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Alfredo Molano y Camilo Castellanos en la memoria

Por: Luis Eduardo Celis. Columnista Pares.

Alfredo Molano Bravo partió a otra dimensión hace un año, sigue presente con su vida, su trasegar, sus enseñanzas en una obra rica y enormemente aleccionadora. En estos días viendo un documental producido por la Comisión de la Verdad, que aquí lo pueden ver:



Alfredo dice que el sentido de la historia de Colombia, yo diría la marca distintiva, es la exclusión y estoy plenamente de acuerdo con él, eso explica nuestra historia: una sistemática exclusión social, política, económica y cultural.


Esta semana estuvo en Bogotá la Minga social del suroccidente, nos trajo cuatro mensajes: vida, territorio, democracia y paz, son cuatro mensajes poderosos, de los que han sufrido esta exclusión histórica con sus múltiples violencias que desafortunadamente siguen presentes en la sociedad colombiana, al igual que ese orden que las promueve del cual nos ilustró, nos mostró y sensibilizó con su obra Alfredo Molano.


Decir que la vida corre peligro en Colombia es decir lo evidente: cerca de setenta masacres en lo que va corrido del año y no hay semana en que no registremos un asesinato aquí y otro más allá, le siguen echando bala a los que defienden sus comunidades, sus territorios, los que buscan alternativas para la vida digna, por eso el reclamo de la Minga es justo y necesario.


Hay un genocidio en curso contra el liderazgo social y político, viene de muy lejos, hoy es visible por la ilusión de paz que generó el acuerdo firmado por las FARC. Hubo unos años entre 2016 y 2018 que fueron menores las cifras de criminalidad contra los hombres y mujeres que trabajan junto y por sus comunidades.



En los últimos años hay más visibilidad mediática y sensibilidad política frente a la criminalidad que se ejerce contra comunales, campesinos, indígenas, afros, líderes políticos, pero este no es un tema nuevo, es la vieja forma de exclusión política que se ejerce contra los contradictores, para eliminarlos plenamente y atemorizar a las comunidades e imponer sus intereses. Imagen: Pares.

El corazón de todos los conflictos es el territorio, allí están los intereses por imponer una u otra economía, que desafortunadamente en el caso colombiano, detrás de muchos proceso económicos hay sangre y no de ahora sino desde hace muchas décadas.


Por ejemplo, los indígenas y afros que vinieron en la Minga social del sur-occidente, nos han contado que hace 70 años, sus ancestros vivían en las partes planas de sur del Valle del Cauca y del Norte del Cauca, pero vino una violencia que los sacó de allí y los hizo ubicarse en las partes montañosas y luego vino la gran plantación de caña y la agroindustria azucarera y nos dice Ríos Vivos, que en el territorio donde se construyó Hidroituango se perpetraron por parte de los paramilitares 62 masacres y hay más de seiscientas personas desaparecidas y si seguimos con esta geografía de proyectos económicos y barbaries, la historia es larga.


Por eso es que la lucha por el territorio es central, y por eso la minga nos dice que una de sus banderas es la defensa del territorio para quienes lo habitan, tema largo y ancho, que nos debe llevar a perseverar por un ordenamiento democrático de los territorios, donde el centro de la preocupación y la acción de las políticas públicas, sea una permanencia digna de quienes lo habitan y luego mecanismos democráticos y fuertes para la concertación de los intereses económicos.


El tercer mensaje de la minga es democracia, vemos como hay un cuestionamiento de fondo a las prácticas de este gobierno que no dialoga ni concerta con las comunidades que tienen sus exigencias válidas y urgentes, como la justicia sigue siendo un campo de disputas y la Fiscalía General de la Nación es cuestionada en su independencia.


Así como los grandes medios de comunicación, en su inmensa mayoría trabajan de la mano de los interés económicos que los soportan y son poco críticos con la acción de gobierno, como las instituciones que deben promover la democracia deliberativa desde el Congreso de la República, son en su gran mayoría obsecuentes con el gobierno sin mayor debate y mecanismos de control, como lo acabamos de ver con la acción francamente ilegal para votar una moción de censura contra el Ministro de la Defensa, algo tan elemental es escamoteado.


Todo ello evidencia que vivimos en una democracia de baja calidad, donde para completar su precariedad, se asesina a los opositores. Hay que ampliar esta precaria democracia y hay que defender lo que tenemos de ordenamiento institucional, cada vez más vapuleado por este gobierno.

El cuarto y último mensaje de la Minga es de paz. Avanzar en una Colombia en paz es llevar adelante el acuerdo firmado con las FARC, cosa que este gobierno escamotea, ni siquiera protege la vida de quienes han dejado el fusil y ahora vienen en una marcha hacia Bogotá con banderas de Colombia y banderas blancas para decirnos que los están matando y este gobierno no los protege y sus políticas y desconocimiento de lo pactado los hace más vulnerables.


Y para lograr paz falta un acuerdo con el ELN, cosa que este gobierno no tiene ningún interés en ello de manera viable y realista y para lograr paz hay que someter a ese archipiélago de mafias y bandas que siguen asolando en muchos territorios y comunidades.


Por la vida, el territorio, la democracia y la paz vino la minga a Bogotá, no para pedir esto o lo otro para ellos, vino a decirnos que nos mantengamos despiertas y despiertos, activos y movilizados, que estas tareas históricas siguen estando presentes y vigentes. Imagen: Pares.

Luego de la minga vino el paro nacional y allí en las muchas movilizaciones se dijo que hay mucha desigualdad y carencias sociales agravadas en esta época de pandemia; que se requieren políticas que atiendan los derechos de ciudadanía básicos: salud, educación, empleos de calidad y distribución justa de la riqueza que se produce en sociedad y no este orden de inequidades y acumulación en pocas manos, que se requiere un estado con recursos para las políticas sociales, todo ello está en la protesta justa y legítima de un mundo social y organizado.


Camilo Castellanos, partió a principios de octubre del año pasado, estaría feliz de ver una sociedad en movimiento, en su diversidad, porque siempre tuvo el corazón del lado de la lucha popular, del cambio, de las transformaciones. Camilo escribió recién promulgada la nueva Constitución del 91 un texto que se llama: “Al nuevo país le falta el sujeto”.


Ahora, luego de tres décadas, hay más ciudadanía, más anhelo de cambio, hay una generación de jóvenes que no quieren vivir más en un país de exclusiones y democracia de baja calidad, hay una sociedad en movimiento por un nuevo orden social, donde sea posible una vida de derechos y con dignidad.


Camilo Castellanos y Alfredo Molano Bravo, nos mostraron con rigor y alegría que hay que luchar y transformar. Los llevamos en el corazón.

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