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Foto del escritorGermán Valencia

Los excluidos serán el centro de la paz con el ELN

Por: Germán Valencia

Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia


La ceremonia de cierre del tercer ciclo de negociaciones de paz entre el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en La Habana, Cuba, sirvió para enunciar lo que será el énfasis de este nuevo proceso de paz. Tanto en el discurso del jefe negociador de la guerrilla, Pablo Beltrán, como del máximo comandante del ELN, Antonio García, se dijo que en el corazón de este proceso de paz estarán las poblaciones históricamente excluidas.

Hace diez años, en junio de 2013, cuando se estaba concluyendo la negociación sobre el primer punto del Acuerdo general para la terminación del conflicto armado y la construcción de una paz estable y duradera, aún no se sabía con seguridad cuál sería el énfasis de aquel proceso. Fue con el desafortunado coro del “quizás, quizás”, de Iván Márquez y Jesús Santrich, que comenzó a posicionarse la idea de que las víctimas serían el centro del acuerdo con las FARC-EP.

Promesa que se ha intentado cumplir: tanto en el diseño del Acuerdo Final, firmado en noviembre de 2016, como en los seis años y medio de implementación. Al revisar el Acuerdo de Paz es evidente que las víctimas lo atraviesan todo, desde el componente del Fondo de Tierra y de los Planes de Desarrollo con Énfasis Territorial (PDET), que está en el punto uno, hasta el tema de verdad, justicia, reparación y no repetición del punto quinto, pasando por las Circunscripciones Especiales Transitorias de la Paz, que hace parte del punto dos.

En esta nueva ocasión, lo que busca la delegación de la guerrilla del ELN es dejar claro que la lucha de ellos será por los excluidos. Desean poner en el corazón del probable acuerdo que firmen con el Gobierno colombiano a las poblaciones históricamente marginadas. De allí que en su discurso Antonio García haya enfatizado que su presencia en la Mesa de Diálogos de Paz tenía como objetivo llamar la atención sobre la urgencia de “escuchar la voz de la sociedad excluida, olvidada y marginada”.

Tanto en palabras de Beltrán como de García subyace la idea de que ellos buscarán que, desde el comienzo del proceso de paz, participe e incida toda la sociedad. Desean que se escuche a las organizaciones sociales tradicionales, a los gremios económicos y a la academia; pero, sobre todo, insisten en priorizar a los sectores excluidos y marginados, que son comunidades campesinas, los indígenas y los afrodescendientes, a los jóvenes, mujeres y trabajadores informales.

El ELN desea que estas poblaciones no estén solo en las palabras y en los discursos, en las buenas intenciones que pueden contener las propuestas y acuerdo de las transformaciones sociales y económicas que se pacten y aparezcan en el acuerdo final. El objetivo del ELN es que las grupos poblacionales excluidos también participen de todo el proceso de paz. En palabras de García, buscan que “se materialice la voz de la población para que se realicen los cambios”.

El deseo de los representantes de la guerrilla en la Mesa es que a la sociedad se le escuche en todo el proceso de paz, para que sea un ejercicio dialógico, con el que se logre construir un “gran acuerdo nacional” y se avance en construir una agenda del cambio. Unos acuerdos parciales y un acuerdo final que sean tenidos en cuenta por este actual gobierno y los venideros; y que la población los sienta desde hoy, con la implementación de los acuerdos parciales.

Como muestra de un deseo sincero de participación de la sociedad, la guerrilla del ELN ha firmado con el Gobierno Colombiano el Acuerdo No. 11 o Acuerdo de Cuba, en el que se establece un cese al fuego bilateral, nacional y temporal. Con él, según Pablo Beltrán, se busca generar un mejor clima para la participación de la sociedad: “queremos darle la voz a la sociedad en un ejercicio de participación y haciendo un intento de retirar la violencia para que la voz se pueda escuchar más. Ese es el mensaje que traduce el acuerdo”.

Un cese al fuego que debe leerse como una invitación directa a la ciudadanía a agruparse para analizar las causas del conflicto y también a proponer soluciones. De allí que en este último acuerdo se habla de una fase de alistamiento de participación de la sociedad, con unos territorios en los que se darán procesos pedagógicos para inclusión de la comunidades en la construcción de la paz y un comité de la participación que tendrá como una de sus tareas crear un reglamento nacional de participación.

En síntesis, lo que buscará el ELN será construir un acuerdo para y con los excluidos. Es una guerrilla que no quiere ser representante, que busca aliados, para que sean ellos, los que nunca han participado, los que ayuden a la construcción de un acuerdo nacional que favorezca a todos. Quieren convertir a los excluidos en partícipes desde el inicio del proceso para que hablen sobre los mecanismos de involucramiento en los diálogos y de la manera como deben estar en la implementación de los acuerdos parciales. Desean que los acuerdos –los parciales y el final– sean construidos con la voz de la sociedad, en un ejercicio de participación, unos acuerdos en los que se diga y se recuerde en la historia que las protagonistas del proceso de paz final con el ELN fueron las poblaciones excluidas.

 

*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.

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