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MARCHAR AL RECICLAJE DEMOCRÁTICO

Por: Alejandro Alvarado Bedoya


Foto tomada de: El Tiempo


Marchar es un deporte nacional en Colombia, un patrimonio de nuestra democracia llena de profusos discursos pero pobre en soluciones para los más básicos asuntos comunes de nuestra sociedad, este 21 de abril ha sucedido una numerosa movilización nacional para hacerle frente al gobierno del presidente Gustavo Petro Urrego, fue un éxito en términos de convocatoria y oxígeno nuevo para los viejos políticos de todos los partidos que en el pasado gobernaron el país y generadores del estado de cosas por las que hoy día marchan.

 

Aunque no podemos minimizar el accidentado tránsito de las principales reformas sociales promovidas por el Gobierno ante el Congreso, no es de extrañar que esa sea la ruta menos adecuada para debatir iniciativas de transformación social, si por algo destaca el legislativo colombiano es por ser un complejo mecanismo de favores, oportunismo, ocio y desorden democrático.

 

Ahora vemos a un Cambio Radical revitalizado como partido de oposición, luego de ser la colectividad política con mayor número de políticos sancionados y condenamos por una gran diversidad de actos de corrupción y conductas contrarias al interés público.

 

Así como el camino al primer gobierno de Izquierda de Colombia lo aplanó el Gobierno de Iván Duque, el resurgimiento de los viejos grupos políticos que drenaron el patrimonio público y se sirvieron de la corrupción para mantenerse en el poder durante décadas,  lo está aplanando Gustavo Petro que no logra dar golpes contundentes dentro de la opinión pública que legitime sus iniciativas de gobierno.

 

La depuración del sistema político colombiano generado por el relevo generacional,y el desmantelamiento de estructuras criminales ancladas a la administración pública está decantando a los competidores para el 2026 con una esperanza popular en manos de personajes que han hecho su camino al servicio de todo aquello que nos tiene en el estado actual de pobreza y falta de eficacia del Estado.

 

Así las cosas a mitad del mandato presidencial queda la oportunidad de demostrar con hechos concretos que existe una forma distinta de gobernar, de ordenar los asuntos públicos y de establecer una senda de progreso nacional ante de tomar la errada alternativa de volver al pasado.

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