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La transición energética vista desde los Planes de Desarrollo Territoriales

Por: Centro de pensamiento TEJ Oficina Caribe


Foto tomada de: Colombia Inteligente


Por estos días empieza la discusión a lo largo y ancho del país de los Planes de Desarrollo municipales, distritales y departamentales. Se inicia así una discusión clave para que las apuestas de intervención social y política pública de los mandatarios que fueron elegidos el 29 de octubre de 2023 se materialicen en una serie de programas, proyectos e indicadores.

Y en esa discusión no solo deben ser protagonistas las Corporaciones Públicas, es decir, los Concejos y Asambleas; además, la ciudadanía debe velar porque las discusiones se caractericen por su transparencia, por concitar una deliberación verdaderamente pública, y lo más importante, porque recojan las principales problemáticas, retos y posibilidades de las comunidades.  


Ahora bien, los eventuales Planes de Desarrollo Territoriales deberán articularse, desde una perspectiva de planeación e intervención compartida, con los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo -PND- Colombia, potencial mundial de la vida, 2022-2026, que, como uno de sus objetivos centrales, plantea: “impulsar la penetración de energías renovables en la matriz de generación y la respectiva disposición de infraestructura y tecnología avanzada en el sistema energético (DNP, 2023)”.


De esta forma, no pueden dejar de lado una de las principales banderas del Gobierno Nacional, que traza, sin temor a exagerar, una de las mayores transformaciones en la historia reciente del país. Porque la transición energética no es el “capricho” del Gobierno -como suelen afirmar sectores de la oposición-, desde su concepción original, es una política de planificación y reconversión energética, sustentable y permanente que requiere de una adecuada articulación a escala veredal, municipal y departamental.

Sin la participación de los territorios, la transición energética no tendrá futuro.


De ahí que los Consejos, las Asambleas y la ciudadanía que vienen participando activamente en las discusiones que darán vida a más de 1.000 Planes de Desarrollo Territoriales, deban tener presente que desde el PND se habilita a las comunidades para que se puedan constituir en Comunidades Energéticas con la finalidad de generar, utilizar y comercializar eficientemente la energía a través del uso de fuentes no convencionales; así como la diversificación energética a partir de la promoción del hidrógeno, la biomasa, la geotermia, la energía eólica y solar.


En el PND se pusieron las primeras cartas sobre la mesa y ya lo que sigue es que ningún municipio, distrito o departamento quede por fuera de las posibilidades que ofrece la transición, siendo este un proceso que va más allá de la voluntad de un Gobierno, porque compromete, sin lugar a dudas, el esfuerzo de varias generaciones. Todos y todas nos debemos sentir convocados en esa apuesta trascendental por la transición energética.


Por eso, las discusiones que actualmente se están dando en todos los rincones del país, desde el municipio más grande al poblado más pequeño, representan un importante punto de partida no solo para integrar los objetivos del PND a los esquemas locales de planeación, sino que, además, permiten aterrizar y profundizar las posibilidades de la transición.


Porque de algo sí podemos estar seguros, habrá transición energética para rato, y los Planes de Desarrollo Territoriales, como aquellas cartas de navegación que se renuevan al vaivén de los diversos gobiernos cada cuatro años, deberán dar cuenta de ello.

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