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Los años en los que Enrique Santos Calderón era considerado “El guerrillero del Chicó”

Por: Redacción Pares


Foto tomada de: RCN Radio


Fue irritante ver a Enrique Santos Calderón, durante la primera década de este siglo, prenderle veladores a Álvaro Uribe. Movido por los breves años en los que el antioqueño era el hombre más popular del país, Santos Calderón estuvo de acuerdo con varios aspectos de la Seguridad Democrática y, sus detractores, afirmaban que estaba traicionado todas las causas del pasado.

Porque en los años sesenta Enrique, con su militancia claramente comunista, se convirtió en un dolor de cabeza para uno de los apellidos con más peso en el país. Insuflado por la lectura de Walden, del anarquista Henry David Thoreau, Santos Calderón tenía el sueño de poder refundar una república interior, lejos del encajonamiento al que lo obligaba el sistema y los compromisos familiares.


Enrique hizo todo el proceso para ser presidente, como le correspondía estudió en el Gimnasio Moderno, en el Nueva Granada, en el Anglo colombiano y después de graduarse de filósofo en la Universidad de Los Andes se va a Munich, a estudiar ciencia política y allí puede contemplar más de cerca los sucesos de Mayo del 68.


Desde Europa escribía para el diario familiar. A su abuelo, el viejo Enrique, expresidente de la República, saber que su nieto se estaba convirtiendo en un furibundo defensor de causas marxistas lo exasperó tanto que le redujo la herencia familiar de un 25% a un 3%. Este dato lo encontré en un perfil de La Silla Vacía.


Pero cuando regresó a Colombia lo hizo con los taches arriba. Era 1971, los jóvenes latinoamericanos estaban con las endorfinas encendidas después de que el gobierno de la Unidd Popular se alzara con las elecciones de 1970. El riesgo del fascismo estaba presente pero había que resistir. Por esos años Gabriel García Márquez se convertía en el escritor más famoso e influyente del mundo. Aunque ya no vivía más en Colombia y había trasladado sus cuarteles a México, el contacto y el interés nunca se terminaron. Entró en contacto con jóvenes intelectuales, de claras posturas políticas como el jefe de investigación de El Tiempo, Daniel Samper Pizano, Antonio Caballero y el propio Enrique Santos. En esas reuniones salió en claro la necesidad de fundar una revista que encarnara las preocupaciones de la época que les había tocado vivir.


Así que el grupo fue creciendo. El cronista más importante en la época de la violencia, Orlando Flas Borda, fundador de la facultad de sociología de la Universidad Nacional y creador del estudio que dimensionó la guerra que se nos venía encima, se sumó al staff. La plata para financiar la aventura la conseguirían como fuera.


El primer número de Alternativa salió en 1974, en febrero. Gabo, por sus compromisos internacionales -estaba a punto además de sacar a ventas El otoño del patriarca- aconsejaba a la distancia y apoyaba con gruesas sumas económicas la quijotada. Ese primer número vendió 10 mil ejemplares en 24 horas. La policía hizo su papel y confiscó varios ejemplares y multó incluso a las personas que los vendían. Eran los estertores del gobierno de Misael Pastrana que, como se reconocería años después, había ganado las alecciones valiéndose de fraude. Alternativa, a pesar del acoso policial y la preocupación del establecimiento, llegó a vender en algún momento 40 mil unidades semanales.


García Márquez colaboró con artículos memorables como ese que salió en septiembre de 1973 y que rezaba Chile, el golpe y los gringos, Gabo narraba las horas finales de Allende.

Las disputas internas fueron diezmando la revista hasta que desapareciera en 1979 dejando, eso si, un legado. Santos se retira de Alternativa, además, temiendo por su vida. Crea en 1970 una columna en el Tiempo llamada Contraescape en donde se volvió un incordio para los poderosos. Uno de los focos de denuncia a los que más energía le prestaba Santos Calderón era al de la corrupción en el ejército y tal vez por eso apareció una bomba en su casa que casi le cuesta la vida a uno de sus hijos.


Después del naufragio de Alternatica Santos Calderón viaja a París y de regreso preside el Comité de Solidaridad con los presos políticos. Se vivían años duros en Colombia debido a la represión generada por los estatutos de seguridad del entonces presidente Julio César Turbay. Cuando llega Belisario a la presidencia Santos se presta para ser el puente entre el gobierno y Casa Verde, el lugar en el Meta en donde estaban los dirigentes guerrilleros más importantes de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, Jacobo Arenas, Alfonso Cano. Estos contactos le servirían años después para ser un puente entre el gobierno de su hermano Juan Manuel y las FARC.


A Uribe lo apoyó con fervor durante su primera campaña. Algunos lo trataron de traidor debido a su pasada militancia, pero ya, cuando se quiso lanzar a un tercer periodo, se bajó del barco. En el 2018 hizo un ajuste de cuentas con unas memorias algo cortas pero muy sólidas llamada El país que me tocó. Su papel fue fundamental para lograr la paz con las FARC. Ahora, a sus 80 años, a alcanzado eso que se llama tranquilidad. Simplemente, desde la barrera, como alguna vez lo hizo cuando era niño, ve a los toros morir sobre la arena.

 

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