Por: Daniela Quintero. Redacción Pares
El presidente Iván Duque mantiene una política exterior errada y su favorabilidad e imagen como líder a nivel nacional e internacional se mantiene por el suelo. El pasado viernes, por ejemplo, el mandatario le dijo a la prensa norteamericana que “Cuba tiene que preguntarse qué prefiere, la relación con Colombia o la relación con criminales”.
Y es que el presidente Duque, y los representantes de su gabinete en el exterior han dejado mal posicionada a Colombia y desatado polémicas por el inadecuado y “desastroso” manejo en temas coyunturales como la posible intervención al régimen de Venezuela, o en el fallido proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Por eso, el movimiento Defendamos la Paz compartió este lunes una carta dirigida al primer mandatario, y a los colombianos y colombianas para rechazar dicho pronunciamiento al considerarlo hostil con países como Noruega y Cuba que han estado apoyando todo el proceso de paz con la exguerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el fracasado con el ELN.
Una política exterior de rompimientos
“Colombia necesita una política exterior de paz y no de guerra, una de diálogos y no de rompimientos”, agregó el colectivo que integra a diversos líderes de varias corrientes políticas del país.
En esta oportunidad Duque se encontraba en Estados Unidos en el marco de la 74 Asamblea General de las Naciones Unidas para discutir varios temas de la agenda mundial; y en una entrevista que concedió al diario El Nuevo Herald de Miami se fue en ristre contra el gobierno cubano por el supuesto encubrimiento a miembros del ELN en ese país.
No obstante, el panorama no es tal y como lo plantea Duque, puesto que, Cuba solamente fue un último facilitador para los diálogos con esa guerrilla cuando ningún otro país estuvo dispuesto a recibir a las delegaciones del ELN y el gobierno.
En octubre del año pasado las conversaciones -casi rotas entre las partes-, se estaban llevando a cabo en Ecuador, que habían sido garante del proceso desde sus inicios en 2017. Sin embargo, el asesinato de los tres periodistas ecuatorianos en la frontera, y perpetuado por las disidencias de las FARC acabó con el apoyo y el presidente Lenin Moreno retiró a su país como mediador del conflicto colombiano con el ELN.
Así las cosas, Cuba fue el único país que aceptó la solicitud del Estado colombiano y recibió a ambas partes. Pero otro episodio de violencia acabó con las más mínima posibilidad de llegar a algún acuerdo. El asesinato de más de 20 jóvenes cadetes por parte del ELN suscitó la salida de la mesa por parte del nuevo gobierno colombiano, quien empezó a lanzar puyas a ese país para deportar a los delegados ‘elenos’.
Por su parte, el nuevo Partido FARC también rechazó el pronunciamiento de Duque y expresó que fueron “declaraciones temerarias y amenazantes”, e invitó a retornar los diálogos con el ELN para lograr la “paz completa”.
Una violación a los protocolos internacionales
El director de la Fundación Paz & Reconciliación-PARES, León Valencia, habló sobre los señalamiento de Duque y expresó que en primer lugar este un acto muy mezquino y desagradecido porque todo lo que hizo Cuba frente al Estado fue servir de lugar para una negociación de paz con las FARC.
Tras la firma y la confianza lograda por la negociación con las FARC, ese país recibió al ELN y lo pensó muchas veces antes de permitirlo, sólo por la petición del gobierno colombiano. Cuando fueron expulsados de Ecuador, le pidieron auxilio al gobierno de Cuba.
“Son cosas que el Estado le ha pedido al gobierno cubano y después se convierten en un problema para el gobierno. Se firmaron unos protocolos para esa negociación y decían que, si por algún motivo se rompían esas conversaciones, fuera de quien fuera la responsabilidad pues se retornarían con esos negociadores a territorio colombiano por cuenta de un dispositivo de esos países garantes”, contó Valencia.
Entonces cuando se rompió la negociación el gobierno colombiano debió facilitar el retorno de estas personas a sus lugares, cosa que no sucedió. Ahora tampoco permite que los negociadores elenos se queden en La Habana, pero será muy difícil que se los entreguen.
“Eso no lo puede hacer un país serio que ha firmado unos protocolos para dirigir un proceso de paz porque pues el desprestigio es total frente a cualquier papel que pueda jugar en el futuro” comentó el analista.
En segundo lugar, se percibe la violación de esos protocolos por parte de Colombia. Y en últimas, las consecuencias para el gobierno cubano es que siempre ha enfrentado muchos problemas, bloqueos, etc. Y en ese sentido, romper las relaciones diplomáticas es a contribuir al aislamiento de un país que ya no alienta ninguna guerra en América Latina, que no está agrediendo a ningún país y que simplemente trata de hacer su propia transición. Esa es la realidad.
Duque y su plan del enemigo externo
De acuerdo con Valencia, la política externa del gobierno actual está subordinada a una política interna de conseguir nuevamente un enemigo que perdieron, que fueron las FARC que se desmovilizaron y se desarmaron en noviembre de 2016.
“Ahora quieren construir un enemigo ligando ELN, disidencia de las FARC, Venezuela y ahora Cuba, con el ánimo de conseguir internamente una alza en las encuestas, por un lado; y por el otro, mayor gobernabilidad”, agregó el director de la Fundación PARES.
De todas maneras, dicha “fórmula” ya no da resultados. En su momento le dio resultados al expresidente Álvaro Uribe Vélez, el tener un enemigo, el unir al país frente a ese enemigo como eran las FARC.
Pero en la actualidad no se da ese resultado y eso se demuestra en la favorabilidad e imagen del presidente, quien subió un poco en las encuestas en febrero, pero volvió a caer y se mantiene muy bajo.
Eso quiere decir que él cree que la fórmula de enemigo, de radicalización, de mantener en pie un conflicto con Venezuela y ampliarlo a Cuba, le está dando réditos políticos, pero en realidad es una estrategia errada.
En ese sentido, propuso el analista, se deben quitar las tensiones con Venezuela, mantener la continuidad de las relaciones con Cuba, tratar de buscar una salida que combine la persecución a las disidencias y al ELN como es obligación del Estado, o la apertura hacia unos caminos de sometimiento a la justicia o negociación política.
En últimas, el rompimiento de la mesa con el ELN fue un error, así como la estrategia de acusar a Venezuela de apoyar a grupos criminales, y el aliento indirecto a las disidencias de las FARC por medio de la lenta implementación del Acuerdo de Paz. Muy mal panorama para un presidente que dice apoyar los acuerdos internacionales.
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