Por Giorgio Londoño Medina. Investigador Nacional PARES
Luego de más de 27 días de movilización, las comunidades indígenas, negras y campesinas reunidas en la Minga del suroccidente sintieron a distancia del gobierno nacional frente a sus reclamos.
La “silla vacía” que dejó el Presidente de la República en la plaza central de Caldono, el turbio anuncio del Fiscal General de la Nación sobre supuestos planes de atentar contra el presidente durante su visita al territorio y, además, la decisión de este de resguardarse en la Casa Lúdica del municipio, transmitió un mensaje de desconfianza que produjo un desencuentro mucho más amplio que los trescientos metros que separaban la plaza de Caldono, llena de mingueros a la espera, de la Casa Lúdica, con un presidente atrincherado entre doscientas sillas blancas desocupadas.
En los próximos días tendrá lugar el primer Paro Nacional de Duque y parece venir cargado del sinsabor que dejan semanas de movilizaciones en el suroccidente.
Además, en menos de un año este gobierno ha afrontado dos grandes protestas y en ambas ha brillado por su baja y desatinada capacidad para entablar diálogos. Con ánimos de comprender qué sucederá con la minga de cara al futuro, pero además para entender sus complejidades y enseñanzas, PARES habló con Feliciano Valencia, líder indígena Nasa, Senador de la república y uno de los voceros más reconocidos de este proceso.
En el fondo, nos dice el Senador Valencia, el problema es que “no hay un entendimiento real y sincero. Estamos hablando con alguien que tiene su propia interpretación y no entiende nuestros asuntos. Asimismo, como no los entiende, transmite un mensaje erróneo y termina tergiversando, estigmatizando y, en definitiva, eso no ayuda para nada”.
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PARES: Quisiéramos arrancar esta entrevista preguntándole ¿qué se viene para la minga luego de la silla vacía que dejó el presidente Duque?
Feliciano Valencia: Cuando uno mira el contexto llega a la conclusión de que se vienen tiempos muy duros para nosotros porque se desató una campaña de desprestigio, de deslegitimación y de amenazas.
Hoy vemos los comentarios que se han venido dando contra los distintos procesos de la minga y nos preocupa que ya contemos con siete (7) panfletos de las supuestas Águilas Negras en contra de distintos voceros y voceras. Tenemos también audios amenazantes y quedó en el ambiente toda una sensación de confusión respecto de lo que se planteaba.
Lo que uno ve en la opinión pública es que se dice que nosotros solo buscábamos asegurar recursos, pero nunca entendieron el debate que era de carácter político con el presidente de la república.
Eso se planteaba en términos de una “conversa” sobre asuntos estructurales porque tiene que ver con la autonomía que hemos venido ejerciendo. Tiene que ver con el fortalecimiento de los gobiernos propios y tiene que ver con la deuda histórica y social de la tierra.
También tiene que ver con las muertes y los asesinatos que se han venido cometiendo contra líderes y lideresas indígenas pues vemos cómo se reactivan nuevamente grupos armados al margen de la ley y cómo vuelven a coger fuerza actividades ilegales como el narcotráfico o la minería y prácticamente someten nuestro ejercicio de autogobierno.
Así que después de esto vemos muchos asuntos que nos preocupan sobre manera: la seguridad física y familiar de los mingueros y mingueras y muchos retos en términos de cómo concretar el capítulo indígena que se incorporó en el Plan Nacional de Desarrollo, por ejemplo.
Además, para el caso del recurso adicional que se logró conquistar en la minga del suroccidente, se vienen dando reuniones concretas con los ministerios para acabar de definir marcadores presupuestales, así como planes, programas y proyectos, y entonces viene un gran debate sobre cómo vamos a blindar esos recursos para que no sean movidos para otros lados.
Aunque se pactaron ochocientos veintitrés millones (823’000.000) de pesos, aún no tenemos la certeza de que se vayan a manejar mediante convenios directos con las autoridades indígenas o sus organizaciones.
Nosotros tenemos miedo de que suceda lo mismo que en el anterior Plan Nacional de Desarrollo, el del gobierno Santos, cuando se asignaron entre ocho y diez billones de pesos, pero lo hicieron de manera transversal.
Es decir, regaron todos los recursos en la oferta y la misionalidad del gobierno. Lo regaron en programas, lo regaron en proyectos, lo mandaron a las alcaldías, lo mandaron a los departamentos para después de terminado su periodo hacer un balance en el que solamente se cumplió el 6%.
Se nos vienen además muchas tareas para lograr fortalecer los mecanismos de protección y autoprotección. Esto siempre ha sido así, cada vez que se hace una actividad de este tipo nos matan compañeros y compañeras. Esa siempre ha sido la constante. Hay gente que no entiende la situación, se radicaliza y llega a tomar este tipo de acciones.
Y, finalmente, se viene un trabajo muy grande hacia adentro de las comunidades para explicar en detalle lo que se ha logrado. Ustedes entenderán que es un esfuerzo muy grande el que hace la gente.
Preparar la minga requiere alimentos, sembrar y cosechar con anticipación, requiere guardar cosechas, requiere guardar recursos y ahorrar para sufragar gastos; requiere dejar de trabajar un mes en la parcela. Garantizar que se mantenga la minga implica todo un esfuerzo colectivo.
Por eso también fue tan diciente cuando el presidente de la república va a Caldono y no habló con nosotros. No es una cuestión de egos, no es una cuestión de soberbia, es que la gente fue a escuchar al señor Presidente de la República para que respondiera frente a lo que preocupaba. No atendernos es una situación muy grave para nosotros. Con semejante esfuerzo…
Pero en esa medida, creo que también se nos viene una tarea muy grande ya en asuntos organizativos para mantener la unidad de los mingueros. Cómo lograr esto es el reto más grande porque con los recursos que se lograron puede llegar a dispersarse la unidad o se fraccionan los asuntos.
PARES: ¿Qué ha pasado con las judicializaciones?
F.V: Ese es el otro gran temor de los mingueros porque nos abrieron cuarenta y dos (42) procesos judiciales y de esos se ejecutaron alrededor de siete (7); tres (3) de ellos tienen detención intramural, es decir que están condenados y encarcelados. Los otros están en proceso de investigación.
Para ese tema se creó una reunión con la fiscalía y se espera abordar esos asuntos porque las acusaciones van desde terrorismo, quema de vehículos y atentados contra funcionarios públicos hasta bloqueos de la vía y hay demandas de reparación de daños por perjuicios económicos.
En fin, se va a tratar de conversar a ver cómo se solucionan esos asuntos dado que El Pital, donde se concentró la Minga, no obstante ser atravesado por la vía Panamericana, es territorio indígena. Los mingueros son indígenas y podríamos entrar a un choque de competencias.
Sobre todo, lo que nos importa es esclarecer las acusaciones que se están haciendo porque desde lo que uno ve, el tipo “secuestro”, por ejemplo, no cabría. Nunca se retuvo a militares, ni siquiera a los que disfrazaron de civil e intentaron infiltrar en la minga. Hay una discusión muy fuerte que hay que dar para aclarar la acción de la justicia ordinaria contra los mingueros.
PARES: Y, puntualmente, ¿cuál es la posición frente a ese conflicto?
F.V.: Hay que analizar varias cosas, por ejemplo, los que ya están condenados y encarcelados por su condición de indígenas deberían ser trasladados a los territorios indígenas. Esa es la primera batalla que hay que dar. Y en segundo caso sería revisar las acusaciones que hay sobre los que están sindicados para pedir que se esclarezcan los hechos porque muchos no son como los plantean.
PARES: ¿Cuál cree usted que podría ser el punto más crítico de las próximas semanas? ¿retomarán los bloqueos luego del 25 de abril?
F.V: No, hasta ahorita lo que la Minga ha ratificado es que no se cierra el diálogo. Esperamos que el gobierno responda pronto para ver si se da otra posibilidad de hacer un encuentro con el presidente. La minga está dispuesta a conversar y parece que el presidente también ha dicho que el diálogo no se rompe.
El segundo tema es que viene la jornada del 25, la Minga no ha determinado cómo va a participar porque eso está sujeto a una evaluación de lo que fue el proceso pasado y al objetivo del paro nacional. Eso lo determinan las autoridades indígenas, toda vez que un mes de movilizaciones deja bastante apretadas a las comunidades, sobre todo en asuntos de sostenimiento.
Ya se irán tomando determinaciones, pero por ahora las preocupaciones más grandes son solucionar el tema de las judicializaciones y las amenazas, las tareas técnicas que quedaron para concretar definitivamente los recursos y, además, la promoción de la unidad en la minga.
PARES: ¿Pero la minga sigue?
F.V: La minga siempre ha estado y siempre seguirá, venimos movilizados desde hace muchos años. Hay que entender que nosotros no nos movilizamos coyunturalmente, es una constante y se van determinando actividades. Como dijeron en Caldono: hoy somos más fuertes y hay que seguir luchando por nuestros derechos.
PARES: ¿Cuál mensaje cree usted que no ha entendido el gobierno?
F.V: Hay un estigma que se ha usado mucho y es que por nosotros estar en zonas de conflicto armado nos califican de ser proclives a esos grupos ilegales o nos acusan de convivir con ellos, pero nunca reconocen que nadie ha estado más enfrentado a estos grupos que nosotros los pueblos indígenas. Mucha gente no ha entendido que protegemos el territorio.
Mucha gente tampoco entiende que hemos pagado un alto costo por atrevernos a construir “autonomía”, porque ese término incomoda a todo mundo. Eso no lo ha visto la sociedad y por eso nos fustigan. Salen a decir ¡es que la disidencia los infiltró! ¡ustedes financian la minga con el narcotráfico! ¡Maduro les mandó plata! Pero no saben el sufrimiento que padecemos para mantener el territorio libre de acciones ilícitas.
Al contrario, salimos a la movilización y con lo que regresamos es con muertos y heridos, con mutilados en vez de resultados. Es que dicen: “estos indios tienen y quieren tener más. Les está dando el gobierno y salen a bloquear las vías”.
Y no, nuestra profesión no es bloquear vías. La actividad nuestra no es salir a molestar a la gente, pero es el único mecanismo que nos ha servido. Absolutamente todo lo que tenemos se ha logrado luchando, poniendo muertos, sacrificando tiempo. Aquí el Estado nunca nos ha regalado nada.
Y por el otro lado, la sociedad no ve las cosas buenas que hacemos en medio de muchas dificultades.
La juventud indígena sobre todo está haciendo también industria y empresa con recursos de ellos y la educación nuestra también la estamos recuperando para mantener nuestra ancestralidad.
En fin, hacemos una cantidad de cosas que si se conocieran y se visibilizaran cambiarían esa visión que algunos tienen de los pueblos indígenas. No somos mendigos, no andamos molestando.
PARES: Parece que un punto crítico ha sido la forma en que el gobierno asume el diálogo ¿Qué debe cambiar frente a esto?
F.V: Yo creo que en este mes de movilización el gobierno aprendió realmente por qué es que molestamos tanto los indígenas. Yo siento que la señora ministra del Interior y el doctor Ceballos, así como la directora del DNP (Departamento Nacional de Planeación), entendieron allá en terreno, con botas puestas y en medio del barro, soportando los malos olores de nosotros los indios (risas), cómo es que realmente se conversa con la gente.
Ojalá ellos hagan escuela y le hagan entender al gobierno que allá tenemos otra lógica y que no es la misma de ellos. Allá no vale eso de que “es que yo soy el ministro y yo mando”.
Allá tenemos voceros, pero quien realmente manda es la gente en pleno, por eso se decide y se habla con la gente. Por eso falló la reunión con el presidente en Caldono, porque él creía que era llegar y decir “vengan aquí a la escuela, solo recibo doscientas personas y arreglo el tema”.
Eso fue lo que pensó, pero la minga lo que dijo fue “acá hay miles de personas que lo están esperando y la conversa es con nosotros porque a nosotros, a todos, nos gusta escuchar lo que tiene que decir el señor Presidente de la República”.
Esa lógica no la entendió y se atrincheró en la escuela seis horas allí metido, llamando a la Minga, y la Minga acá, en el parque, llamando al presidente. No se pudo llegar a un acuerdo básicamente porque así no se conversa con la minga, con la gente.
Alguna vez le hice una pregunta al presidente Santos en tiempos de su primer mandato, cuando llegó a Toribío. Le preguntamos ¿Usted ha visto quién realmente manda en este territorio? ¿Quién lo recibió? La guardia indígena ¿Quién lo trasladó hasta Toribío? La guardia indígena ¿Dónde está la policía en Toribío? Queríamos preguntarle al señor presidente Duque ¿Entiende usted la autonomía indígena? ¿Es capaz de ayudarnos para que la autonomía avance? Es que nosotros estamos haciendo Estado en esos rincones del país.
Si al territorio van con prejuicios y miedo, estigmatizan. Eso es una situación bastante complicada que habría que ver cómo superamos para seguir conversando.
PARES: En últimas ¿es esto un problema de reconocer que, de alguna manera, esto es un diálogo de gobierno a gobierno?
F.V: Claro, y eso choca. Cuando hicimos ese planteamiento de que nosotros éramos gobierno y ellos también esa prepotencia le salió a flote. Dijeron: “no, no, no. Espéreme un momentico que el Estado somos nosotros. Nosotros representamos al Estado”.
Dijo el presidente: “yo no voy a conversar allá porque no se puede, las conversas mías son acá en el palacio de Nariño, vengan para acá ¡ah, pero no recibo sino a diez!” imagínese (risas). Esto muestra que no hay un entendimiento real y sincero. Estamos hablando con alguien que tiene su propia interpretación y no entiende nuestros asuntos.
Asimismo, como no lo entiende, transmite un mensaje erróneo y termina tergiversando, estigmatizando y, en definitiva, eso no ayuda para nada.
Por ejemplo, imagínese lo grave que es cuando un ministro de defensa sale a decir que allá está el ELN metido, que allá están los disidentes, que allá está el Clan del Golfo. Eso no crea confianza y es sumamente peligroso, es ponernos una lápida en el cuello. El miedo, la desconfianza, la estigmatización y la discriminación son peligrosos porque ellos creen que es: “a los indios hay que hacerles firmar esto, que tengan esto y confórmense y no molesten más”. Así no se puede conversar.
Es ahí donde fallan porque no nos reconocen como un gobierno, no piensan desde nuestro pensamiento. No son un gobierno capaz de hablar desde los asuntos que nos preocupan a nosotros. Para ellos esto parece ser “ahí está la ley, ya tienen diez billones de pesos” y eso no es un diálogo constructivo.
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