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Los gestores de guerra

Por: Guillermo Linero Montes

Escritor, pintor, escultor y abogado de la Universidad Sergio Arboleda


Hace pocos días el presidente Gustavo Petro propuso como gestor de paz al exparamilitar Salvatore Mancuso, y esto lo hizo blanco de muchas críticas; pues, insólitamente, todavía hay quienes se oponen a que el país empiece a vivir un tiempo de paz, donde el respeto a los otros sea la norma, y el principio el respeto a la vida.


A esos opositores, para entenderlos mejor y hablar sobre ellos, les he denominado “gestores de guerra”, pues se oponen a la paz en contraste con los llamados “gestores de paz”.


La palabra “guerra”, si la pensamos como un conjunto, por ejemplo, el conjunto universal de los “gestores de guerra”, a este lo integrarían individuos dados a expresarse indefectiblemente con los modos de la barbarie. En contraste, los elementos o sujetos pertenecientes al conjunto universal denominado “paz”, en la naturaleza lógica de las cosas, se esperaría que fueran personas dadas a expresarse con benevolencia.


De ahí surge, en parte, la dificultad interpretativa o el rechazo a los “gestores de paz” que hayan pertenecido, o pertenezcan todavía, al conjunto de quienes se expresan con los modos de la barbarie; porque, en realidad, no casa en la lógica natural de las cosas que alguien, integrante del conjunto universal de la “guerra”, un día, de pronto, reciba las banderas de la “paz”, siendo estas aparentemente exclusivas para quienes ejercen la benevolencia y la han ejercido desde siempre, para quienes hacen parte del conjunto universal de la paz.


Sin embargo, en Colombia, y en las intrincadas situaciones de la política nuestra, las paradojas, las anomalías y las incertidumbres, parecieran ser la regla, y aunque muy raro parezca, son estos actores cruzados –pertenecientes a un conjunto de intersección– los llamados a dar informaciones y claridad acerca del conflicto en cuestión. De tal suerte, los “gestores de paz” en Colombia, pueden ser, indiscriminadamente, pertenecientes al conjunto universal de la guerra o al conjunto universal de la paz. Cuando a Nelson Mandela le concedieron el premio Nobel porque siendo un gestor de paz contribuyó a la consecución de la paz para su pueblo, también lo recibió Frederik W. de Klerk, porque siendo un gestor de guerra contribuyó a la consecución de la paz para su pueblo.


Pero, ¿en Colombia quiénes son los “gestores de guerra”?

En Colombia y en el mundo entero, los “gestores de guerra” son aquellas personas dedicadas desde su ámbito profesional, empresarial, industrial o social, a la construcción de estrategias para divulgar la necesidad de la guerra –como mantener vivos los conflictos– haciendo uso de los medios de comunicación que por lo general les pertenecen, y desde los cuales desarrollan e implementan tácticas y estrategias en contra de la paz.


Los conocimientos de un “gestor de guerra” siempre se encaminan en favor de fortalecer la ignorancia de su pueblo. De hecho, los gobiernos de derecha en Colombia, por ejemplo, desmontaron del currículum escolar materias de incuestionable necesidad, como las clases de Historia de Colombia, las clases de Instituciones Políticas y las materias de Cívica y Ética, tan fundamentales y tan en boga en los centros de educación del mundo.


En Colombia, a los “gestores de guerra” y a los “gestores de paz”, la población ni siquiera los discrimina con acierto crítico, pues buena parte de la ciudadanía ve en unos –en los “gestores de paz” – personas resentidas sociales o que han tenido afectaciones bárbaras que los han alineado a las tendencias políticas que buscan la paz; y ve en los otros –en los “gestores de guerra” – a personas que, licenciadas por el mismo Dios –el garrote y la zanahoria– buscan organizar a una sociedad sumida en el caos, por supuesto, en el caos de la pobreza, en el caos de la pobreza de una población a la cual se le han negado los proyectos de evolución y se le ha condenado a una esclavitud en la que reinan la falta de oportunidades escolares y laborales.


Los “gestores de guerra” son los principales encargados de modificar la cultura ciudadana –para implantar la que yo llamo “incultura traqueta” – promocionando aspectos puntuales del arte folclórico y/o popular, que desvían de la verdad sensible y cognitiva de una población, que podría pensar por sí sola si se le permitiera educarse y desarrollar las sensibilidades. No en vano los “gestores de guerra” se la pasan insensibilizando a la sociedad, con recurrentes actos de violencia y se la pasan criticando los derechos humanos.


Para los “gestores de guerra” los derechos humanos son una estrategia política de los comunistas, de la izquierda o de la gente que piensa diferente a ellos. Siendo consecuentes con su irracional coherencia, los “gestores de guerra” construyen sus expresiones políticas basados en esa incultura que profesan, en la que los valores elementales como el respeto al otro se evaporan y son reemplazados por nuevas conductas en las que la ética y la cívica nada importan.


Los “gestores de guerra” ocupan sus pensamientos, básicamente en cómo insertar psicológica, sociológica y políticamente, sus programas de ambición de poder y en cómo mantenerlo para seguir compartiéndolo con sus familiares y amigos, haciendo de la población una amorfa masa de esclavos.


 

*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.

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