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Las cuentas de la coalición de gobierno: ¿cuánto pesan los liberales, los conservadores y La U?

Por: Daniela Garzón, Investigadora Nacional; Juan Alejandro Pérez, Asistente de Investigación Línea Democracia y Gobernabilidad


La solidez de la coalición de gobierno, que venía trabajando como un relojito, se ve hoy en tela de juicio por cuenta del paquete de reformas sociales que el gobierno Petro ha puesto en la agenda pública en los últimos meses. La negativa, en varias ocasiones, de los partidos Conservador, Liberal y La U a acompañar la reforma a la salud ha mostrado el resquebrajamiento de esa coalición que hace unos meses algunos analistas decían sería una aplanadora. Esto ha venido sumado a las diferencias de opinión entre el propio presidente del Congreso y líder de la coalición del Pacto Histórico, Roy Barreras, y ministros como Carolina Corcho.

Tal situación ha hecho que se dude de la aprobación del paquete de reformas, e incluso que se plantee la posibilidad de que toda la agenda reformista se detenga por las peleas en el Congreso, que impedirían la aprobación de cualquiera de las que integra el paquete social, a saber: salud, laboral y pensional. Sin una coalición de gobierno mayoritaria, el gobierno de Gustavo Petro tendría entre otras opciones:

  1. Apelar a la “democracia plebiscitaria”, como ya lo ha mencionado en reiteradas ocasiones, para presionar en las calles al legislativo a aprobar sus reformas.

  2. Moderar las expectativas de sus reformas y negociar con los partidos políticos la aprobación de cambios que no necesariamente toquen los intereses que los partidos defienden.

  3. Mantener el “rifirrafe” con los partidos e intentar negociar con cada una de las reformas los votos necesarios para su paso.

En este momento la coalición de gobierno está conformada de la siguiente manera:

  • En Senado, de 106 Senadores, 77 son de la coalición de gobierno.


De esos 77 senadores, 38 (casi el 50% de la coalición) pertenecen a los partidos Liberal, Conservador y La U. De la lista del Partido Liberal se excluye a Mario Castaño, quien está preso en este momento y en juicio por múltiples delitos.


Si en julio de este año estos tres partidos decidieran salirse de la coalición de gobierno, o si de facto dejaran de votar los proyectos de Petro, el gobierno contaría con 39 senadores. Sumando a un partido como el Conservador, tendría 54 votos, con lo que le alcanzaría para aquellos proyectos que no necesitan mayoría calificada.


Ahora bien, si por alguna razón estos tres partidos decidieran armar un nuevo “bloque opositor” junto con Cambio Radical –que hace poco decidió pasar de la independencia a la oposición– sumarían 49 senadores. Con partidos como Centro Democrático, Colombia Justa Libres y Mira, estos ya serían mayoría con 66 de 106 senadores.


Las cuentas en la Cámara de Representantes, por su parte, son las siguientes:


  • De 187 representantes (incluyendo las 16 curules especiales de paz), 145 pertenecen a la coalición de gobierno.


Entre liberales, conservadores y la U suman 75 representantes (el 51%), que hoy están dentro de la coalición de gobierno. Sin ellos, la coalición de gobierno quedaría conformada por 70 representantes. Sumando al conservatismo, que es el que tiene más curules en Senado de estos tres partidos, pero no en Cámara, la coalición quedaría conformada por 97 representantes.


De la misma manera, si formaran un “bloque opositor” junto con Cambio Radical, tendrían en total 94 representantes, la mitad de la Cámara. Y si se sumaran a los ya opositores, como Centro Democrático, Liga Gobernantes y Mira, al cálculo, conformarían una mayoría de 113 representantes.


Estos cálculos muestran que para el gobierno es necesario mantener al menos a dos de los tres partidos dentro de su coalición de gobierno para garantizar que tenga sentido presentar el gran bloque de reformas que tiene en mente y en el cual ha avanzado en esta segunda mitad de la primera legislatura. El último mes la pelea alrededor de la reforma a la salud ha hecho evidente que no es nada fácil convencer a estos tres partidos de apoyar sin observar con lupa cada una de las reformas que propone el gobierno de Petro, y sin modificarlas de fondo. Para estos partidos el haberse declarado de gobierno al parecer solo significa tener mayor chance de estar dentro de la repartición burocrática.


Es por eso por lo que, ante la negativa inicial de acompañar la reforma a la salud, el presidente solicitó la renuncia de los viceministros de los ministerios que se cuentan como cuotas de estos partidos dentro del gabinete, como una manera de presionar a los partidos. El mensaje del presidente es claro, si no hay votos en el Congreso, no hay puestos.


Sin embargo, esta estrategia aumenta no solo el costo de la gobernabilidad de Petro, sino la rapidez con la que puede moverse el Congreso para tramitar ese gran paquete de reformas y las que están por venir. Con tantas trabas, el paso por el Capitolio se hace lento, y a esta legislatura le quedan apenas nueve semanas.


La siguiente legislatura será aún más complicada, por los intereses electorales que mantendrán entretenidos a los congresistas tratando de ganar en sus respectivas regiones, y en ella se estirará más la cuerda por cuenta de las disputas entre aquellos partidos que son parte del bloque de gobierno en lo nacional pero que serán rivales en lo local.


En todo ese maremágnum de intereses, entre mantener el poder regional, garantizar el flujo de recursos para las elecciones de octubre y no perder burocracia, es que se cocina el cambio que Petro prometió en campaña y que se presume querrá llevar a cabo con la menor cantidad de modificaciones posibles, cuando el reloj de sus cuatro años sigue corriendo. La gasolina en un Congreso tan diverso difícilmente aguanta más de dos años.

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