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Foto del escritorLeón Valencia

La semana caliente

Por: León Valencia


Rusia atacó a Ucrania, el ELN desató acciones en varios puntos de nuestro país, las disidencias de las FARC sufrieron un grave revés, la Corte Constitucional despenalizó el aborto hasta la semana 24 del embarazo, nuevamente los asesinos se ensañaron en firmantes de la paz y líderes sociales; entre discusiones, las centrales obreras decidieron no acometer el paro nacional que tenían programado. Fue una semana de tensiones, miedos y debates.

Putin cree que es el momento propicio para replantear el espacio geopolítico que surgió después de la disolución de la Unión Soviética: la amistad con una China en ascenso; la retirada de las tropas americanas de Afganistán; las dificultades internas de Biden; las elecciones en Francia; un gobierno nuevo y dividido en Alemania; y un barril de petróleo por encima de los 90 dólares. A su juicio, en los años 90, Rusia fue humillada y salió mal parada en los equilibrios que se le impusieron. Y él, que ha dado un giro autoritario y ha liquidado la oposición, usa la carta "legitimadora" del irredentismo nacionalista para afianzar su liderazgo y continuar indefinidamente en el poder.

Putin ha hecho una apuesta realmente temeraria. En pocos días desató una invasión a Ucrania y, a las horas del viernes en que escribo esta columna, está a las puertas de Kiev, con un saldo cerca de 200 muertos y más de 300 heridos. La respuesta de Estados Unidos y Europa ha sido una cascada de sanciones económicas y la amenaza de desatar una guerra si toca el suelo de la OTAN.

Estamos en un momento de tensión mundial que empieza a comprometer la América Latina. Ya Cuba y Venezuela salieron a respaldar las acciones de Rusia y el presidente Duque salió a ponerse al lado de Estados Unidos. Mal augurio. Estos países pobres y lejanos deberían guardar la prudencia y acudir a palabras como neutralidad y no alineamiento.

En nuestros predios, El ELN, en otra desafortunada decisión, declaró un paro armado en varias regiones, en momentos en que el país se apresta para unas elecciones que pueden cambiar el rumbo político nacional. Flaco servicio a las transformaciones urgentes que necesita Colombia. Los muertos de estas acciones, los daños a la infraestructura, las restricciones a la movilidad, todo, le sirve de argumento a los políticos tradicionales para persistir en el poder.

Por otro lado, el Ejército da cuenta de que, en Puerto Rondón, Arauca, dieron de baja a 23 miembros de las disidencias de las FARC, en la operación más grande de que se tenga noticia contra estos grupos armados.

La Corte Constitucional, por su parte, alborotó el avispero de la ríspida derecha con la despenalización del aborto hasta la semana 24 de gestación. Los lideres de esta corriente política salieron a utilizar las creencias religiosas y los dolores que acosan a los seres humanos cuando se enfrentan a estas decisiones. Han dicho de todo. Que se autorizó el asesinato de niños, que se llevaron de calle los valores más preciados de la sociedad, que se está promoviendo el aborto como método anticonceptivo.

Es un acto de valentía de una Corte que sabe de los miles y miles de embarazos involuntarios o forzados de adolescentes y mujeres de todos los estratos sociales, de la vulneración física y la muerte que afrontan las mujeres en los abortos clandestinos, la que ha decidido darles a esas mujeres la libertad de elegir la interrupción de la gestación sin la brutal amenaza de la deshonra y la cárcel.

Y sigue el sacrificio impune de líderes sociales. Teófilo Acuña y Jorge Alberto Tafur, que le prestaban su voz a las comunidades en el Sur de Bolívar, en el Cesar, el Magdalena y los Santanderes, fueron asesinados en San Martin, departamento del Cesar. Entre tanto, en el Putumayo, atacan a un grupo de jóvenes comprometidos con la paz y atentan contra la vida de Jair Torres, candidato a la Cámara por la agrupación de los Comunes surgida de los acuerdos con las FARC.

Sólo una noticia tranquilizadora. Las Centrales Obreras desistieron del paro nacional. Escucharon las críticas a la decisión de paralizar el país en los días previos a las elecciones y se dieron cuenta de que, en el ambiente de crispación que vive Colombia, se podrían desatar dolorosos ataques a los manifestantes.

¡Qué dura semana!

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