top of page

¿Puede una granja solar cambiar la historia de una región? El caso del primer Territorio Energético de Colombia.

  • Foto del escritor: John Correa Romero
    John Correa Romero
  • hace 21 horas
  • 3 Min. de lectura

Por: John Jairo Correa




¿Es posible que la transformación de un país comience con un proyecto solar en un pequeño municipio? ¿Podemos hablar de justicia energética si aún hay miles de familias en Colombia que no saben lo que es una factura justa o un servicio continuo? ¿Qué significa realmente “territorio energético” y qué implica para el futuro del Caribe y del país?


Estas preguntas no son retóricas. Son necesarias para que no pase desapercibido en medio del ruido nacional. Porque el 24 de mayo, en Tierralta, Córdoba, se inauguró el primer Territorio Energético de Colombia. Una comunidad históricamente marginada, ahora en el centro de una apuesta por energías limpias. Y aunque parezca un evento técnico o simbólico más, su profundidad política, social y ambiental nos obliga a detenernos y pensar.


De la dependencia a la autonomía: un giro necesario


Durante décadas, las comunidades del Caribe han padecido un sistema energético ineficiente, costoso y centralizado. ¿Es justo que los territorios más pobres paguen las tarifas más altas? ¿Es sostenible seguir dependiendo de combustibles fósiles cuando tenemos uno de los mayores potenciales solares del continente?


Frente a esta contradicción, surge una nueva tesis: los Territorios Energéticos, una estrategia impulsada por el Ministerio de Minas y Energía y FENOGE que busca que municipios, distritos y departamentos gestionen sus propias fuentes de energía renovable, ya sea a través de granjas solares o “canchas energéticas”. Y lo que en principio suena a utopía, en Tierralta ya es una realidad: 500 familias de estratos 1 y 2 recibirán energía más barata, instituciones públicas verán reducidos sus gastos, y la comunidad —por fin— participa no solo como beneficiaria, sino como protagonista del cambio reduciendo costos operativos, y se evitarán más de 200 toneladas de CO₂ al año.


Fuente: MinEnergía


Esto no es menor. En una región como el Caribe, golpeada durante años por tarifas altas, apagones y desinversión, este tipo de iniciativas representa una verdadera bocanada de aire fresco. Más aún cuando se ejecutan con participación local: el 90% de los trabajadores del proyecto en Tierralta son del propio municipio. ¿No es esta, acaso, el sentido de la J de justicia en la Transición Energética Justa?


¿Qué se necesita para replicar esta experiencia?


El programa es claro. Para postularse, un ente territorial debe contar con un predio legalizado de al menos dos hectáreas, con acceso a red eléctrica, y sin restricciones ambientales. O bien, una cancha deportiva disponible para ser transformada en espacio generador de energía. Debe adjuntar certificados de propiedad, uso del suelo, catastro y consumo eléctrico. No hay criterios de priorización. Todo depende de la gestión del gobierno local y su voluntad política.


Aquí emerge una nueva contradicción: el Estado ofrece una herramienta, pero su aprovechamiento depende de liderazgos locales muchas veces debilitados, sin capacidades técnicas ni visión estratégica. Entonces, la pregunta clave es: ¿los territorios están listos para ser protagonistas de la transición energética?


Punto de partida, no de llegada


Este primer Territorio Energético no es una solución mágica. No resolverá, por sí solo, la crisis tarifaria del Caribe ni garantizará la equidad energética en todo el país. Pero inaugura una nueva forma de pensar el sistema energético: desde lo local, desde lo colectivo, desde lo justo.Y, como toda síntesis que emerge del conflicto, abre nuevas preguntas: ¿qué papel tendrán las comunidades en la operación de estas plantas? ¿Cómo se garantizará que la transición no se convierta en una nueva forma de exclusión tecnológica? ¿Qué se está haciendo para asegurar su sostenibilidad a largo plazo?


Fuente: Alcadia distrital de Tierralta


La energía, en últimas, no es solo un servicio: es una forma de organizar la vida. Y, en ese sentido, los Territorios Energéticos son una oportunidad para repensar el país desde abajo, desde lo local, desde lo comunitario. Porque quizás la verdadera transición energética no sea solo técnica ni económica. Quizás sea política, cultural y profundamente territorial. Y quizás, solo quizás, todo esto comience con una granja solar en Tierralta.

bottom of page