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Los crímenes de guerra de Israel contra los niños palestinos de los que Petro se hartó

Por: Iván Gallo


Foto tomada de: Prensa latina


El detonante de la nueva fase de la guerra Israel-Palestina no fue el injustificable ataque de Hamás a más de 3.000 personas que asistían a un festival de música justo en la frontera del lado israelí de la Franja de Gaza el pasado 7 de octubre del 2023. La herida estaba abierta desde hace mucho tiempo atrás. Desde su creación en 1948 las Fuerzas de Defensa del Estado de Israel han venido siendo señaladas de constantes crímenes de guerra, sin embargo la comunidad internacional, en cabeza de los Estados Unidos, ha sabido cubrirle muy bien las espaldas y, a pesar de las investigaciones de la Corte Penal Internacional, Israel sigue invicta en materia de sanciones sin que le hayan pesado las evidentes y constantes violaciones a los tratados de Ginebra, al Pacto de Roma, actos de guerra que se inscriben claramente en la categoría de genocidio.


 La primera vez que se usó la palabra fue contra los criminales de guerra nazis durante los juicios de Nuremberg donde se condenaron a la horca o a penas interminables a los cerebros del holocausto que alcanzaron a encontrar vivos las tropas aliadas.


¿Qué es genocidio según el derecho internacional? el asesinato deliberado de personas de un determinado grupo nacional, étnico, racial o religioso, con la intención de destruir al grupo, ya sea total o parcialmente. En ese sentido el ataque de Hamás del 7 de octubre que dejó 1.300 israelitas muertos es genocidio. Después de la matanza de Ruanda en 1998 quedó estipulado que estos actos también constituyen genocidio:


1.Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;

2.Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;

3.Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;

4.Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.


Si, el ataque de Hamás es completamente repudiable, pero es tan sólo una respuesta a la larga lista de crímenes de guerra de Israel. En la primera guerra de 1948 se reportaron 24 masacres que produjeron un total de 800 civiles árabes. En la primera intifada se registraron, hasta 1991, 1374 palestinos asesinados por la policía israelita. En el mismo periodo de tiempo cayeron 93 israelitas. Durante la segunda intifada, que se inició el 29 de septiembre del año 2000 fueron asesinados 3.733 palestinos de los cuales 767 eran menores de edad y 1812 no formaban parte de grupo extremista alguno.


El contragolpe de Israel a Palestina que está ocurriendo desde el 7 de octubre del 2023 deja claro que los israelitas buscan y promueven genocidio. Ellos quieren arrasar al pueblo palestino. Las imágenes difundidas por la televisión internacional de madres llorando a sus bebes aplastados por las bombas que lanzan desde el lado de la frontera israelita, causan impotencia y rabia. Hay que tener una carga ideológica muy grande para aplaudir esta venganza sustentada acaso en valores bíblicos pero que van en contravía del Estatuto de Roma que dio origen a la Corte Penal Internacional. Vale la pena aclarar que ni Rusia, ni China, ni Estados Unidos, ni Israel, han ratificado este estatuto.


En el año 2021 Human Right Watch determinó que Israel había violado las leyes de guerra después de que fueran asesinados 62 civiles palestinos en tres incursiones de su ejército al otro lado de la frontera que no tenían objetivos claros.


Pero lo peor estaba por venir. La venganza que sostienen desde octubre del 2023 tiene la ferocidad que describía el Viejo Testamento cuando un Dios sangriento se levantaba a sacar ojos y dientes entre sus enemigos. Los ataques son indiscriminados y la cantidad de niños caídos hielan la sangre. El secretario general de la UNRWA describió lo que sucedía con una frase demoledora: “Esta guerra es una guerra contra los niños”. Los datos son hasta el 12 de marzo del 2024. Hasta ese momento habían muerto 12.300 jóvenes palestinos por los bombardeos israelitas. El dato, que son fríos y a veces tienen el poder de un tratado, es que en todo el mundo, entre los años 2019 y 2022, habían sido asesinados 12.193 jóvenes. Está claro que la misión de los perros de guerra que soltó Netanyahu es aniquilar una generación de palestinos.


Hasta marzo del 2023, en cuatro meses de venganza estos son los datos de algo que es tan desequilibrado que no puede ser llamado confrontación: Hasta la fecha, más de 31.184 palestinos han muerto y 72.889 han resultado heridos, según las autoridades sanitarias locales. Hasta el 12 de marzo, 247 soldados israelíes habían muerto en Gaza y 1475 habían resultado heridos desde el comienzo de la operación terrestre, según datos del Ejército israelí.


Los ataques a ONG’s como la Media luna roja, el asesinato a siete miembros de la ONG World Central Kitchen, el ataque sistemático a hospitales o centrales de comida, ha causado una crisis sanitaria sin precedentes y acaba con cualquier tipo de esperanza. Se estima que hay más de 500 mil personas en peligro de hambruna y que de los 36 hospitales que habían en Gaza solo 14 están funcionando. En ellos el hacinamiento y el hambre son una constante.


No fue una pataleta del presidente Petro anunciar que cortará relaciones diplomáticas con Israel. Por supuesto que podrá tener un alto costo diplomático pero en su discurso que sirvió de colofón a la marcha del pasado 1 de mayo deja clara las razones: "Hoy la humanidad, en todas las calles, está de acuerdo con nosotros. No puede volver la época del genocidio, del exterminio de un pueblo entero ante nuestros ojos, ante nuestra humanidad. Si muere Palestina, muere la humanidad y no la vamos a dejar morir".


Los datos, a pesar de lo que digan los noticieros nacionales, le dan la razón. Es una cuestión de humanidad. El genocidio del pueblo israelita contra el palestino, que arrancó hace 76 años, debe parar ya.

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