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Vientos del sur: Minga por el Cambio

Estamos buscando

en una danza salvaje

que convoque a otras mujeres y estas y otras más

hasta que seamos un batallón

un ejército de amor

que acabe con todas las miserias y opresiones

estamos buscando, buscando todavía a una mujer,

que mirando al sol

no cierre los ojos.

Julieta paredes.

Por: Érika Montaño Rojas

Proyecto: Escuela de Liderazgo Juvenil Pueblo Rico, Risaralda

Línea Jóvenes en Riesgo y Participación Juvenil

Foto de portada cortesía del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC)


Mujeres, niños, niñas y hombres hacen parte de los caminantes que vienen del sur del país. Su medio de transporte son las emblemáticas chivas, que además de incómodas, reflejan parte de esa Colombia rural, que sigue siendo golpeada por la violencia. Horas y horas de viaje les esperan, días fríos y cálidos. Es una de las muchas luchas por las que pasan estos grupos de indígenas que atraviesan el país, con el fin de manifestar sus inconformidades al Estado y buscar un respaldo en la ciudadanía. Les dicen la Minga y ellos saben que han estado organizados defendiendo sus derechos de modo colectivo.


Partieron del norte del Cauca, una zona ubicada al suroccidente del país en las regiones Andina y Pacífica; limitando al norte con el Valle y Tolima, al oriente con el Huila, al suroriente con el Caquetá, al sur con los departamentos de Putumayo y Nariño, y al noroccidente con el océano Pacífico. Territorio que cuenta con 13 municipios: Buenos Aires, Caldono, Caloto, Corinto, Guachené, Jámbalo, Miranda, Padilla, Puerto Tejada, Santander de Quilichao, Suárez, Toribío y Villa Rica, donde habitan más de seis pueblos de origen. Allí nació La Minga, una necesidad de, primero, conquistar tierras, luego, de impedir que se las quitaran.


De esta zona del país se viene desplazando la organización indígena “Los vientos del sur”, desde el pasado jueves 9 de junio de 2022, en el municipio de Ipiales, Nariño, en la frontera con Ecuador, uniéndose a otros grupos provenientes del Caquetá y Putumayo, con el propósito de alcanzar apoyos para el proyecto político del Pacto Histórico. Su recorrido incluyó la ciudad de Pereira, luego de haber hecho la caravana multicolor desde la ciudad de Cali. Los cientos de personas que viajan en las chivas pasaron la noche en la intemperie del clima lluvioso con el que los recibió la ciudad de Pereira. El equipo de comunicaciones de la Minga y una delegación de la Fundación Paz & Reconciliación (Pares), equipo que lidera la Escuela de Liderazgo Juvenil con énfasis étnico y territorial, en Pueblo Rico, Risaralda, estuvo liderando en conjunto con el comité de comunicaciones del Sindicato de Educadores de Risaralda (SER), Congreso de los pueblos, y CRIC, los protocolos de seguridad para recibirlos en el parque Olaya Herrera, donde se preparó una “juntanza”, con actividades políticas y culturales.


La Minga indígena en el Parque Olaya, Pereira. Foto de: Érika Montaño Rojas.

Las mañanas de domingo en el parque Olaya Herrera de la ciudad de Pereira, por lo general, son frecuentadas por deportistas que suelen salir en familia; el parque es muy central para eventos culturales. Estábamos todos listos, expectantes, sonido afinado, líderes y lideresas por el “Pacto Histórico” tenían todo listo para recibir a los pueblos de origen, quienes han resistido por más de 400 años en una lucha por sus territorios, abatidos por una guerra entre paramilitares y guerrillas y múltiples hechos violentos. No es para menos que el recibimiento sea lleno de fuerza, camaradería, admiración, música y tambores al mando de “Las Piquiñas del Chango”, batucada que se gestó en un barrio popular de la ciudad de Pereira y que cree firmemente en la transformación social por medio del arte.





Siendo las once de la mañana aproximadamente empezó a llegar la caravana multicolor. Nos acercamos a las chivas para recibirlos con abrazos y sonrisas de admiración: eran más de 500 personas, se podría decir que mitad hombres y mitad mujeres, no había distinción de género para la ubicación en las chivas, mujeres y niños se bajaban de las partes superiores sin esfuerzo alguno, habilidad, fuerza, ímpetu eran sus expresiones corporales al bajarse y tocar “territorios desconocidos”.


El grupo de comunicaciones ya había alertado a las personas que estaban en el lugar de la llegada, variedad de transeúntes se paraban a mirar qué ocurría allí, algunos sin dejar de mirar a la “Minga” con ojos despectivos, tildándolos de “guerrilleros” o de “mamertos”. Proseguía la actividad cultural y política que por momentos irrumpió el lugar del deporte. Había ruido al fondo producido por aeróbicos con sonidos bastante fuertes, debimos solicitar a los organizadores de este evento que nos regalaran unos minutos de silencio para el acto protocolario y étnico de la Minga. Proseguimos con el acto, Los Vientos del Sur deberían seguir su ruta hacia el municipio de Santa Rosa de Cabal, donde tendrían otras actividades para seguir así su destino final a Neiva, capital del Huila.


Se organizaron de manera muy rápida hombres, mujeres y niños en filas, con sus vestuarios coloridos, botas, mochilas y bolsos a sus espaldas, pañoletas de color rojo y verde cubrían el espacio, banderas de colores conocida como Wiphala, cargadas de significados que representan rasgos de sus cosmogonías y una protesta anticolonialista, empuñaban sus bastones en la mano derecha con fuerza y autonomía, esperando que iniciara su himno de la Minga indígena. En sus rostros se podía notar agotamiento, pero no era un obstáculo para iniciar su marcha espiral alrededor del parque. Inició la marcha, parecía que el agotamiento de la larga noche sin dormir por las lluvias no les imposibilitara continuar con su acto “heroico”.


El grupo de investigación y reportaje de Pares tenía como objetivo principal entrevistar a dos mujeres líderes, pero también contábamos con muy poco tiempo. Los Vientos del Sur son personas organizadas y el tiempo para llegar a su destino lo tienen contabilizado. Debíamos enfocarnos en dos mujeres representativas para la entrevista. A lo lejos visualizamos a una mujer que estaba en la tarima con firmeza y postura de líder, me le acerqué, me presenté y le di la mano, ella me dio su nombre y un abrazo. “Yaneth, ¿podría permitirnos una presentación de este evento e invitar a los pereiranos a este acto cultural y político?”, -Claro que sí, me respondió, y de inmediato caminó con nosotros para hacer el video.



Video cortesía de Carlos Rosero, director de comunicaciones del Sindicato de Educadores del Risaralda (SER)


Yaneth Campo indígena Nasa perteneciente a un resguardo indígena llamado Toez del municipio de Caloto al norte del Cauca, es una mujer que ha venido trabajando durante más de 30 años por su comunidad, ella representa el rechazo hacia la violencia en contra de las mujeres. “La violencia en contra de la mujer es una desarmonía que se presenta bajo una relación de poder que hace considerar al hombre tener la potestad de atentar contra la vida de una mujer”, dicen las mujeres del cabildo.


“Cuando conocemos hechos violentos contra la mujer nos sentimos frustradas, amenazadas e impotentes, pues sentimos que no podemos caminar tranquilas dentro y fuera de nuestros territorios”, dice Yaneth Campo, y continúa: “ya nosotros no sentimos cansancio, caminar y caminar por la misma causa ya nos volvió inmunes al agotamiento, Casi 400 años venimos pidiendo un cambio para este país donde la justicia social no ha sido un referente”. Me explicaba, aunque apresurada pues ya tendría que subir de nuevo a la chiva para trasladarse al siguiente destino.


Proseguimos con otra entrevista, esta vez una representante del resguardo de Guambía dirigidas por Mama Sandra, la gobernadora del resguardo. María Esneida Tumbelim mujer del pueblo Misak, viaja con su hija Sofía de tan solo 7 años de edad, con ellas dos había 7 mujeres del municipio de Silvia, “Misak significa madre de los bosques”, nos cuenta María Esneida. Ella y su hija estaban aparatadas del resto de las mujeres, su hija se comía un helado, posiblemente para refrescar el calor mañanero de ese domingo soleado.


Les pregunté si estaban agotadas, a lo que me dieron respuesta que no.


Ella prosiguió contándonos por qué estaba ahí, “venimos para defender nuestros derechos como mujeres, no queremos que solo seamos vistas como domésticas, donde quedarnos en la cocina sea nuestra insignia, nosotras las mujeres tenemos otro tipo de participación en la sociedad, ¡venimos apoyar al Petro, ya lo conocemos y ha trabajo con nosotros”, nos dice María. La Minga es el lugar de los desplazados, de quienes buscan sus derechos porque no se los cumplen, también siguen el ideario de caminantes y hasta que no sientan que se hace justicia, seguirán recorriendo el país.



Video cortesía de Clos Rosero, director de comunicaciones del Sindicato de Educadores del Risaralda (SER)

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