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“Todo el mundo está esperando el día en que Uribe y Duque rompan”

Por: Mateo Quintero, Redacción Pares


Hoy, 7 de noviembre de 2018, se cumplen tres meses de la posesión de Iván Duque como nuevo presidente de la República. El nuevo mandatario ha tenido un estilo de gobierno totalmente opuesto al de su antecesor Juan Manuel Santos. Las consignas de paz, postconflicto y reconciliación han sido cambiadas a las de legalidad, seguridad y emprendimiento. Esto es claro teniendo en cuenta uno de sus eslóganes más recurrentes: “El que la hace la paga”.

Además de esto, los diálogos de paz con el ELN parecen flaquear, pese a que esta guerrilla ha mostrado, en reiteradas ocasiones, intenciones de continuar con los diálogos. El Acuerdo de Paz, la JEP y la Comisión de la Verdad están en veremos. Cada vez la política exterior se acerca más a los intereses de Estados Unidos, esto es notable con la presencia del embajador en Washington, Francisco Santos. Por otro lado, los nombramientos diplomáticos que más han parecido favores políticos.

El Gobierno aún no inscribe un negociador frente a los diálogos de paz con el ELN, no se tiene certeza si, en efecto, los diálogos continuarán. La JEP sufre constantes choques de trenes con la Fiscalía; el Centro Democrático y Cambio Radical tienen intenciones de quitarle dientes. La Comisión de la Verdad no avanza. Así las cosas, el panorama parece de cambio frente al gobierno de Juan Manuel Santos. Para realizar un balance de los primeros tres meses del gobierno de Iván Duque, hablamos con León Valencia, director de Pares.

¿Cuál es su balance de los tres meses del gobierno de Duque?

Yo creo que hay dos cosas principales: una, que ha arrancado mal en algunos temas y eso le va a costar caro; la otra es que no hay perfil de gobierno, no hay una claridad de hacia dónde va a ir. En el primer caso ha arrancado mal en las alianzas políticas, no veo que tenga una coalición de gobierno clara. En el Congreso no hay un liderazgo y no hay unas mayorías de Gobierno y eso es reconocido por algunos actores políticos. De manera que un primer problema es de Gobernabilidad.

Dicen Duque y el Centro Democrático que no hay gobernabilidad por la nueva manera de gobierno, porque no va a repartir mermelada y va a tener una relación transparente y clara con los parlamentarios, basada en ideas, basada en proyectos. Mucha gente sospecha que es una estrategia no tan bondadosa. Lo que busca es, primero, preservar la mermelada para su propio partido y, segundo, dejar que los demás partidos políticos, en las elecciones locales que vienen, no tengan de dónde pegarse para mantener una fuerza política local y eso le permita al Centro Democrático crecer en las regiones.

La otra cosa es que se ha metido en unas cosas bastante impopulares como es la reforma tributaria, de ahí piensa sacar 11.5 billones de pesos del faltante que son 14 billones de pesos. Concentra su esfuerzo en los recursos en este gravamen general del IVA y eso es muy impopular porque varios economistas han dicho que eso es gravar por igual a pobres y a ricos.

El segundo gran problema es en cuanto a cómo articula seguridad y paz. El criterio fundamental del gobierno es la seguridad y ahí se juega fundamentalmente su proyecto político. Eso es lo que llamamos el cambio de péndulo, el péndulo estaba en la paz como idea fundamental y pasó a la seguridad. ¿Cómo va a hacer para mantener su idea de proyecto político de seguridad y cómo va a meter la paz dentro ese proyecto de seguridad? Eso es lo que no está claro.

Hay cuatro cosas fundamentales que van a definir el futuro del gobierno de Duque: si continúa o no la negociación con el ELN; la extradición o no de Santrich; cómo trata el tema venezolano, que cada día tiene más incidentes en frontera y que se amenaza con algunas escaramuzas militares; y cómo trata lo que era la Ley de Sometimiento a la Justicia del Clan del Golfo.

¿Cree que hay una articulación entre el gabinete de Duque y las instituciones?

El gabinete de Duque es un gabinete muy uribista. El ministro de Hacienda, que es el principal ministro, viene del gobierno de Uribe. El ministro de Defensa y la ministra del Interior, que son los otros dos ministros más importantes, también son de la esencia de Uribe y el Canciller también. Esos cuatro ministerios están en manos del expresidente.

Luego hay una serie de ministros nuevos más cercanos a experiencias de la vida personal de Duque y escogidos por sus condiciones técnicas. Esa gente está en una curva de aprendizaje enorme, porque es gente que no ha tenido una vida pública y una participación en gobiernos. Yo diría que ese gabinete no está articulado y no hay un liderazgo grande del propio Duque, porque unos obedecen más o tienen más referente al propio expresidente Uribe y los otros apenas están aprendiendo.

¿Cree que existe una articulación entre el presidente y el Centro Democrático?

Sin duda. Yo creo que están empezando a gobernar y él hace parte esencial de ese partido. Es su alianza política. Ahora, lo que no se ve es que tengan un proyecto coherente. Todo el mundo está esperando qué día rompen Uribe y Duque, esa es la idea, siempre que van a juzgar al gobierno la gente piensa que Duque está tomando independencia, otros dicen que es pura trampa y que es una conspiración que tienen entre ellos.

Yo creo que la cosa es más compleja. Hay una identidad fundamental en un proyecto político, hay diferencias internas, pero también una correlación de fuerzas. Porque la política no se basa solo en la voluntad, en la claridad de unas ideas, la política se basa en correlación de fuerzas, en la capacidad tengo para llevar a cabo unas iniciativas y proyectos.

¿Qué contradicciones encuentra entre el discurso de campaña de Duque y sus acciones desde que asumió la presidencia?

Yo creo que muchas. Primero, la paz. Hubo un discurso muy duro contra la paz, arrancó con un discurso muy duro, incluso, contra el ELN y ha venido moderando ese discurso por las realidades. Primero porque era muy difícil, por ejemplo, romper una mesa inmediatamente mientras el ELN decía que quería seguir. Duque ha venido presionando al ELN y ganando tiempo y no se sabe si va a romper o no romper, pero por los menos puso plazos. Estableció un plazo de 30 días. Va tres meses y no ha tomado una decisión.

Con las FARC también fue muy duro sobre temas clave donde él decía que no iba a admitir ciertas cosas. Respecto a la participación política, sacar de la participación política a los líderes, sobre la JEP también refirió sus intenciones de romperla, que no ha podido hacerlo, a pesar de todos los esfuerzos y de todos los embates.

Había sido un crítico del IVA para la canasta familiar, ahora está el ministro Carrasquilla está poniéndole un IVA, y ya eso es una contradicción muy grande. En la lucha contra la corrupción que fue un sentido del debate y del discurso ya empieza a tener sus primeros tropiezos, y tampoco le ha dedicado su alma, vida y sombrero a eso, no tumbó la consulta, pero tampoco tiene el liderazgo para sacarla.

¿Para quién está gobernando Iván Duque?

En distintos caminos para un proyecto que es legítimo de derechas. Ha hecho muchas manifestaciones y acciones para regresar el país a puntos en donde el centro es la seguridad. El tema de conquistas de libertades individuales ha sido atacado, como en la dosis mínima o como la no penalización de este tipo de prácticas.

Está gobernando con una agenda pro-Estados Unidos, que en Colombia empezábamos cambiar. Empezábamos a tener relaciones más diversas con Europa, unas relaciones mucho más abiertas y menos ligadas a Estados Unidos. Estamos muy a favor de los intereses de ese país. Hay una agenda muy ‘progringa’ que lesiona mucho lo que habíamos conquistado con los vecinos suramericanos y creo que para eso también está gobernando, para una agenda que está mirando hacia el norte y menos hacia el sur.

¿Ve intenciones para mantener los diálogos de paz con el ELN por parte del gobierno?

Es muy difícil mantenerlos porque les ha exigido unas cosas al ELN que para ellos son muy difíciles, porque el ELN no tiene una decisión clara de terminar esa guerra. El ELN está explorando si se mete en un proceso serio de paz o no. Y las incidencias del ELN parece que a Iván Duque no le gustan, que es liberar los secuestrados, abandonar el secuestro, abandonar todo el conjunto de acciones militares como plan inicial de negociación y entonces ellos dicen “estamos dispuestos a discutir todo esto, pero en la mesa”. Y ahí están en un impase enorme.

En cualquier momento se va al traste todo. Con un incidente duro, como un enfrentamiento entre la fuerza pública y el ELN, o una acción del ELN desbordada que impaciente a la opinión pública, en ese momento se va al traste todo porque lo que hay es una mesa con un solo actor en La Habana. Y todavía el Gobierno no ha decidido llegar a esa mesa.

¿Cómo ve la implementación del Acuerdo de Paz con las FARC?

Nosotros tenemos un balance agridulce de la implementación. Sin duda hubo un avance importante en la desmovilización y desarme de las FARC, en las disidencias que todavía están en un nivel estándar internacional, que es un 10% de esa fuerza. Eso ha sido muy bueno para el país. Ha habido un impacto positivo en la disminución de factores de violencia que causa el conflicto: homicidio, desplazamiento forzado, secuestro, heridos y mutilados por minas, todos esos son aspectos positivos del proceso de paz. También la llegada a la lucha política y democrática del proceso de paz, con todas sus dificultades, ha sido muy importante.

Los anuncios de Duque son que tienen algunos reparos al proceso de paz, en los temas de justicia, en prerrogativas políticas para los jefes de las FARC, pero que van a cumplir con el Acuerdo y tiene un balance crítico de lo que había hecho Santos. Son las cosas buenas.

Por otro lado, en el plan de reformas no ha tenido ocasión. La reforma política no ha pasado. Incluso la reforma de ampliar las curules para las víctimas tampoco ha tenido posibilidades. La reforma agraria se hundió. Esos son los aspectos en rojo del proceso de paz.

¿Cómo ve a Iván Duque frente a la JEP y a la Comisión de la Verdad?

Ha habido una posición muy contradictoria porque el uribismo ha buscado siempre desconocer esta justicia transicional o lo que sería solo aplicarle justicia a las FARC y no a ninguno de los otros actores participantes. El uribismo ha logrado bastante: sacó a los expresidentes, sacó a los terceros de la obligación de concurrir, ahora hizo una negociación para hacer una diferenciación entre los militares y agentes del Estado con los propios guerrilleros y meter una idea de nuevos magistrados para atender los casos de los militares. También le ha quitado la fuerza a la confesión mediante el acuerdo que hizo con los partidos. Ahí son cosas durísimas contra ese proceso de justicia que es base para la reconciliación nacional.

Lo que uno siente, tanto en el Centro Democrático, como en las élites políticas es que todavía no han aceptado que estuvimos en un conflicto armado donde ellos tienen una responsabilidad, por supuesto, las FARC tienen una responsabilidad enorme, y las guerrillas en su conjunto; pero acá, de la parte del Estado, los paramilitares, terceros, hay otra gran responsabilidad en violaciones a DD. HH al DIH. Es que esto es una tragedia. Son más de 8 millones de víctimas. Y por esos 8 millones de víctimas no pueden responder solo las FARC.

¿Cree usted que Duque apoyaría la justicia transicional?

No. Él hace parte de esa matriz de personas en las élites políticas que todavía no están tan convencidas de que la justicia transicional para todos.

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