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Los 100 días y el primer año de Petro

Por: Esteban Salazar Giraldo, Coordinador

Línea de Democracia y Gobernabilidad

@estebanalitic


La llegada de Gustavo Petro y Francia Márquez al Gobierno Nacional, junto con la coalición del Pacto Histórico, se ha convertido en un hito para la izquierda y los movimientos sociales en Colombia. Es la primera vez que las demandas sociales, postergadas por años y por gobiernos de partidos tradicionales, han encontrado una ventana de oportunidad para ser efectivamente solventadas.


Sin embargo, son tantas décadas de abandono estatal y de sordera gubernamental, que los pliegos son tan amplios como profundos. De entrada, no todo se podrá solucionar en el cuatrienio y se requiere una paciencia artesanal con un detalle de orfebrería para priorizar los cambios más urgentes.


Las hojas de ruta del próximo gobierno y del Congreso tendrán que estar sincronizadas para lograr grandes reformas durante el primer año y, particularmente, Petro y Márquez tendrán tres momentos clave a los cuales apuntarle: los primeros 100 días de gobierno, la primera legislatura, y el primer año de gobierno.


Los primeros 100 días de gobierno


Una vez conformado el gabinete, Petro y Márquez deberán destrabar diversos procesos burocráticos para agilizar la implementación de su propuesta de gobierno. Serán clave aspectos como la reactivación económica en ministerios como Hacienda e Industria y Comercio. Así mismo, la nueva ministra Cecilia López tendrá un gran reto para iniciar el proceso de transformación rural del país y deberá buscar victorias tempranas en el impulso de la agroindustria y la oferta agrícola de Colombia, que tiene serias afectaciones por los Tratados de Libre Comercio, la concentración de la tierra, la bancarización campesina y la guerra de Ucrania con Rusia, que es de donde provienen diversos insumos para la producción doméstica.


Por supuesto, otro reto de los primeros 100 días será en materia de seguridad y corrupción. La cúpula de Petro como jefe de Estado deberá dar garantías de avanzar hacia la protección de los derechos humanos y el irrestricto cumplimiento al derecho internacional humanitario, pero el ministro de defensa, Iván Velásquez, a la par de depurar la corrupción y la opacidad de la Fuerza Pública, deberá establecer un camino hacia el desmonte del servicio militar obligatorio, el narcotráfico, el lavado de activos y las estructuras armadas ilegales.


Los ministros, en general, tendrán que trabajar 24 horas y 7 días a la semana para lograr resultados contundentes. Su mayor rival no solo es el tiempo, ni la oposición, sino los mismos simpatizantes y electores que ven en este gobierno la posibilidad de un cambio real en Colombia.


La Primera Legislatura


En todos los gobiernos y cambios de Congreso, el primer año suele ser la denominado “luna de miel”, un espacio armonioso en donde el legislativo opera a toda máquina, siempre y cuando los arreglos políticos den amplias garantías y participación para las bancadas aliadas. Conforme pasa el tiempo, esta relación con el Gobierno Nacional empieza a tornarse conflictiva por las diferencias entre las propuestas de ley, las intenciones y los intereses de las partes.


Por esta razón, la clave está en avanzar rápidamente en las reformas fundamentales para la implementación efectiva del Acuerdo de Paz, la ruta de sometimiento con las Estructuras Armadas Ilegales y los avances en las negociaciones con el ELN. Todo esto estará, por tratarse de reformas en temas constitucionales y de seguridad, en las comisiones primera y segunda de Cámara y Senado.


Por supuesto, la financiación del programa de gobierno de Petro y Márquez es un punto esencial en el Congreso. Los 70 billones no se van a recaudar solos. Y para esto no es suficiente la audacia en los nombramientos del ministro José Antonio Ocampo y el director de la DIAN, Luis Carlos Reyes, sino que tendrá que darse un proceso tortuoso de reforma tributaria, del plan nacional de desarrollo y de presupuesto general de la nación. Esto está centrado fundamentalmente en las comisiones tercera y cuarta. Al parecer, comisiones en las que gozan de mayorías.


Así mismo, hay otras reformas de urgencia que se están priorizando por parte de la bancada de gobierno, centradas en la creación de los ministerios de Paz y de Igualdad, al igual que la reforma política anticorrupción y la reforma al Congreso. Reformas que, al tratarse de la estructura del Estado, tendrán que pasar por actos legislativos, a través de las comisiones primeras de Senado y Cámara.


Finalmente, en la primera legislatura será muy importante que la gobernabilidad de Petro y Márquez esté atravesada por un trámite efectivo de las iniciativas y, a su vez, de sopesar a la oposición del Centro Democrático, junto con los controles políticos que efectuarán para torpedear esta labor. Un ejercicio al que estaban acostumbrados los partidos alternativos que eran coalición en la oposición y ahora ejercen como gobierno.


El primer año de gobierno


Es la primera vez que los partidos tradicionales no ostentan cargos dentro del Gobierno Nacional ni en los gobiernos locales más importantes. Esto pone contra las cuerdas a los partidos acostumbrados a la repartija burocrática que ahora solo podrán resguardarse en la Procuraduría de Margarita Cabello, en la Fiscalía de Barbosa o en la Defensoría de Carlos Camargo. Dos de estas tres entidades tienen funciones de control, razón por la cual el Gobierno Nacional tendrá que evaluar la manera en la que se mantendrá a flote durante el primer año respecto a su relación con los órganos de control y judiciales.


También, al tratarse de una sinergia sin precedentes de gobiernos alternativos y progresistas entre el Gobierno Nacional y las alcaldías de las 10 capitales más importantes del país: Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Santa Marta, Manizales, Villavicencio, Cartagena, Cúcuta y Armenia; es el momento propicio para articular la inversión social y buscar apalancar proyectos ambiciosos en cuanto a la transición económica y social del país.


A lo anterior se suma el hecho de que, durante el primer año, el gobierno deberá encontrar la fórmula para transitar de la dependencia de combustibles fósiles hacia energías renovables. Esto teniendo en cuenta la crisis energética a la que se están enfrentando en distintos países, como en Europa, por la alta dependencia al petróleo y al gas, sin una política de transición eficiente. Esto también pasa por renovar las fuentes de financiamiento a nivel público, que todavía tienen alta dependencia de estos recursos.


Finalmente, Petro y Márquez sin posesionarse ya se están enfrentando a dos fenómenos que tendrán que revestir de temple y carácter su gestión: el primero, es que ya son responsabilizados por hechos y desastres que les dejan los gobiernos anteriores, pero no pueden aplicar un espejo retrovisor para justificar todos sus desaciertos o problemas.


El segundo fenómeno al que se enfrentan es que serán víctimas de lo que en el catolicismo se conoce como la parábola del hijo pródigo. Se les va a exigir más que a los que nunca han sido capaces de gobernar bien, porque tendrán la posibilidad de renovar en los cargos más importantes a las personas más idóneas para buscar los resultados en el corto, mediano y largo plazo. Si bien es la primera vez que la izquierda ostentará un Gobierno Nacional, el rasero por el cual serán medidos será más exigente. Y tiene que serlo, pues de eso depende que se siga construyendo una democracia madura en Colombia, con alternancia en el poder y con transformaciones reales.

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