Por: León Valencia
Este lunes 21 de noviembre arranca con buenos augurios las negociaciones de paz entre el gobierno de Gustavo Petro y el ELN. Lo nuevo, lo verdaderamente nuevo, es que por primera vez en Colombia un gobierno de izquierdas se sienta a negociar con una guerrilla. El ELN había intentado la paz infructuosamente con cinco gobiernos de derechas. Esta vez tiene la gran oportunidad de llegar a la vida civil de la mano de la izquierda y contribuir a la paz total y a los cambios sociales y políticos que enarbola Petro.
En el siglo XXI el estado colombiano ha realizado dos grandes acuerdos parciales de paz: el de Álvaro Uribe con los paramilitares y el de Juan Manuel Santos con las FARC. Petro quiere marcar la diferencia y comprometer a todos los actores en el cese de las violencias. Es un ambicioso plan. Sería el cierre de un periodo de sesenta años de violencias diversas, algunas con signo político, otras por disputas de las rentas de economías ilegales.
Ahí está el gran papel que la historia extrañamente le ha asignado al ELN: convertirse en el centro de la paz total, ser el principal protagonista del cierre de un ciclo histórico. No creo que el ELN desperdicie esta oportunidad.
Pero Petro no sólo quiere comprometer a los grupos en armas en la paz total. Quiere comprometer también a fuerzas políticas y sociales que en el pasado se han opuesto con uñas y dientes a la paz con las guerrillas y que tuvieron algún nexo ideológico o práctico con fuerzas ilegales. Así que ha buscado acercamientos con el expresidente Uribe y ahora, en una audaz iniciativa, vinculó a José Feliz Lafaurie al equipo negociador del gobierno bajo la conducción de Otty Patiño, exguerrillero del M19.
La presencia de Lafaurie es tan interesante como compleja. Será una negociación a dos bandas. Significa que Danilo Rueda, Comisionado de Paz, y Otty Patiño, cabeza de la delegación, tendrán que negociar con el presidente del gremio ganadero las propuestas que le presentarán al ELN. Significa que el ELN tendrá al frente no sólo al Estado sino a un antagonista de la sociedad civil.
El presidente Petro, en el 39 congreso de los ganaderos, escenario donde le hizo la propuesta a Lafaurie, dijo que la compra de tres millones de hectáreas a los ganaderos para entregarlas a los campesinos y promover en estas tierras la pequeña y mediana producción de alimentos en el campo, es el corazón del pacto social en Colombia y a su vez el pacto social es la condición sine quanon de la paz total. Entonces, tierras y participación en la mesa de negociaciones sería el aporte de los ganaderos a la reconciliación nacional ¡Nada menos! Esperemos que las cosas salgan.
La delegación del ELN también tiene sus novedades. La componen 17 mandos de esa guerrilla. Una delegación numerosa que compromete directamente a todos los frentes y grupos de esa guerrilla. En ella va a estar por primera vez el líder histórico Nicolás Rodríguez Bautista, alias Gabino, el único fundador vivo de ese movimiento. A la cabeza estarán dos miembros del Comando Central: Pablo Beltrán y Aureliano Carbonell. En el lanzamiento de las conversaciones, el mes pasado en Caracas, estuvo igualmente Antonio García, primero al mando.
Con estos acontecimientos arranca la negociación y también con una agenda ya acordada en el gobierno de Santos y el diseño avanzado de un cese bilateral al fuego y a las hostilidades. Gran punto de arranque. Pero esto no quiere decir que todo será fácil. EL ELN va a insistir en cambios sociales y políticos en las regiones donde tiene presencia y estas transformaciones deben empezar antes de su desmovilización y desarme; va a insistir en una amplia participación de la sociedad civil; va a reclamar muestras evidentes e inmediatas de transformaciones sociales y políticas en el país; va a pedir nuevos marcos de justicia y verdad que interpreten su propia historia. Nada fácil.
En todo caso este lunes sabremos más del futuro de estas con versaciones de paz.
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