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Los juegos de la guerra en el norte de Antioquia

  • Foto del escritor: Germán Valencia
    Germán Valencia
  • hace 5 horas
  • 5 Min. de lectura

Por: Germán Valencia

Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia



En la historia de Colombia, Antioquia ha sido el departamento más afectado por el conflicto armado interno. Allí se concentran, según el Registró Único de Víctimas, cerca del 25% de la población en esta condición, del total del país. Igualmente, es la región colombiana donde se ubica, en la actualidad, uno de los once focos del conflicto armado, registrando, durante las últimas semanas, por lo menos, 18 atentados que han dejado 4 muertos y 30 heridos.

 

Entre las subregiones que mayor violencia han tenido, en los cinco meses que se llevan del 2025, están el Norte y el Bajo Cauca. Allí hacen presencia los tres grupos armados ilegales más grandes y poderosos del país: el Clan del Golfo, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los frentes 18 y 36 de las disidencias de las FARC-EP. Además de otros grupos más pequeños como los Caparros.

 

Estos grupos armados, como lo advierte la Secretaría de Seguridad de Antioquia, vienen expandiéndose con celeridad en el departamento. El de mayor crecimiento es el Clan del Golfo o el autodenominado Ejército Gaitanista de Colombia (EGC), quien, de acuerdo con un informe de la Secretaría en diciembre pasado, hace presencia en 90 de los 125 municipios de Antioquia; le sigue el ELN con 33 y, finalmente, las disidencias de las FARC-EP con 22 municipios.

 

El interés de estos tres grupos por la región del norte del departamento de Antioquia es claro. Las subregiones del Norte y Bajo Cauca se presentan como un corredor estratégico para la movilidad y obtención de todo tipo de rentas criminales. Comenzando por el tráfico de estupefacientes que se producen en el territorio o que provienen de la región del Catatumbo y pasan necesariamente por este corredor hacia el Urabá y Chocó; así como las rentas de la minería ilegal y las maderas.

 

De manera más específica, el Clan del Golfo ha priorizado este territorio del norte de Antioquia y del sur de Bolívar como de altísimo valor estratégico. Allí los municipios de Ituango, El Bagre y Segovia en Antioquia, y de Santa Rosa del Sur en Bolívar son los únicos territorios donde no tienen control completo y se encuentran en disputa con las disidencias de las FARC-EP y el ELN.

 

Este interés por el norte de Antioquia la ha mantenido el Clan del Golfo como una obsesión, incluso, antes de la firma del Acuerdo de paz con las FARC-EP. Pero en el último año se ha incrementado el interés estratégico, algo similar a lo que le ocurre al ELN con la frontera con Venezuela. El Clan considera al norte de Antioquia como un espacio fundamental para circular armas, drogas y oro. Además, los espacios por donde actualmente se está movilizando para llegar al oriente de Antioquia y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

 

Por su parte, tanto el ELN como las disidencias de las FARC-EP tienen un interés histórico, además de estratégico en este territorio. En la región del Norte de Antioquia y Bajo Cauca, ambos grupos han hecho presencia desde hace varias décadas. Las disidencias de las FARC-EP, que están bajo el comando de alias “Calarcá”, ejerce dominio territorial desde mucho antes de que dijera no a las desmovilizaciones del 2016.

 

Lo mismo le pasa al ELN con la presencia histórica, en municipios como Remedios y Anorí, donde han estado presentes desde hace muchos años y no quieren perder fuerza territorial. En especial, porque la región del norte de Antioquia le permite la comunicación entre los frentes que están en la frontera con Venezuela y los que actúan en el departamento del Chocó.

 

De esta manera se ha configurado una guerra que tiene dos posibles escenarios de actuación. El primero, un juego donde estos dos ejércitos rebeldes trabajen de manera cooperada y en alianza para enfrentar al Clan del Golfo. Y otro, donde el Clan se enfrenta en guerra, por separado, con el ELN y las disidencias de las FARC-EP.

 

El primer juego es muy probable, pues en los últimos años el ELN y las disidencias han trabajado de manera coordinada para enfrentar al Clan del Golfo. Se les ha visto en muchas ocasiones teniendo confrontaciones, de manera conjunta, para detener el deseo depredador del grupo criminal. Siendo, hasta el momento, efectivo para las dos guerrillas la cooperación militar.

 

Sin embargo, debido a la guerra que se vive en la región del Catatumbo, específicamente entre el frente 33 de las disidencias de las FARC-EP y el ELN, donde está última organización le ha declarado la guerra a la primera, además de los enfrentamientos en Chocó, hace que el acuerdo de trabajo conjunto pueda haberse roto. Además, las disidencias, ante la pérdida de poder en la frontera con Venezuela, no deseen compartir el control militar con el ELN en este otro territorio estratégico.

 

De allí que también sea probable un segundo juego, donde se enfrenten, por separado, el Clan del Golfo con las disidencias de las FARC-EP y con el ELN. Este segundo juego es el que mayor interés puede tener para el grupo criminal que busca  ser hegemónico en Antioquia. El Clan quiere aprovechar la disputa que tienen en el Catatumbo sus dos enemigos para sacar  ventaja y ganarles terreno individualmente.

 

Por el momento hay que decir que ambos tipos de juego son muy probables. El enfrentamiento en Valdivia del Clan del Golfo contra las disidencias de las FARC-EP está demostrando que solos o acompañados por ELN, la guerra por el territorio continuará. La estrategia del Clan es apoderarse de todo el norte de Antioquia, en especial, porque se presenta este municipio como un lugar que le permite el control de cultivos ilícitos y la comercialización de clorhidrato de cocaína.

 

Mientras se desarrolla el primero o el segundo juego, como siempre ocurre la población civil es la que más sufre. En la última semana son más de 100 familias en Valdivia las desplazadas forzadamente, tanto por las amenazas como por el fuego cruzado. Además se presentan retenes y confinamiento en las zonas rurales. El conflicto armado ha demostrado que por cada actor en guerra caído, perecen tres veces más los civiles que están en el cruce de disparos. Siendo, los líderes comunitarios el objetivo más prioritario y visible.


* Esta columna es resultado de las dinámicas académicas del Grupo de Investigación Hegemonía, Guerras y Conflicto del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.

** Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.

 

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