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Por: María Victoria Ramírez. Columnista Pares.

Al final del sufrimiento

me esperaba una puerta.

Escúchame bien: lo que llamas muerte

lo recuerdo.

Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.

Y luego nada. El débil sol

temblando sobre la seca superficie.

Terrible sobrevivir

como conciencia,

sepultada en tierra oscura.

Luego todo se acaba: aquello que temías,

ser un alma y no poder hablar,

termina abruptamente. La tierra rígida

se inclina un poco, y lo que tomé por aves

se hunde como flechas en bajos arbustos.

Tú que no recuerdas

el paso de otro mundo, te digo

podría volver a hablar: lo que vuelve

del olvido vuelve

para encontrar una voz:

del centro de mi vida brotó

un fresco manantial, sombras azules

y profundas en celeste aguamarina.

Poema Iris salaje de Louise Glück.

Quiero dedicar esta columna a las mujeres que han sido galardonadas con los Premios Nobel de Literatura y Química 2020. Escribiré sus nombres con letras mayúsculas para que no las olvidemos: LOUISE GLÜCK, EMMANUELLE CHARPENTIER y JENNIFER A. DOUDNA. Dos estadounidenses y una francesa. Cuando las mujeres logran llegar tan lejos, lo único que siento es respeto y regocijo. O como diría León Valencia en una columna de hace algunos años: “Albricias, albricias”, tres mujeres ganaron el Nobel.


A lo largo de la historia de este premio, 16 mujeres han obtenido el Premio Nobel de Literatura, de 116 premiados en total, es decir, el 13%. La primera fue la sueca Selma Ottilia Lovisa Lagerlöff, en 1909, según la academia que otorga el premio, “… sus obras proporcionan representaciones realistas de las circunstancias, ideas y vidas sociales de las personas durante el renacimiento religioso del siglo XIX. Selma Lagerlöf escribió en prosa. Sus historias se caracterizan por un poder descriptivo cautivador y su lenguaje por la pureza y la claridad”. La número 16 es Louise Glück, sobre cuya obra la academia escribe: “Por su inconfundible voz poética que, con una belleza austera, hace universal la existencia individual. Busca lo universal, y para esto se inspira en los mitos y motivos clásicos, presentes en la mayoría de sus obras”.

De los 11 ganadores del premio en Latinoamérica, la única mujer que ha recibido el Premio Nobel de Literatura, es Gabriela Mistral, chilena, galardonada en 1945. Al recibir su premio, manifestó:

«Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio de la vida nórdica, toda ella asistida por su folklore y su poesía milenaria”.

En lo que tiene que ver con el Premio Nobel de Química, las cifras también son contundentes: sólo 7 mujeres han obtenido el premio de 162 otorgados en total (0,4%).


Un mensaje sencillo pero inspirador fue el manifestado por Emmanuelle Charpentier al enterarse del reconocimiento:


“Cuando sucede, te sorprende y piensas que no es real. Pero obviamente es real. Deseo que esto lleve un mensaje positivo específicamente a las jóvenes que desean seguir el camino de la ciencia…, que les muestre que las mujeres científicas también pueden tener un impacto en la investigación que están realizando».

Que importante para las nuevas generaciones de niños y niñas ver referentes de mujeres tanto en las ciencias como en las artes, ver sus nombres y sus obras exaltados en las instancias más elevadas. Cuando una mujer llega a donde llegaron Louise, Emmanuelle y Jennifer, ha tenido que sortear muchas dificultades, ha tenido que vencer el escepticismo, el prejuicio, ha tenido que convencer no solo a hombres sino también a otras mujeres y a sus propias familias de que eran capaces. Las cifras lo confirman una y otra vez, existe en el mundo una gran inequidad, pero este año, con estas tres mujeres brillando en lo más alto, se ha cerrado un poco esa brecha.

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