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Petro y el mandato del cambio

Por: Luis Eduardo Celis


Colombia vive una intensa e interesante dinámica política caracterizada por quienes queremos el cambio y quienes se resisten a él. Es una lucha política que se está dando en el marco de nuestro ordenamiento constitucional y que de seguro nos va a dejar una democracia de mejor calidad. No hay que temerle al debate de ideas, argumentos y proyectos de sociedad, hay que salir de la simplificación de la “polarización”, que desdibuja y simplifica un proceso político justo y necesario en la sociedad colombiana.


Este orden de exclusiones, inequidades y democracia precaria, debe ser superado por un orden social que promueva derechos y nos haga una potencia mundial de la vida, como lo han propuesto el presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez. Ese fue el proyecto político que ganó las elecciones el año pasado y que tiene un mandato signado por el propósito de cambio, cambio para avanzar en derechos, cambio para garantizar vida digna para millones de colombianas y colombianos que anhelan paz, pan en su mesa y posibilidades para llevar una vida con derechos.


El presidente Petro desde su gobierno ha presentado tres proyectos de ley sobre temas centrales: salud, trabajo y pensiones. Son tres dimensiones de la vida sobre los cuales hay que transformar, en esos tres derechos hay muchas cosas que no funcionan bien y esos déficits deben ser corregidos, por supuesto avanzando en conservar lo que sea pertinente, innovar en lo que sea necesario y cambiando donde sea justo y necesario. Es un debate en curso y que está generando reacciones a esperar: los que consideran desde la oposición política que son cambios contraproducentes, los que defienden los cambios y un amplio espectro de la sociedad que está a la expectativa. Podemos afirmar que entre tradición, propósito de cambios y pasividad se mueve hoy la sociedad colombiana.


Los cambios deben pasar por el Congreso de la República, es el escenario institucional y democrático, allí debe darse la discusión, el esfuerzo de concertación y la búsqueda de los consensos más amplios y la posibilidad de encontrar puntos de acuerdo, hasta donde sea posible, teniendo siempre presente que hay un pulso político entre defensa de este orden de exclusiones y las fuerzas sociales y políticas que propugnan por las transformaciones. Esa lucha política está en curso y vamos a ver qué tanto se puede avanzar y hasta dónde es posible el cambio en una sociedad que viene en un interesante proceso de maduración democrática que se expresa en este gobierno, que rompe con toda la tradición republicana, donde los gobernantes han provenido de la misma raíz: más ligados a los intereses de los poderosos que de los amplios sectores excluidos de la tierra, el conocimiento y el crédito, para colocar tres variables centrales de una Colombia moldeada sobre la variable de privilegios para minorías y exclusiones para amplias mayorías.


Somos una democracia participativa, por eso es plenamente constitucional y democrático que el presidente Petro llamé a la ciudadanía a la calle para enviar el mensaje de que hay cambios en curso que deben ser discutidos en el Congreso de la República. Eso está bien y es expresión de una sociedad viva y que respalda los cambios, igualmente es legítimo que otros se opongan, vamos a ver qué sale de ese ejercicio de acciones y reacciones, así son las sociedades, sólo la lucha entre proyectos de sociedad permite avanzar y en caso de Colombia, poco a poco hemos ido cambiando y transformando, saliendo de órdenes excluyentes y autoritarios, y construyendo el estado social y de derecho que nos propusimos con la Constitución del 91, que para muchas comunidades y territorios es solo letra en el papel que no se vive como derechos, por eso es que hay que cambiar en los tres temas propuestos: salud, trabajo y pensiones.


Vamos al final de esta legislatura y veremos cómo transcurre este debate político, pertinente y necesario, sin duda que es en el Congreso donde se vota y se define, y en la calle y en múltiples espacios de la sociedad donde se debe seguir argumentando y construyendo propuestas ante tantos temas por cambiar.


Recuerdo al maestro Estanislao Zuleta que en su hermoso ensayo El elogio de la dificultad, nos exhortaba a vivir en la diferencia y en la lucha por crear nuevas realidades, siempre desde un talante democrático y de respeto por la diferencia, esa es la experiencia en curso en la sociedad colombiana y debe ser vivida con respeto, alegría y la firme convicción de que a esta precaria democracia le falta mucho en derechos, cultura democrática, instituciones y capacidad para asumir que esta Colombia no está bien y que el cambio sereno y responsable es necesario y posible.


 

*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.

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