Por: Redacción Pares
Las medidas implementadas por los gobiernos para frenar la pandemia de COVID-19 han provocado la interrupción de las rutas de tráfico de drogas por aire, así como una reducción drástica de transporte por tierra, asegura un nuevo informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
La producción y distribución de cocaína parece estar interrumpida en los países productores de América Latina, al mismo tiempo que la escasez de heroína en Europa y Norteamérica está causando que sus consumidores recurran a prácticas aún más peligrosas. La recesión económica a largo plazo causada por la pandemia tiene el potencial de conducir a una transformación duradera y profunda de los mercados de drogas.
La producción en América Latina
En América Latina, la producción de cocaína también parece tener obstáculos en Colombia, ya que los productores sufren de escasez de gasolina, un químico esencial que entraba por contrabando desde Venezuela. Asimismo, las cadenas de suministro parecen estar fuertemente afectadas por los controles policiales, lo que podría llevar a los productores a almacenar grandes cantidades de la droga dentro del país. Según las autoridades del país, la presión policial ha aumentado durante la pandemia y la campaña de erradicación del arbusto de coca continúa según lo planeado.
En Bolivia, sin embargo, el COVID-19 está limitando la capacidad de las autoridades estatales para controlar el cultivo, lo que podría conducir a un aumento en la producción.
En Perú, una caída en el precio de la cocaína sugiere una reducción en las oportunidades de tráfico. Esto puede desalentar el cultivo de arbusto de coca a corto plazo, aunque la crisis económica que se avecina puede llevar a más agricultores a dedicarse al cultivo de coca en todos los principales países productores.
En Estados Unidos se reporta una escasez de cocaína en las calles, y en Brasil se han informado de fuertes aumentos de precios de la droga.
Se espera que América Latina sufra la peor crisis económica de su historia, con una contracción de 5,3 %, comparable solo a la Gran Depresión de 1930, cuando la reducción fue del 5%. La economía de México, el tercer mayor productor de amapola del mundo, se espera que se contraiga aún más que el promedio regional y global con un 6,5 %, y la economía de los Estados Unidos, su principal socio comercial, también se reducirá. En Colombia, Perú y Bolivia, los países andinos que producen casi toda la coca en todo el mundo, se espera que la economía se reduzca por 2,6, 4,0 y 3,0%, respectivamente.
A largo plazo, la recesión económica causada por la pandemia de COVID-19 tiene el potencial de conducir a una transformación duradera y profunda de los mercados de drogas, que podrá entenderse completamente solo después de que se realicen más investigaciones.
Tendencias de consumo de drogas
Según el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, varios países han reportado escasez de drogas a nivel minorista. Esto puede conducir a una disminución general del consumo, pero principalmente de las drogas que se consumen en entornos recreativos.
Sin embargo, en el caso de la heroína, una escasez en el suministro puede conducir al consumo de sustancias nocivas producidas en el país. Europa, el sureste de Asia y América del Norte han informado sobre la escasez y algunos países del antiguo continente han advertido que los consumidores se han cambiado a fentanilo y sus derivados.
También se ha informado de un aumento en el uso de productos farmacéuticos como los benzodiacepinas, que ya duplican su precio en ciertas áreas. Otro patrón dañino resultante de la escasez de drogas es el aumento en el uso de drogas inyectables y el uso compartido de equipos de inyección, que conlleva el riesgo de propagar enfermedades como el VIH / SIDA, la hepatitis C y el propio COVID-19. El riesgo de sobredosis también puede aumentar entre quienes se inyectan y están infectados con COVID-19.
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