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Nunca Invisibles: mujeres farianas, historias para la memoria

Por: Sergio Saavedra, Redacción Pares


Un acorde suave antecede un murmullo que se hace canto “mujer de temple de acero y botas que nunca descansan, son luchadoras del pueblo, llevan el pueblo en el alma”. Esa podría ser una escena en la espesura de la selva colombiana, lo cierto es que tuvo lugar en el Museo Nacional en la ciudad de Bogotá, en la proyección el corto documental ‘Nunca invisibles, mujeres farianas. Adiós a la guerra’ en la noche del lunes 26 de noviembre.

Las historias de vida de cinco mujeres tomaron protagonismo, así como también el proceso que ellas viven después de la firma del Acuerdo de Paz. Las cotidianidades atravesadas por las vicisitudes del conflicto, el amor, la separación familiar, los rencuentros y la vida en estado puro con un claro mensaje de “Adiós a la Guerra” componen el documental.

¿Qué lugar han tenido las mujeres en la guerra?, esa es una de las preguntas que plantea el CNMH. Liliany Obando, quien abanderó el proyecto de la creación y proyección del documental, cuenta que: “estas iniciativas ponen de tajo no solo el lugar, sino el papel activo de las mujeres farianas en la construcción de memoria y la resignificación de esas experiencias durante más de 50 años”.

El relato

Nunca Invisibles “consagra que siempre estuvimos presentes en la organización desde sus inicios”, dice Obando, “a nosotras como mujeres farianas nos han estigmatizado mucho, se han tejido muchos mitos alrededor de la maternidad, del derecho sobre nuestros cuerpos, de las decisiones de llevar una militancia de este tipo”.

La bandera, para Liliany, tiene que ver con que no es lo mismo recordar y construir memoria en clave de lo masculino, “como mujeres nos pensamos las cotidianidades que tuvimos en tiempos de guerra; lo que eso significó para nosotras, que no es lo mismo que los hombres, no se siente igual y eso que atraviesa la experiencia es fundamental para hacer memoria”. También la iniciativa de hacer y presentar este documental plantea derrocar la instrumentalización de la mujer en su papel en la guerrilla, dejar de reducirlas al papel de las amantes obviando su carácter como sujetas políticas.

La realización del proyecto arrancó hace un año. “Por esas cosas de la casualidad de la vida, se dio un encuentro con una compañera que trabaja en el CNMH, quien me comentó que allá apoyaban iniciativas de memoria”, cuenta Liliany. Y esta no fue la excepción. El proyecto, que lideraron mujeres excombatientes, tuvo el acompañamiento del CNMH, también se articuló financiación con Naciones Unidas y el gobierno de Canadá y fue guiado por los lineamientos del programa de Justicia Transicional.

“El proyecto se pensó para vincular a las compañeras del ETCR de Antonio Nariño en Icononzo en Tolima”, comenta Liliany, y agrega que “la disposición por parte de ellas fue el primer paso para darle luz verde a la idea”. Encuentros en Bogotá e Icononzo y la formulación de una metodología conjunta con el CNMH permitieron que llevar a cabo el proyecto de hacer un corto documental desde las vivencias e historias de las mujeres farianas se hiciera realidad.

“Cuando pensamos en la propuesta audiovisual no queríamos las mujeres más famosas, sino las mujeres de base”, afirma Liliany. Una mujer afro, una indígena y una campesina hacen parte de las historias del documental. “Cabe aclarar que no pretendemos ser la voz de todas, pero a partir de las historias se encontrarán puntos de encuentro sobre las experiencias más cotidianas que ahora resignificamos después de la guerra”, asegura.

El lugar

El museo más antiguo de Colombia, fundado en 1823, definió como sede definitiva la que era la antigua Penitenciaría Central de Cundinamarca, conocida como ‘El panóptico’. El mismo que tenía como fecha de inauguración, nada más ni nada menos que el 9 de abril de 1948, fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán, hecho que movió a la fecha al 2 de mayo del mismo año.

El museo, se puede decir, esperó 70 años para albergar un espacio dónde las mujeres farianas contaran desde sus historias y, desde esas mismas historias, humanizar a quienes hicieron parte de este complejo conflicto. La mujer asociada a la guerra es una mujer a la que se le quita su humanidad, dice Liliany Obando, y verla en el documental, con sus orígenes contados desde la niñez, permite entender por qué muchas de esas mujeres tomaron la decisión, siendo incluso muy jóvenes, de entrar a la organización. En la ruralidad la feminidad es distinta, precisa Liliany, “pues los aprendizajes se dan de manera distinta y el documental lo que pretende, también, es salir de ese tipo de discriminaciones que vivían en sus espacios familiares y sociales”.

Obando reflexiona que en el proceso se tuvo especial cuidado porque “activar la memoria también es activar el dolor, por eso trabajamos de la manera más responsable con el tratamiento de las historias para no incurrir en efectos negativos”.


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