Por Iván Gallo - Editor de Contenidos
Foto Tomada por: Isabela Puyana
Fidelia Gonzalez bajó desde El Paraíso, el barrio donde vive en Ciudad Bolívar, hasta la calle 24 con carrera 52, sede del búnker de la Fiscalía, a las cuatro de la mañana. Entre las pocas cosas que llevó estaba un megáfono, el mismo que ha usado desde hace dos décadas. Pertenece a una asociación de mujeres y está acostumbrada a la lucha en las calles. A sus 62 años no hay cansancio que la supere. Así que se plantó contra el granito de la Fiscalía y ante unos funcionarios que se reían socarrones empezó a gritar “Barbosa, mafioso, tu tiempo ha terminado”. Con la rabia saliéndole a trompicones intentó gritar el viejo coro creado por Quilapayún “El pueblo, unido, jamás será vencido” pero la emoción la traicionó y aunque arrancó la frase la terminó con un ininteligible hijueputazo.
Si, Fecode convocó al plantón frente al edificio de la Fiscalía este 8 de febrero. Los señalamientos sobre una posible financiación por parte del sindicato de los profesores a la campaña Petro han avivado aún más la hoguera contra el Fiscal. Un allanamiento, ordenado por la Fiscalía, en los últimos días exasperó aún más los ánimos. Si, Fecode convocó, pero entre los asistentes al plantón había gente de otros sindicatos, o ciudadanos común y corrientes que han entendido la situación y han explotado contra el Fiscal.
Desde que fue elegido, a comienzos del 2020, se le ha cuestionado. Entre sus pocos méritos está el de haber sido compañero de clase en la Universidad Sergio Arboleda de su amigo y escudero, el expresidente Iván Duque. Eso no le toca el ego, ni el ánimo de reconocerse como el mejor Fiscal desde que este organismo fue creado en 1992, por orden de la nueva Constitución que ayudó a forjar Gustavo Petro, su principal enemigo.
Su viaje a San Andrés en marzo del 2020, usando el avión de la institución, junto con su hija y una amiga, violó las más elementales reglas de la cuarentena. Y él salió con la cabeza alta, a decir que, antes que Fiscal, era el mejor padre. Parece un mal chiste, pero, como denunció Yohir Akerman en una de sus columnas en Cambio, Barbosa estima más a los funcionarios que le sacan el perrito al parque que a los valientes que persiguen criminales en lugares tan complicados como el puerto de Buenaventura. Le gusta que se refieran a él como Señor Fiscal, sus escoltas se prestan para hacerle fila en un banco a su papá y ha puesto placas en la Fiscalía hasta para inaugurar baños. Como está empeñado en pasar a la Historia pagó 180 millones para imprimir 5.500 libros donde queda inmortalizada su gestión.
Todo eso lo sabían las más de 700 personas que se plantaron frente al búnker. Gente que llevaba banderas del Maís, del M-19, de decenas de sindicatos, o personas como Fidelia que está cansada de que funcionarios con viejas mañas como Barbosa quieran eternizarse en sus cargos. Los ánimos se caldearon aún más sobre el mediodía cuando la Corte Suprema rechazó una vez más la terna que presentó el presidente, tres candidatas cuya trayectoria ha sido aprobada por especialistas, Angela María Buitrago, Amelia Pérez y Luz Adriana Arango, pero que para los 23 magistrados que conforman la Corte no reúnen las cualidades que debería tener el sucesor de Francisco Barbosa.
Si la Corte sigue rechazando la terna el reemplazo de Barbosa sería Martha Mancera, su vicefiscal. Entre los cánticos que proponían desde una tribuna la plana mayor de FECODE, estaba el de “Mancera mafiosa”. La gente se había esmerado. Habían creado carteles, pancartas, cánticos contra la Vicefiscal. En los últimos días su nombre ha sido tendencia. Según un artículo publicado en la Revista Raya, Mancera, íntima de Barbosa, habría engavetado una investigación donde estaba salpicado el director del CTI de Buenaventura, quien, a su vez, habría encubierto las actividades del quien es considerado el zar del contrabando en ese puerto, Diego Marín. Con Mancera de Fiscal, Barbosa seguirá mandando, esta vez en cuerpo ajeno.
Furtivamente salían a la terraza del búnker de la Fiscalía funcionarios. Traje, corbata y peinado perfectamente marcado. Algunos salían con un café, con la tranquilidad de los que ven desde su balcón el mar. Se reían, desafiantes. Se reían de los saltimbanquis que estaban al frente de la tarima, de las mamás que llevaban los retratos de sus hijos desaparecidos, de las banderas de Palestina que llevó el sindicato. De las arengas. Lo que no saben es que adentro, en la Fiscalía, hay gente que está harta de Barbosa y su ineficiencia. Los medios que acompañan a Barbosa han sido el altavoz de sus supuestos logros. Uno de ellos es haber resuelto, en tiempo record, el asesinado del estilista Mauricio Leal. Sin embargo, en temas como el de Odebrecht, que está engavetado, o el del asesinato de firmantes del acuerdo de paz entre las FARC y el gobierno Santos, que registra un 95% de impunidad, ha mostrado una vez más su ineficiencia.
Las nubes se cernían amenazantes sobre Bogotá. Una rapera ensamblaba en versos una diatriba contra Barbosa. Su apellido es un deleite para los trovadores. La gente la tenía clara, en un país donde un tipo como Andrés Escobar, quien salió a disparar a una marcha pacífica durante el estallido social en Cali, consigue los votos para llegar al consejo de su ciudad, alguien tan ladino con el poder como Barbosa puede llegar a ser presidente. Así lo quieren los más distinguidos cacaos, quienes lo invitan constantemente a cenas donde él es la estrella. Con la oposición desarticulada, Barbosa puede ser una alternativa. “Por eso quiere que Mancera sea su sucesora, una de las ternadas con Petro podría investigarlo y meterlo preso” afirma un sindicalista de Fecode que prefiere guardar su nombre.
Al otro lado de la ciudad, frente al palacio de Justicia y en la plaza de Bolívar, otra multitud presionaba a la Corte Suprema para que acelerara su decisión de nombrar algunas de las ternadas por el presidente. Pero la estrategia no había cambiado, y la espera se alargaba aún más. Mientras tanto, al frente de la Fiscalía, Fecode y espontáneos que no tienen nada que ver con sindicato alguno, se cruzaban de brazos, decididos a no moverse de ahí hasta que Barbosa se fuera completamente, sin dejar títeres. Las nubes y la lluvia inminente no desanimaban a gente como Fidelia. Bastante calle tenía como para dejarse amedrentar por un aguacero más.
Es que el pueblo no se rinde carajo. Y eso lo tiene que empezar a saber Barbosa.
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