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Presidente, hay 18 millones de personas sin vivienda digna

Por: Laura Cano. Periodista Pares.


El aislamiento preventivo obligatorio decretado desde el pasado 24 de marzo ha dejado ver todas las desigualdades que el sistema que nos rige económica y socialmente ha provocado, afectando, como ya es cotidiano escuchar, unas clases más que otras. Muestra de eso, además de todos los panoramas que han resaltado en los últimos días, como las calles llenas de gente con hambre, trapos rojos izados en varias zonas del país, ayudas que no llegan, pero sí llega la represión y los abusos policiales como respuesta a las solicitudes de la gente, se le suma algo no menor: en Colombia el 36,6% de los hogares están en déficit habitacional.


Así, como una paradoja del #QuédateEnCasa, famoso en tiempos de Covid-19, el DANE informó este jueves sobre la situación registrada en el 2018 de las condiciones de vivienda de los casi 50 millones de personas que habitan en Colombia, de este total, 18.2 millones no cuentan con vivienda digna, esto determinado por factores cuantitativos y cualitativos.


Viviendas sin condiciones de habitabilidad


Por una parte, se evaluaron factores de la estructura de vivienda, pues según lo analizado 1.378.829 hogares, el 9.8% de los 14.060.645 que hay en el país, tienen problemáticas cuantitativas; están construidos con tejas, plásticos o madera, además presentan situaciones de hacinamiento no mitigables, determinadas por contextos en donde en una vivienda se hospedan más de cuatro familias o más de tres personas por habitación, e igualmente porque en estos espacios también se realizan otras actividades, por ejemplo, culinarias, es decir, en una misma zona se duerme y se cocina.


Por otro lado, 3.765.616 que representa el 26.8% están en déficit de vivienda cualitativo, el cual se establece en los hogares donde no hay condiciones adecuadas de habitabilidad; no han sido instalados servicios públicos, alcantarillado o en su estructura hay dificultades, sin embargo, en estos casos las viviendas pueden ser objeto de ajustes o intervenciones para mejoras. Igualmente, según este informe 19.000 familias viven en cambuches, carpas o debajo de puentes.


Así, en Vichada (94.5%), San Andrés, Providencia y Santa Catalina (92,8%) y Chocó (91,2%) se vive esta realidad de manera más dramática, pues en estos departamentos se presentan las cifras más altas de personas viviendo en situaciones indignas de habitabilidad. En contraste, Bogotá registró el menor porcentaje con el 14,1%, seguida por los departamentos de Quindío (20,2%), Risaralda (23,5%) y Valle del Cauca (24,5%), que, aunque es donde hay menores registros, no dejan de ser cifras altas.


A esto se agrega que de las 18.236.098 personas están en déficit habitacional, 9.117.308 son mujeres y 9.118.790 son hombres, por su parte 1.057.693, que representa el 58% del total, es población migrante de Venezuela.


Sin casa hablar de aislamiento es un sinsentido


En un país donde uno de sus mayores problemas históricamente ha sido el acceso a la tierra para habitarla, es contradictorio jactarse virtualmente de que, si una parte de la población está en casa el resto deba hacer lo mismo.


Presidente, ¿ha tenido usted presente este contexto?, contexto que, si bien está plasmado en las cifras anteriores, también resalta en el día a día; donde solo en Bogotá para el 2018 había 9.538 personas en condición de habitabilidad en calle, según cifras del DANE e Integración social. Cuando en el paisaje de muchos municipios y barrios sobresalen las casas hechas con “lo que se puede”.


Presidente, sus decretos deben repensar esta realidad y mínimamente tenerlas en cuenta. Estas personas están en vulnerabilidad de contagio, ahora lo vemos, pero también han pedido atención y acciones desde antes de la pandemia.


Hace tan solo unos días, una población del barrio Bella Flor en Ciudad Bolívar que puede que esté o no en los datos nombrados, fue desalojada de donde estaban intentando hacer caso al llamado de quedarse en casa, eso sí, no dentro de los cánones que parecen estar salvaguardando mucho ahora las entidades distritales, que como acción mandó al Esmad para destruir las ‘invasiones’ en las que estaban estas personas, y asimismo para reprimirlas y llenarlas de miedo.


¿Así, en esas condiciones tan precarias se piensa combatir institucionalmente el virus y las problemáticas sociales en estas poblaciones? Muy pertinente en estos momentos una de las frases más icónicas de la película La Vendedora de Rosas (1998) de Víctor Gaviria: “¿pa’ qué zapatos, si no hay casa?”, ahora la pregunta es ¿Pa’ que cuarentena, si no hay casa?

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