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La responsabilidad de Duque en la crisis

Por: León Valencia, director – Pares


Hace pocos días participé en el programa Voces RCN junto a los parlamentarios Eduard Rodriguez y Angélica Lozano, también estaba el presidente de la Federación de Ganaderos, José Félix Lafaurie. Debatimos, entre otros temas, sobre la gestión de la pandemia por parte del presidente Duque y del gobierno nacional. Rodríguez y Lafaurie hicieron una defensa de las decisiones de Duque y Angélica y yo esbozamos algunas críticas.


Debo decir que hablé con una especial vehemencia de la dolorosa ambigüedad con la que el presidente Duque se había movido en la disyuntiva de priorizar la economía o la salud y la vida.

Estaba particularmente afectado por el grave aceleramiento de los contagios y las muertes por Covid 19 en el país. Dieciocho días antes, el viernes 3 de julio, se había realizado el segundo día sin IVA. La gente se lanzó a las calles y a los supermercados. Las grandes filas y las aglomeraciones menudearon en todas las ciudades. Todos los protocolos de distanciamiento y cuidado se fueron al suelo.


Justo el viernes 18 de julio, quince días exactos después del día sin IVA, tiempo en el que se calcula la incubación del coronavirus, los contagios y las muertes dieron un salto y los primeros pasaron la barrera de los seis mil casos por día y los decesos empezaron a acercarse a trescientos por día. Entramos entre los 15 países de mayores contagios y muertes.


Le atribuí esta grave situación a la decisión presidencial. Después me puse a pensar si no había sido injusto en esta valoración. Eso me preocupó. Libro una lucha permanente por ser justo en las críticas a los mandatarios, tengo por oficio el análisis, no la oposición, me afano en la búsqueda de datos y razones para dar debates ciertos.


Se ha ido una semana después del debate y los contagios y las muertes siguen al alza. La incertidumbre y el miedo son enormes. Los hospitales han empezado a colapsar. Las unidades de cuidados intensivos no dan abasto. La saturación es impresionante. Bogotá es la que más sufre. Pero Medellín ha entrado también entre las ciudades más afectadas, y de Montería y muchos lugares llegan noticias muy preocupantes.


Quizá es exagerado atribuir a la sola decisión de aliviar o anular por momentos el confinamiento la expansión de la peste. El virus es misterioso y elusivo y va produciendo desastres sin que las personas y el Estado podamos hacer nada. Pero la actitud de los mandatarios sí ayuda a la contención o acelera el contagio.


La draconiana decisión del gobierno chino de cerrar la ciudad Wuhan y otras ciudades una vez se advirtió la presencia del coronavirus en ese vasto y poblado país, fue un factor clave para controlar la pandemia. Después el virus viajero sorprendería a los gobiernos de Italia, Francia y España, los mandatarios de esos países se demoraron para tomar medidas drásticas y rápidamente saltaron la barrera de los veinte mil muertos. La excepción fue Alemania, Angela Merkel, con el apoyo de los gobiernos regionales y de un robusto sistema de salud logró meter al país en cintura con resultados admirables en en el control de la enfermedad.


Pero, la demostración más contundente de que la actitud de los mandatarios es decisiva la tenemos en los cuatro países más afectados por la pandemia. La irresponsabilidad manifiesta de Donald Trump, Jair Bolsonaro, Boris Jhonson y Juan Manuel López Obrador, en Estados Unidos, Brasil, Reino Unido y México, está produciendo una tragedia incalculable.


Menospreciaron el virus y cedieron a las presiones de los empresarios y a las necesidades y las angustias de la ciudadanía, que en todas partes tiende en forma más que natural a salir, a buscar la calle, a realizar sus actividades, a ejercer su libertad.


En el debate de Voces RCN Eduard Rodriguez y José Félix Lafaurie hablaron de no establecer la falsa disyuntiva –economía o salud y vida- y llamaron a no utilizar políticamente la pandemia. Pero la verdad pura y dura es que la disyuntiva existe y no se puede ignorar. Los resultados dependen de cual variable se prioriza.


El presidente Duque se ha movido en esas dos variables de manera dubitativa. Tuvo el acierto de llamar al cuidado y al distanciamiento en el momento en que advirtió los primeros casos de contagio en el país, pero se demoró para imponer el confinamiento, lo hizo empujado por mandatarios locales que fueron tomando esas decisiones a su arbitrio. Después, poco a poco, fue ampliando las excepciones al confinamiento sin poner atención al llamado que se le hacía desde espacios críticos de la sociedad. También decretó los tres días sin IVA y sólo ante el desastre del segundo día y el reclamo de algunos alcaldes anuló el tercero.


Decir estas cosas no es enrostrarle al presidente Iván Duque de manera oportunista los errores. Es una obligación ciudadana advertir los riesgos y las consecuencias de las decisiones del gobierno. Creo que fue Thomas Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos entre 1913 y 1921, quien dijo que los políticos y los gobernantes deben estar dispuestos a ponerle la cara a la candela todos los días.


Estamos en la mitad de una crisis que ha sacudido los cimientos de la sociedad. De esta no saldremos bien librados, pero la profundidad de las afectaciones depende, en gran parte, del comportamiento de los gobernantes y de los políticos, y por eso es hacia ellos que miramos cuando analizamos la marcha de la crisis.

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