Otra ventana de oportunidades para el ELN
- Germán Valencia
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Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia

El presidente Petro abrió en mayo de 2025 una nueva ventana de oportunidades para negociar la paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Aprovechó la visita protocolaria al Estado del Vaticano, a la posesión del nuevo papa León XIV, para proponerle a este actor armado ilegal la reanudación de los diálogos de paz.
La idea que les dejó el mandatario colombiano, tanto a la guerrilla del ELN como al nuevo papa, fue que estudien con detenimiento la posibilidad de que, el primero, acepte la propuesta de retomar los diálogos prontamente y que, el segundo, ofrezca tanto el acompañamiento a la Mesa de Negociación como el espacio de la Santa Sede para las reuniones de las delegaciones de paz.
Gustavo Petro no quiso desaprovechar la visita al Vaticano para hacer una propuesta que —aunque suene “sacada del sombrero” para algunos— desde hace año y medio ya la venía pensando. Desde comienzos de 2024, cuando estaba a punto de romperse las negociaciones con el ELN, el presidente le había insinuado al papa Francisco I la opción de que este le ofreciera al país su apoyo a la construcción de la paz.
Un apoyo que se desprende, por un lado, del interés del Estado del Vaticano de mediar en la solución de conflictos mundiales —como el actual entre Ucrania y Rusia—. Y, por el otro, por la cercanía ideológica que tiene la guerrilla colombiana del ELN con la Teología de la Liberación, la misma que hizo que varios curas de la Iglesia Católica llegaran a las filas de este grupo subversivo —Camilo Torres, Domingo Laín, Manuel Pérez y José Antonio Jiménez—.
Para la mayoría de los colombianos la invitación que hizo Petro en la Santa Sede es un desacierto. Una propuesta sin mucho tino, que no va a tener trascendencia entre las partes. Consideran que pasar de cuestionar al ELN —como lo hizo en la crisis que se vivió y se vive en el Catatumbo hace tan solo seis meses— y volver a abrir las puertas de la paz es poco sensato.
Además, que no es conveniente, ante la difícil situación que tiene la política de Paz Total, abrir está ventana para que la guerrilla se le burle en la cara. Pues, es muy factible que el ELN mantenga la postura crítica de no querer negociar la paz con este Gobierno, al cual considera incoherente y poco serio en materia de negociación.
Sin embargo, lo que está pretendiendo el presidente Petro es dejar claro que su apuesta por la Paz Total va hasta el final. El mandatario nacional no va a desaprovechar ni el último minuto de su gobierno para insistir en la necesidad de conversar y negociar en torno a la paz como la mejor opción para salir del largo conflicto armado.
También, con la propuesta, está reconociendo al ELN que es un grupo armado que tiene un puesto diferente ante el conjunto de grupos armados en el país. Al menos en tres ocasiones el presidente, vía decretos, le ha reconocido el estatus político al grupo armado ilegal. Y considera que la salida negociada es la opción más válida para quitarle las armas y la membresía que tiene desde hace 60 años.
Otros elementos que, tal vez, está considerando el Gobierno para hacer está propuesta al ELN y el papa son: primero, reconocer el papel tan importante que ha cumplido la comunidad internacional en la construcción de la paz colombiana. Desde la diplomacia por la paz, durante los diálogos del Caguán con las FARC-EP hace más de 20 años atrás, el compromiso internacional no ha parado.
Hoy reconocemos que sin el involucramiento de otros países en los procesos de paz, esto no sería posible. Que el papa se involucre en calidad de garante o acompañante y, además, preste las instalaciones del Vaticano para la negociación, sería caminar sobre seguro para avanzar en la firma de un acuerdo de paz y el fin de la guerra con el ELN.
Igualmente, Petro es consciente que la negociación en otro territorio con el ELN es la mejor opción. Está guerrilla ha insistido en la historia de las negociaciones en involucrar a otros países y a otros territorios extranjeros para negociar la paz. Así lo hizo a comienzos de los noventa con los gobiernos de Venezuela y México; luego, al finalizar el siglo veinte, con España y Alemania; incluso, en el gobierno de Uribe con Cuba.
Es tal la importancia de negociar fuera del país para el ELN y de involucrar a la comunidad internacional, que logró convencer al gobierno Petro de cambiar la dinámica que mantuvo con las FARC-EP. En el proceso anterior, el gobierno de Juan Manuel Santos fue claro que la paz con los farianos se hacía por fuera, para lograr construir la confianza que se deseaba, de allí que la Mesa de Diálogo se instaló en Oslo, Noruega, y luego se trasladó, de forma definitiva, para La Habana, Cuba.
En el proceso actual de paz con el ELN, está agrupación guerrillera logró convencer al Gobierno de la necesidad de involucrar a otros países en las negociaciones de paz. Quería aprovechar la experiencia exitosa con las FARC-EP y el ser considerada la última guerrilla del continente y más antigua; además, el halo político que se le reconoce.
De allí entonces, que los diálogos de paz hayan iniciado en noviembre de 2022 en Cuba, donde se encontraban los negociadores desde 2019, luego de haber estado en Quito, Ecuador. Y después, de manera itinerante, se desplazó a Ciudad de México, La Habana en Cuba, Caracas en Venezuela y Bogotá en nuestro país.
En definitiva, el Gobierno nacional quiere con esta propuesta de reabrir la Mesa de Negociación con el ELN dejar claro que la apuesta por la salida negociada es la mejor opción para el país. También, que la historia ha mostrado que el involucramiento de la comunidad internacional es fundamental para fortalecer y blindar la construcción de la paz en el país.
Finalmente, que de aceptar la propuesta de la Santa Sede sería un acierto para el proceso de paz con el ELN. Pues se estaría logrando elevar dos cometas con el mismo viento: se estarían retomando los diálogos de paz con el grupo en armas más grande del país; y se estaría blindando el proceso con la presencia del Estado del Vaticano, dando seguridad a todas las partes involucradas.
Esperemos entonces que este globo al aire lanzado —como lo dicen algunos— o está apertura de la ventana de oportunidades —como lo decimos otros— tenga eco en las partes que se quieren involucrar. Pues, sea en este gobierno o en los próximos, se va a tener que abrir la posibilidad de negociar la paz con el ELN. Y allí, como en esta ocasión, el involucramiento de la comunidad internacional y de la Iglesia Católica será central para desarrollar el proceso de paz con el ELN.
Reconozcamos que estamos ante una propuesta atrevida o ingenua, como la deseen ver; pero es una apuesta con la que el presidente Petro, a pesar del desaire y prepotencia de la guerrilla del ELN, ha querido con dignidad defender el camino de la paz negociada. Él no quiere desfallecer en la apuesta por la Paz Total, aunque en la actualidad tenga poca favorabilidad. Quiere, a pesar de todo, dejar encendida una vela y señalar e iluminar el camino a seguir.
* Esta columna es resultado de las dinámicas académicas del Grupo de Investigación Hegemonía, Guerras y Conflicto del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.
** Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.