre izquierdas y derechas es una tormentosa transición hacia la normalización de la democracia, hacia la alternación política pacifica, que tanta falta le ha hecho al país. Unos eventos los gana la derecha, otros la izquierda. Debo confesar que soy feliz con estas grandes demostraciones democráticas, más feliz aún, si no están empañadas por dolorosos episodios de vandalismo o de represión y de violencia policial y militar.

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