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Por fin, por Dios ¡Por fin!

Por: Walter Aldana Político social alternativo


Quienes conocemos la situación alrededor de los cultivos de uso ilícito y las violaciones a los derechos humanos por parte del Esmad, por décadas veníamos solicitando a los Estados Unidos que pusieran control —si no fin— al apoyo financiero brindado a esta unidad especial de seguridad (sin desconocer que para su política de imperio le sirve).


Es por ello que me alegra la noticia publicada, el pasado 24 de septiembre, en el diario El Tiempo: “la Cámara de Representantes [de Estados Unidos] aprobó este jueves en la noche un proyecto de ley en el que se prohíbe que fondos donados por Estados Unidos puedan usarse para la fumigación de cultivos ilícitos en el país”. De igual forma, este proyecto busca el bloqueo de la venta de armamento y entrenamiento para la Unidad Antimotines (Esmad) de la Policía Nacional de Colombia, además de que solicita un informe en “los próximos 6 meses (desde su aprobación) en el que se evalúe la situación de derechos humanos en el país en relación a las muertes que se presentaron durante las jornadas de protesta social en lo corrido del año”.


Yo asistí, en calidad de responsable del programa de sustitución (que no es erradicación), a la presentación de informes, por parte de la fuerza pública en Tumaco y Cauca, sobre “avances” en la disminución de los cultivos. Grandes intervenciones: torticas de colores y cuadritos de columnas donde siempre “gana” el Gobierno la lucha antidrogas, mientras que comentaban sus estadísticas sobre afectación de cultivos sin decir que eran pequeños y pequeñas productoras de hoja de coca, marihuana y amapola. Más adentro de las orillas de las vías carreteables, en esos territorios alejados, grandes producciones se desarrollan, pero claro: es más fácil enfrentar al pequeño (que solo tiene su fuerza de trabajo) que a los grandes, que constituyeron ejércitos para su defensa.


El país vio, a través de redes sociales (y más tarde la CIDH lo corroboró), el abuso no solo del Esmad, sino de los motorizados que “cazaban” a las y los jóvenes casi al terminar las protestas, las pedreas y el uso de armas letales (tipo Venom lanza granadas). Si no fuese cierto, por solo citar un caso, Sebastián Quintero viviría aún con nosotros y sus compañeros en Unimayor contarían en sus aulas con su sonrisa y presencia.


No los engañaban; los gringos se hacían los de la vista gorda. Al fin y al cabo, muchos de sus abogados pactan acuerdos para entregas de narcos y legalizan dinero que va a parar al fisco norteamericano. Yo que creo que aquello de la nueva fumigación siempre fue una mentira, un distractor. Hará falta ver si, finalmente, este proyecto de ley logra materializarse.


* Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona a la que corresponde su autoría y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación (Pares) al respecto.

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