Por: Luis Eduardo Celis. Columnista Pares.
Estamos viviendo las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, elecciones que han concentrado la atención de muchos sectores de la política y el Gobierno, algo nunca antes visto en Colombia.
En esta efervescencia criolla, el Presidente Duque, que junto a su partido, el Centro Democrático, apostaron de manera abierta por la reelección del Presidente Trump, en una clara intervención nunca antes vista, moviendo sus afectos en la Florida, donde efectivamente ha ganado Trump, pero no fue suficiente y el candidato Demócrata, Joe Biden, va a ganar por una holgada mayoría, en medio de un desconocimiento ramplón por parte de Trump, lo que muestra su talante arbitrario y poco apegado al debate democrático, como sus afectos en Colombia, esos que hoy desgobiernan desde la casa de Nariño y tienen sus aliados en un entramado de mafias e ilegales, de los cuales cada día se conoce un nuevo escándalo, tema nada nuevo en Colombia, pero sobre el cual hay más evidencia, gracias al periodismo y al debate político.
Hacemos bien en seguir el debate electoral en Estados Unidos, sus políticas marcan de manera contundente nuestra vida social, estamos ligados de manera estrecha a una relación de dependencia a tres guerras que han sido promovidas desde Washington y que dos están plenamente vigentes en la agenda internacional de este poderoso país, que aún en un mundo donde hay poderes que le disputan su hegemonía lograda luego de la segunda guerra mundial y consolidada con la disolución de la URSS, sigue siendo un jugador de grandes kilates.
Las dos guerras vigentes en la política internacional de los Estados Unidos, son la guerra contra las drogas y la guerra contra el terrorismo -con todo lo lapso del concepto- ambas guerras aplicadas en Colombia desde hace muchos años y una guerra ya superada en el norte y vigente en Colombia: la guerra fría, con sus expresiones de chuzadas y de la doctrina del “enemigo interno”, plenamente vigente en la cabeza y la práctica de las instituciones de seguridad y defensa en Colombia, con un poderoso apoyo político, desafortunadamente.
Los cuatro años de la administración Trump, han sido nefastos para una agenda de democracia en los Estados Unidos y un torpe desempeño internacional, nunca antes visto en un mundo interdependiente, donde las instancias de cooperación y articulación para tratar temas compartidos, fueron maltratados por este atarbán de la acción política como lo ha sido Donald Trump y que afortunadamente para los Estados Unidos y para el mundo deberá empacar sus maletas y salir de la Casa Blanca en los próximos meses, muy a su pesar y para alivio de quienes tenemos la ilusión de que puedan haber cambios en muchos temas, donde los Estados Unidos, tienen voz y fuerza.
Colombia va a cambiar en los temas que lo requieren por la acción transformadora de la sociedad colombiana, los cambios no vendrán de afuera, pero va a ayudar que los grandes poderes internacionales, entre ellos de manera destacada el Gobierno de los Estados Unidos, no interfiera con políticas fracasadas y que siguen siendo aplicadas a pie juntillas en Colombia.
Por decisión soberana en Colombia, requerimos cerrar la guerra contra las drogas, terminando las políticas nefastas de criminalizar a la población campesina ligada a la economía de la coca, desafío enorme donde damos tumbos desde hace más de tres décadas, requerimos desarrollo rural con la participación del campesinado y pensar como vamos a salir de esa orgia de sangre que ha venido aparejada con la fracasada guerra contra las drogas, tema en el que Colombia debe tomar iniciativa, así este gobierno no de muestras de moverse de este lastre.
Los cuatro años de la administración Trump, han sido nefastos para una agenda de democracia en los Estados Unidos y un torpe desempeño internacional, nunca antes visto en un mundo interdependiente, donde las instancias de cooperación y articulación para tratar temas compartidos, fueron maltratados por este atarbán de la acción política como lo ha sido Donald Trump.
Con los Estados Unidos debemos volver a conversar sobre la paz que ellos apoyaron con el acuerdo firmado con las FARC, proceso del cual la administración del Presidente Obama participó y que sigue siendo un referente de acción democrática en nuestro país, acuerdo que desconoce este gobierno y que simula su cumplimiento, ante esta situación y luego de la fracasada apuesta del presidente Iván Duque de apoyar la reelección de Trump, se abre espacio para una diplomacia ciudadana con la administración del presidente Biden, debemos preparar los mensajes y los mecanismos para decirle al nuevo presidente de los Estados Unidos, que en Colombia hay una paz por construir.
Es buena noticia que salga Trump de la Casa Blanca y hay que ver como logramos un diálogo franco y propositivo con la administración del presidente Biden, las tareas de transformar a Colombia es nuestra responsabilidad, pero va ayudar de forma importante que tengamos socios para una agenda de democracia y de paz, en la comunidad internacional y allí está en un lugar destacado el gobierno de los Estados Unidos.
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