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Ministerio de Educación, Alejandro Gaviria

Línea Democracia y Gobernabilidad


Alejandro Gaviria Uribe nació en Santiago de Chile en 1966 y es hijo del exalcalde de Medellín, Juan Felipe Gaviria. Su padre, ingeniero civil de la Universidad Nacional, no solo fue alcalde de Medellín entre 1983 y 1984, sino rector de la Universidad EAFIT y ministro de obras públicas durante el mandato de César Gaviria Trujillo.


El nuevo ministro estudió Ingeniería Civil en la Escuela de Ingeniería de Antioquia, pero se le conoce más por su carrera como economista, además de que tiene una maestría en economía en la Universidad de los Andes y un doctorado, también en Economía, de la Universidad de California. Su esposa es la ex codirectora del Banco de la República y ex viceministra de Hacienda, Carolina Soto.


Antes de entrar a la campaña política, como precandidato en agosto de 2021, Gaviria fue rector de la Universidad de los Andes. Durante la pandemia fue nombrado miembro de The Lancet Covid-19 Commission, que había sido creada con el objetivo de acelerar las soluciones globales a la pandemia.


En su trayectoria profesional se cuenta también que fue director del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS), ministro de salud y protección social durante seis años de Juan Manuel Santos, subdirector del Departamento Nacional de Planeación (DNP), subdirector de Fedesarrollo e investigador del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).


Además de ser académico, Gaviria es escritor de varios libros de ensayos y reflexiones sobre la condición humana como Alguien tiene que llevar la contraria (2016), Hoy es siempre todavía (2018), Siquiera tenemos las palabras (2019) y Otro fin del mundo es posible (2020). En esto influyó principalmente haber superado un cáncer linfático, del que padeció siendo ministro de Santos.


Gaviria decidió ser candidato presidencial en agosto de 2021 por el movimiento por firmas Colombia Tiene Futuro, después de haber dicho en varias oportunidades que no estaba contemplando entrar al mundo político. Tuvo como principal apoyo a la entonces senadora Juanita Goëbertus, quien impulsó su acercamiento con la Alianza Verde.


Antes de entrar a la Coalición Centro Esperanza se especuló sobre la posibilidad de que Gaviria fuera el candidato presidencial del liberalismo, pues se reunió con el presidente de esa colectividad, César Gaviria, y las juventudes liberales recogieron firmas para inscribir su candidatura, pero en noviembre de 2021 la ruptura se hizo “irreversible”.


Gaviria decidió hacer parte de la Coalición Centro Esperanza, y junto a Sergio Fajardo, Jorge Enrique Robledo, Juan Manuel Galán y Carlos Amaya se presentó a la consulta interpartidista que se votó en marzo de 2021. Fueron notorias sus desavenencias con Íngrid Betancur, fundadora del partido Verde Oxígeno, que recuperó la personería jurídica en 2021, y quien entró tardíamente a la coalición. Betancur lo acusó de ser un candidato “con maquinarias”, por el apoyo que recibió Gaviria de políticos como el exsenador de Cambio Radical Germán Varón Cotrino, y el representante a la Cámara Miguel Ángel Pinto. Betancur finalmente decidió renunciar a la coalición y mantener su candidatura en solitario.


En la votación de la consulta, Gaviria quedó en cuarto lugar, con algo más de 336.000 votos, detrás de Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán y la sorpresa, el exgobernador de Boyacá, Carlos Amaya.

Desde su encuentro con políticos tradicionales se notó la distancia con respecto a sus demás compañeros de coalición y aunque dijo que apoyaría a Sergio Fajardo hasta el final de la campaña a primera vuelta, en uno de los polémicos videos publicados sobre las conversaciones que se llevaban a cabo dentro de la campaña de Gustavo Petro durante la campaña a segunda vuelta, se pudo constatar que Roy Barreras buscó el apoyo de Gaviria y de su esposa hacia Petro antes del 29 de mayo, lo que podría verse como una “traición” a Sergio Fajardo.

Sin duda, con el compañero que más reñía dentro de Centro Esperanza era con Jorge Enrique Robledo, quien lo ha acusado desde siempre de ser un “neoliberal” que apalanca el sistema de salud que proviene de la Ley 100, con sus defectos sobre el manejo de las EPS.


De toda la Coalición Centro Esperanza, Gaviria fue el único candidato que apoyó a Petro en la segunda vuelta. A pesar de los desencuentros que tuvieron en los debates en los que coincidieron, Gaviria decidió apoyar a Petro, en parte después de decirle al Financial Times que Colombia estaba “en la cima de un volcán” y que Petro podría ser una “explosión controlada”. Muchas críticas, especialmente de sus votantes, cayeron sobre Gaviria, pues toda su campaña se centró en rebatir especialmente las ideas de Petro, y de hecho entre ambos se reconocieron como el mejor debatiente del otro.


Las razones que esgrimió Gaviria para su decisión fueron, entre otras, que Gustavo Petro representaba “la opción de cambio más responsable institucional y liberal”, y que los riesgos de un rompimiento institucional eran mayores con Rodolfo Hernández, el otro candidato que pasó a segunda vuelta.


Gaviria se define a sí mismo como liberal y se declara como un “reformista democrático”, que se resume según un decálogo que escribió en 2014, en no resignarse a decir que todo es un absoluto fracaso, que todo debería depender del Estado, aunque su papel redistributivo sea innegable, en preferir el conocimiento práctico de los problemas, en huir de las “utopías regresivas” y, especialmente, en asumir con madurez moral hacer lo correcto en vez de lo que es popular.

Desde que entró a la Coalición del Pacto Histórico, se vio a Gaviria en un lugar preponderante y después de la victoria fue quien coordinó la comisión de empalme del sector educativo. El 7 de julio, Petro confirmó que Gaviria sería su ministro de educación y por ahora se sabe que lo acompañará como viceministra Aurora Vergara, socióloga afrocolombiana y quien fue por diez años directora del Centro de Estudios Afrodiaspóricos de la Universidad Icesi, de Cali.

Los retos del sector educativo


Gaviria tiene grandes retos por delante, pues en materia educativa se hicieron muchas promesas durante la campaña: buscar la gratuidad en la educación superior pública, condonar las deudas del Icetex, propender por un acceso universal y gratuito a una “acción integral” para la primera infancia a través de un sistema nacional de cuidado, extender la jornada escolar, luchar contra la deserción escolar y que los grados 10 y 11 se consideren como un tránsito a la educación superior.


Por su parte, dentro del informe de las comisiones de empalme, se puso una alerta sobre el Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio, pues los contratos de diez operadores vencen el 30 de octubre, por un valor de $8 billones. Se destacó de la anterior administración el programa de Jornada Única y desde el Ministerio de Hacienda se propuso continuar con la política de matrícula cero, entretanto se tramita una reforma educativa que consolide “la política de educación superior pública y gratuita del nuevo gobierno”.


Como parte de las propuestas para los primeros cien días del mandato de Petro, se propuso en materia educativa revisar la propuesta de ampliación de la base presupuestal de las instituciones de educación superior públicas del Sistema Universitario Estatal (SUE).


Sin duda la reforma a la Ley 30 de educación superior, que es la que les asigna los presupuestos a las universidades públicas y cuya principal crítica es que amarra el crecimiento del presupuesto al Índice de Precios al Consumidor (IPC) mientras el ritmo de crecimiento de las universidades, especialmente en cobertura, ha sido mucho más acelerado, es el principal reto que tendrá Alejandro Gaviria. El intento de reforma a la Ley 30 propuesta por Juan Manuel Santos y de la cual estaba encargada la ministra María Fernanda Campo motivó un paro de más de dos meses en las universidades públicas y la construcción de una Mesa Amplia Nacional Estudiantil que se opuso radicalmente a su paso por el Congreso.


Además, por sus credenciales de trabajo con gobiernos anteriores que no se han entendido con el principal sindicato que congrega a los profesores en Colombia, FECODE, Gaviria tendrá que lidiar también con la oposición de ese sector.

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