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Nacho, el extorsionista mayor que incendió a Tuluá

Por: Redacción Pares


Fotos tomadas de: El Espectador


El sábado 10 de febrero quedó claro en Tuluá el poder de la banda sicarial La Inmaculada. Imágenes de guerra quedaron en la retina del país esa noche. Siete taxis, dos carros particulares quemados, dos ataques a agentes de tránsito y un supermercado puesto en llamas fue un balance terrorífico para una ciudad sitiada por la violencia. El origen de la asonada fue la detención el pasado 9 de febrero de Mauricio Marín Silva, alias Nacho, capturado un día antes, el 9 de febrero. Nacho, era el segundo de la banda, enfocado en la extorsión de comerciantes en esa ciudad desde el año 2021. Así como en Barranquilla y la Costa Atlántica deben soportar el acoso de los Rastrojos Costeños, buena parte del comercio de Tuluá son azotados económicamente por La Inmaculada.


La primera vez que escuchamos hablar sobre La Inmaculada fue en el 2015. Ese año Faustino Asprilla, el famoso ex futbolista, denunció públicamente a alias Pipe y alias Porrón, dos de sus líderes, de haber ido hasta su casa y pedirle dinero a cambio de respetarle la vida a él y a sus familiares. Desde entonces las autoridades empezaron a indagar sobre la banda. Descubrieron que otros dos elementos, conocidos por los alias de Oscar y Quiceno, cobraban entre $100 y $300 millones de pesos a contratistas de la alcaldía de Tuluá para poder hacer su trabaio.

 El actual alcalde de esta ciudad, Gustavo AdolfoVélez, también estaba amenazado por la banda. Parte de la molestia de La Inmaculada con el mandatario es que, según fuentes cercanas a la oficina de Pares Pacífico “ellos manejaban tres secretarías en la administración pasada, entre ellos la de Tránsito”. Ésta sería una secretaría muy útil para ellos porque desde allí “ejercían vigilancia y control permanente a las movidas de la ciudad”. Otras de las secretarías que estarían bajo control serían Planeación y Hacienda. “En Hacienda obtenían la información de los propietarios de casas, fincas, lotes, etc, además de los comerciantes que movían más plata”.


Uno a uno los golpes contra La Inmaculada se fueron sucediendo. En noviembre del 2023 cayeron “Oscar” y “Quiceno” tras varios meses de seguimiento. Pero el golpe que sacudió a la ciudad fue la reciente captura de Nacho. Él es hermano de Andrés Felipe Marín Silva, alias Pipe Tuluá, quien, según El Espectador “se encuentra en la cárcel por los delitos de homicidio y concierto para delinquir”.  Nacho era buscado desde el año 2019. Incluso fue detenido pero dejado en libertad en diciembre del 2022. La captura de este delincuente se dio en torno a la estrategia “90 días contra el homicidio” desarrollado por la policía. La del pasado sábado no es la primera noche en donde Nacho ordenó la quema de vehículos. En marzo del 2023 La Inmaculada incineró un taxi, un furgón y varios carros partilares.


El horror desatado el 10 de febrero venía acompañado de un panfleto que decía: “a partir del día de hoy tomaremos represalias por la trampa que hizo el Gobierno con nuestros líderes, los cuales piden sean escuchados y en un buen gesto de paz se les hizo entrega del mortero para mostrar la disposición que se tiene para llegar a fin con toda la problemática y llevar una tranquilidad en paz".


La violencia en Tuluá no es cosa de ayer. En el año 2021, en artículo publicado por la oficina de Pares Pacífico llamado El crimen organizado se toma el Valle del Cauca, hacía referencia a la oleada de masacres que teñían de rojo municipios como Cartago y Tuluá. La violencia en el Valle tuvo su origen en el 2018 cuando viejos capos del narcotráfico de inicios de siglo cumplieron sus condenas en los Estados Unidos y retornaron al país, algunos de ellos, con la intención de retomar el control criminal en el departamento. No obstante, se encontraron con un férreo obstáculo: los ‘baby narcos’, herederos de las grandes estructuras del narcotráfico que hoy controlan bandas y Grupos Delincuenciales Organizados (GDO) en las ciudades”. Esto desencadenó una guerra que aún continúa. Los esfuerzos del gobierno de Gustavo Petro para sentar en la mesa a dos de las bandas que más terror causaban en el puerto de Buenaventura, Los Shottas y los Espartanos, han hecho que las cifras de violencia hayan bajado el año pasado. En Tuluá, en el 2021, la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes llegó a ser de 57.26.

La Inmaculada arrancó siendo el brazo armado de los Rastrojos y los Comba. A la hora de enfrentarse a sus enemigos territoriales, grupos como La Cruz, La Canosa y Los Séptimo, pueden llegar a ser implacables como la noche en la que ordenaron quemar a 56 reclusos en la cárcel de Tulua que pertenecían a la banda Los Caleños. Su pecado fue vender droga dentro de la Cárcel sin permiso de La Inmaculada.


Según Dennis Harley Huffington, de la oficina de Paz y Reconciliación Pacífico, su principal ingreso no es el microtráfico sino las extorsiones: “Instauraron lo que las autoridades han denominado el ‘cartel del huevo’, que consisten en extorsionar a finqueros, grandes comerciantes y empresas avícolas de la zona, quienes deben pagar una renta por la producción, distribución y comercialización de este producto, lo que ha llevado a un costo exagerado del huevo, llegando a costar hasta $20.000 pesos el panal”. Además se han fijado en los vendedores de cebolla larga, cilantro y tubérculos.


En Tuluá impera la ley del silencio. Por eso el país se aterró ante las imágenes dantescas del pasado sábado 10 de febrero pero en la ciudad todos saben quien manda. Pero esto probablemente cambiará en las próximas semanas debido a la visibilidad que ya tiene el flagelo de la extorsión en el Valle del Cauca.


La Fundación Paz y Reconciliación, a través de su línea de Convivencia y Seguridad Ciudadana, hará aún más visible el problema con la próxima entrega de su informe sobre Extorsión.

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