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Convivencia y subsistencia en época de cuarentena

Por: Isaac Morales Pérez. Coordinador de la línea de seguridad urbana y crimen organizado, Pares.


Hablar de convivencia en tiempos de coronavirus implica repensar muchos elementos que la componen: desde sus categorías jurídicas hasta sus finalidades. El Código Nacional de Convivencia y Seguridad Ciudadana define la convivencia como la interacción pacífica, respetuosa y armónica entre las personas, con los bienes, y con el ambiente, en el marco del ordenamiento legal; sus categorías jurídicas son la seguridad, la tranquilidad, el ambiente y la salud pública, esta última como la responsabilidad del Estado en función de las condiciones de bienestar y calidad de vida.


Ahora bien, el aislamiento preventivo obligatorio nos ha puesto en unos escenarios que no fueron considerados al momento de concebir el código o a los que quienes estudian estos temas no se habían enfrentado.


Seguridad y convivencia siempre van de la mano y tienen una correlación innegable; pero hablar de estos términos hoy nos ha obligado a pensar mucho más allá de la simple presencia de policías y militares en los municipios o ciudades para hacer cumplir las órdenes presidenciales y locales para mantenernos en casa.


Derechos y libertades en tiempos de pandemia


Garantizar derechos y libertades es una de esas finalidades de la convivencia, sin embargo hay varios derechos constitucionales y humanos que chocan con la realidad.


Muchas personas se han visto afectadas en su derecho al trabajo o a un nivel de vida adecuado que les asegure un ingreso y al mismo tiempo su bienestar y el de sus familias, pero un gran porcentaje de la población colombiana trabaja en la informalidad y su nivel de vida mínimamente adecuado depende del día a día y de la actividad laboral que ejercen diariamente: obreros, personal de servicios generales, peluqueros, chaceros, trabajadoras sexuales, bicitaxistas y así muchos oficios que se han visto afectados por el encierro.


Son ellos quienes sufren mucho más en un aislamiento sin garantías mínimas para sobrevivir, con ingresos cada vez más reducidos y en casos más extremos, donde son nulos..


Un dilema que se centra entre morir de hambre o morir infectado por el virus, un resultado obvio de los altos niveles de desigualdad que afecta a Colombia y muchos países de América Latina. Es por esta razón que vemos gente en las calles, bloqueando avenidas, colgando trapos rojos en sus ventanas y levantando su voz porque no pueden comer ni una sola vez en el día y porque no reciben ni un solo peso para subsistir.


A esta dramática realidad hay que sumarle la especulación y el aumento de precios en las tiendas y supermercados, y las facturas y los compromisos de pago siguen llegando. Esto afecta directamente, por supuesto, la convivencia en muchos entornos. Esta es una convivencia basada en órdenes de aislamiento pero sin garantías mínimas para su subsistencia.


Violencia intrafamiliar


Otro escenario que no ha tenido la relevancia debida se vive, no en las calles ni en las plazas públicas, sino en el interior de muchos hogares. En un video reciente para PARES lo advertí: la violencia intrafamiliar y de género se dispararía en esta época de coronavirus. Mujeres, niños y niñas se confinan con sus agresores.


Sólo en Bogotá las llamadas a la línea púrpura se han triplicado; pero no se tiene un registro confiable sobre el desenlace de cada uno de los casos ¿Se llegaría acaso a un proceso investigativo o a tomar acciones concretas sobre los agresores? ¿Se hizo alguna amonestación?


En definitiva, no se sabe y es en este punto donde nos preguntamos: ¿Existen herramientas precisas para atender este tipo de violencias? ¿Está preparado el aparato de justicia, las Comisarías de Familia, las Inspecciones de Policía para tratar íntegramente estas expresiones fantasmas de violencia?


Sin embargo, esta situación genera otro problema mayor. En Bogotá la entrega del Subsidio Solidario está condicionado a que en los hogares no haya manifestaciones de violencia intrafamiliar, entonces algunas mujeres se enfrentarán a otro dilema: denunciar y no recibir apoyos de la alcaldía o no denunciar y recibir el apoyo, pero conviviendo con su agresor.


Si algo dejará esta pandemia serán nuevas formas de entender fenómenos sociales y la necesidad de ampliar las nociones de convivencia y seguridad ciudadana abordándolas desde la esencia de los conflictos humanos, no solo basados en indicadores y tasas, que no dejarán de ser importantes, pero sí en un enfoque más holístico de la realidad.

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