Por: Daniela Garzón, Investigadora Nacional
Línea de Democracia y Gobernabilidad
La jornada electoral del 29 de mayo dejó unos resultados inéditos, que sorprendieron a analistas y políticos: a la segunda vuelta presidencial pasaron Gustavo Petro, con el 40,32% de los votos (8.527.768) y Rodolfo Hernández, con el 28,15% (5.953.209). Esto tiene al menos las siguientes consecuencias:
En segunda vuelta por primera vez desde que Álvaro Uribe salió elegido no habrá un candidato propio de su movimiento político disputando la presidencia
Los dos candidatos llegan sin el apoyo de ninguno de los partidos políticos que han dominado la escena electoral en los últimos 20 años, a saber: los partidos Conservador, Liberal, Cambio Radical, La U, Centro Democrático, y si se quiere, la Alianza Verde
El voto de opinión venció ostensiblemente a las maquinarias políticas
Federico Gutiérrez, que tenía el apoyo de la mayor parte de los partidos políticos tradicionales, o de derecha y centro derecha, y el de sus congresistas elegidos no alcanzó ni el 25% de los votos.
Lo único seguro frente a la segunda vuelta presidencial es un escenario de gran incertidumbre, algo poco común para Colombia donde las diferencias entre candidatos suelen marcar en primera vuelta una tendencia para el ganador
Un triunfo histórico de la izquierda que sabe agridulce, porque la noticia es el paso a segunda vuelta Rodolfo Hernández.
Los resultados electorales también marcan otro hecho: el debilitamiento del poder de los clanes políticos que han tenido una influencia importante en las elecciones presidenciales de Colombia. Este escenario ya se preveía en las elecciones al Congreso, pues a pesar de que mantienen el control del 26% de las curules han minimizado su poder electoral en el parlamento colombiano, especialmente en la Cámara de Representantes.
La derrota de los 45 clanes políticos que estaban con Federico Gutiérrez, especialmente de los 32 que tendrán representación en el Congreso de la República que se posesionará el próximo 20 de julio, es absoluta si se tiene en cuenta, además, que el discurso de ambos candidatos contiene una crítica mordaz a la clase política tradicional, a la corrupción, al clientelismo y los amiguismos que han caracterizado la constitución y el andamiaje de estos clanes y que hoy no tienen un candidato que les garantice mantener sus rentas burocráticas los próximos cuatro años.
La lista de los clanes políticos perdedores en esta primera vuelta, que lograron al menos una curul en el Congreso puede resumirse así:
La posibilidad de llevar un candidato del corazón de este tipo de redes clientelares se perdió con Alejandro Char, quien compitió en la consulta del Equipo por Colombia a quien el escándalo de Aída Merlano lo golpeó fuertemente, incluso afectando la bancada que los Char tenían en el Congreso, pues se quedaron por fuera César Lorduy y José Gabriel Amar.
Del Equipo por Colombia, que agrupaba clanes políticos como el de Dilian Francisca Toro, el de los Char, el de los Barreto con el conservatismo, los García Pineda, los Blel, etc., salió elegido Federico Gutiérrez, un candidato con una conexión débil con estas estructuras políticas, con una ínfima capacidad económica propia y con un discurso débil, que se centró en ser el anti-Petro.
El mapa de los clanes políticos mostraba en términos de apoyos antes de las votaciones del 29 de mayo este panorama:
Elaboración: Pares
A pesar de que una buena parte de los miembros de clanes políticos, por no decir casi todos particularmente elegidos en Senado apoyaron a Gutiérrez (30 en total, y en Cámara de Representantes 35), lo cierto es que en los resultados electorales se notan al menos dos cosas:
1. En cinco de los siete departamentos de la costa atlántica (Atlántico, Cesar, Córdoba, La Guajira y Sucre), que es la región que tiene más clanes políticos del total que Pares ha contabilizado, la abstención aumentó levemente con respecto a 2018, aunque en el total nacional la abstención fue la más baja en 20 años.
Elaboración: Pares
Elaboración: Pares
2. En los departamentos con grandes fuerzas políticas provenientes de los clanes políticos, como La Guajira, Atlántico, Córdoba, Sucre, Magdalena, Cesar, Santander, Tolima, Huila o Valle del Cauca, en ninguno ganó Federico Gutiérrez. En la costa atlántica el triunfo en los siete departamentos fue para Petro, mientras que en 2018 había perdido en Cesar, Magdalena y Bolívar. Los grandes perdedores así son los clanes Nueva Fuerza Guajira, Char, musismo, García Pineda, Barguil, Gnecco, Cotes y Blel, por solo nombrar algunos.
Petro también se anotó un triunfo contundente en el Valle del Cauca, fortín electoral de Dilian Francisca Toro, hoy directora del Partido de la U, donde ganó Duque hace cuatro años.
Con respecto a departamentos como Santander, Tolima y Huila, el triunfo fue de Rodolfo Hernández, cuando hace cuatro años también había salido victorioso Duque. Pierden allí los clanes Aguilar, Barreto y González Villa, entre otros.
Este panorama deja a los clanes políticos en modo resignación, pues tendrán que acercarse cautelosamente a alguno de los dos candidatos presidenciales para no quedarse por fuera de lo que es más valioso para ellos: la repartija burocrática.
Pesa además sobre ellos una amenaza cierta: el cansancio del electorado que eligió a dos candidatos “antiestablecimiento” que podría motivar a cualquiera de ellos a que, siendo presidente, impulse reformas como el aumento de penas para los corruptos, una consigna muy popular. Tendrán además un escenario difícil de negociación frente al gabinete ministerial porque la debilidad electoral de Federico Gutiérrez muestra que no fueron capaces de mover sus maquinarias políticas para llevarlo a la segunda vuelta.
Hay que decir, también, que los clanes políticos han recibido golpes de la justicia que han hecho mella en la opinión, el más significativo de ellos sin duda el de los Aguilar en la tierra en la que hoy Rodolfo Hernández es rey, Santander. A pesar de que tienen la gobernación del departamento y de que tenían la curul de Richard Aguilar en el Senado, este fue acusado formalmente por la Fiscalía por presunta corrupción en contratos en febrero, su hermano, el actual gobernador Mauricio Aguilar también está siendo investigado penal y disciplinariamente porque habría escondido documentos del caso de Richard, y uno de sus principales aliados, Edwin Ballesteros, fue igualmente acusado formalmente por la Fiscalía por al menos 12 conductas criminales en el mismo caso.
Los Aguilar no pudieron llevar a nadie con su apellido al Senado y tuvieron que conformarse con una negociación con el Partido Conservador para elegir a José Alfredo Marín, y por su parte Edwin Ballesteros fracasó en su intento por heredar la curul a su esposa, Johana González.
Sin embargo, no hay que olvidar que los clanes políticos aún pueden refugiarse en las elecciones regionales del próximo año y que siguen teniendo un caudal electoral importante y nada despreciable, cercano a los tres millones de votos en Senado, por ejemplo. También que están apareciendo nuevas fuerzas electorales que podrían constituir clanes políticos, como la de Carlos Andrés Trujillo, que hoy es el segundo senador con más votos en el Partido Conservador (casi 160.000) y ha hecho de Itagüí su propiedad burocrática, pues el alcalde y varios funcionarios son de su cuerda política, y la contralora de Antioquia es cercana a él. Sobre Trujillo hay varias denuncias e investigaciones sin avance.
Como la energía, los clanes no mueren, se transforman y podrían ser uno de los fieles de balanza de la reacción de los partidos políticos de derecha ante la avanzada electoral de la izquierda, que ha mantenido a Colombia como un país en el que nunca un presidente de esta tendencia ideológica ha sido elegido. Como la política es caprichosa, hoy, sin embargo, es posible que encuentren más seguridad en Petro, porque lo conocen, que, en Rodolfo Hernández, cuyo discurso se basa en atacarlos directamente.
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