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La deuda del paĆ­s con Aracataca

  • Foto del escritor: León Valencia
    León Valencia
  • hace 1 dĆ­a
  • 3 Min. de lectura

Por: León Valencia



Aracataca es un espejo roto del país. En sus calles polvorientas, bajo el azaroso calor  y el zumbido de los ventiladores, palpita una de las paradojas mÔs tristes de nuestra nación: la tierra que parió a uno de los escritores mÔs grandes del siglo XX , es, al mismo tiempo, el lugar del olvido y la desidia. Gabriel García MÔrquez convirtió ese olvido en literatura, y desde entonces, Macondo dejó de ser un lugar y se convirtió en un mito. Pero los mitos, como los sueños, también necesitan presupuesto.


Hoy, a las puertas del Festival Macondo, que se celebrarÔ el 2 y 3 de agosto en Aracataca, nos preguntamos ¿Y si en vez de seguir condenando a este municipio a cien años de soledad, lo convertimos en un lugar de encuentro, de arte, de memoria y de esperanza?


Porque en medio del olvido estatal Aracataca tiene un enorme potencial. Sus habitantes son imaginativos y orgullosos. Lo pude sentir de golpe el dƭa en que terminƩ sirviendo de jurado de un concurso infantil de cuento y poesƭa en su plaza principal y oƭ a viva voz a niƱos y niƱas contarle y cantarle al pueblo sus creaciones, muchas de ellas un homenaje directo al mƔs ilustre de sus hijos.


Aracataca tiene en una esquina la casa museo de Gabriel García MÔrquez y en otro la casa del telegrafista, lugares emblemÔticos de este país que merece mejor suerte. Tiene, para mayor fortuna, mil setecientos kilómetros en la mítica Sierra Nevada y desde allí nos miran, no sin ansiedad, comunidades que tejieron nuestro pasado y ahora quieren que les ayudemos a tejer su porvenir.


El Festival Macondo no es una postal para turistas ni un acto de nostalgia. Es una apuesta polĆ­tica y cultural por reescribir el destino de la región Caribe, empezando por su ombligo. Es una alianza entre la imaginación y la dignidad, entre la palabra y el territorio. Reuniremos a artistas, escritores, mĆŗsicos, cocineros, sabedores, periodistas, niƱos, ancianos y soƱadores de todas las esquinas del paĆ­s para decir en voz alta: ā€œaquĆ­ estĆ” el corazón de Colombia, latiendo en Macondoā€.


No ha sido fĆ”cil. Como todo lo valioso, este festival ha nacido de la terquedad. De insistir cuando el presupuesto no alcanza. De convocar cuando las instituciones dudan. De construir con las uƱas, como se construye la cultura popular en este paĆ­s. Pero tambiĆ©n ha sido un ejercicio de belleza y convicción, cada persona que se suma, cada artista que dice ā€œsĆ­ā€, cada joven que pregunta cómo ayudar, nos recuerda que este paĆ­s estĆ” lleno de ganas de reconciliarse con su origen.


Porque si algo nos enseñó Gabo, es que los pueblos olvidados solo necesitan una buena historia para volver a existir. Y esa historia ya empezó. Se llama Misión Aracataca. Se llama Festival Macondo. La Fundación Pares, con la ayuda y el protagonismo de la empresa privada, del municipio y sus comunidades, del departamento y del país, convertiremos a Aracataca en un lugar de atracción turística y cultural.


Tenemos el reto de mostrarle al mundo la realidad que simuló Netflix en su versión  de cien años de soledad; mostrarle a millones de televidentes que vieron en sus pantallas la  recreación de un pueblo, como es de verdad ese pueblo.


Existimos en el mundo gracias a Gabo. Llegó la hora de empezar a saldar la deuda a este pequeño pueblo de techos de zinc, arrasado por la United Fruit Company, por los clanes políticos de Magdalena, por la hojarasca del olvido, por nuestro propio racismo, el gozo de habernos dado al escritor en lengua castellana mÔs importante desde Cervantes.


Esto sólo es el principio de una fiesta, la de los 100 años de García MÔrquez que se celebrarÔ en marzo de 2027, en el único lugar posible, el pueblo donde nació. En Aracataca comenzó un relato que ahora va por el mundo suscitando alegrías y nostalgias y mil preguntas sobre América Latina.

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