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“La política de equidad de género fracasó con la pandemia”

Por: Laura Cano. Periodista Pares.


Cada vez es más notorio que aunque la pandemia afectó a gran parte de la población, sus efectos se acentuaron y fueron mucho más graves en ciertos sectores. Uno de estos fueron las mujeres, quienes desde que se comenzaron a implementar las medidas para mitigar los índices de contagio de Covid-19, vieron cómo se afectaron sus cotidianidades.


Una de las primeras alertas encendidas tenía y tiene que ver con las mujeres que quedaron conviviendo 24/7 con su agresor. Solo en el caso colombiano, más específicamente en Bogotá, desde Sisma Mujer se informó sobre el incremento de las violencias contra las mujeres durante la cuarentena, evidenciándose, entre muchas otras cosas, en el mayor número de llamadas registradas desde el inicio del Aislamiento Preventivo Obligatorio a la línea 155 de atención a mujeres víctimas de violencias, en la cual hubo un aumento de 169,75% en las atenciones realizadas por violencia intrafamiliar.


Por otra parte, otra problemática en la que se ha venido insistiendo es en las consecuencias que se preveían en el panorama laboral para las mujeres. Hoy esos pronósticos toman forma, demostrando que las políticas públicas para garantizar el bienestar de las mujeres fracasaron, aun cuando desde hace casi un año se venía advirtiendo sobre sobre la necesidad de prevenir estos impactos.


Este jueves la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentó su más reciente informe sobre la autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad, en el que se presenta un mapeo de lo que fue el 2020 en cuanto al escenario laboral de las mujeres. Los resultados: críticos; aumento de la pobreza, brecha de acceso a servicios financieros; mayor porcentaje de mujeres desempleadas, aumento del índice de mujeres concentradas en el trabajo informal, etc. Sin dejar de nombrar que para muchas las medidas de restricción de movilidad, además, significaron una sobre carga laboral en actividades de cuidado.


Señala la CEPAL que: “la fuerte contracción económica está afectando negativamente la ocupación y aumentando la precarización de las condiciones laborales en la región, lo que en el caso de las mujeres representa un retroceso de más de diez años en su participación en el mercado laboral”.

Mientras que en Colombia, como afirmó la economista e investigadora Cecilia López quien se encuentra estudiando este tema, “la tasa de participación de las mujeres en el país hoy está como estaba a finales del siglo XX –rondando poco más del 40%-. Hemos perdido en términos de autonomía económica todo lo que se ha hecho en 20 años. Lo peor de todo es que al Gobierno no le importa y no ha hecho nada por las mujeres. Ni siquiera se ha comenzado a vacunar y quienes están pagando todo esto son las mujeres”.


Conjuntamente se adicionó desde la CEPAL que la desocupación de las mujeres en Latinoamérica y alcanzó un 22,2% en 2020, lo que significó una variación de 12,6 puntos porcentuales de variación interanual. Por su parte, se indicó un reporte de un aumento del desempleo de 10,4 puntos porcentuales, también respecto al 2019. Esto ha llevado, entre otras cosas, a que la cantidad de mujeres latinoamericanas en situación de pobreza sean cerca de 118 millones.


Cecilia López, aseveró que “hay una gran contradicción: la actividad más importante durante la pandemia ha sido el cuidado y el cuidado no remunerado; las mujeres –en Bogotá- están cuidando entre el 80 y el 85% de los/as contagiados/as que permanecen en los hogares. Además, el 70% de los/as trabajadores de la salud en Colombia son mujeres. El trabajo del cuidado, que ha sido subestimado toda la vida, ha sido el gran protagonista de la pandemia, pues son las mujeres las que están en la primera línea de cuidado, y son ellas las que están pagando los costos más altos”.


Los sectores más afectados


La CEPAL, asimismo, estableció cuáles han sido los sectores que se han visto mayormente afectados por la contracción económica, además preocupa que en éstos trabaja un 56,9% de las mujeres en América Latina.


Por una parte está el sector del turismo, en el que solo en actividades de alojamiento y de servicio de comidas 61.5% de los puestos de trabajo eran ocupados por mujeres en 2019. Adicionalmente, también se ubica todo lo relacionado con manufactura, donde se vieron afectados por el cierre de fábricas, principalmente, lo que también implicó consecuencias en el comercio al por mayor y menor.


A esto se suma que otro de los sectores más fuertemente golpeados, además no solo por la pandemia, son las mujeres dedicadas al trabajo doméstico remunerado, que como se expone en el documento:


“Es otro de los sectores fuertemente golpeados por la crisis, ya que, además de estar altamente precarizado, es un tipo de trabajo que no puede ser realizado de forma remota. Muchas mujeres empleadas en este sector experimentan incertidumbre acerca de su remuneración, sobre todo en el caso de aquellas que no cuentan con un contrato formal. Quienes han continuado asistiendo a su lugar de trabajo han visto aumentadas sus responsabilidades al tener que atender, por ejemplo, actividades relacionadas con el cierre de escuelas en los hogares donde viven niños y niñas. También han tenido que incrementar los estándares de higiene para prevenir contagios e incluso hacerse cargo de la demanda de cuidados de la salud de los miembros del hogar en que trabajan. Esto último, además de exponerlas al contagio de la enfermedad, les impone la realización de actividades para las cuales no están necesariamente capacitadas. En casos extremos, muchas trabajadoras están incluso siendo despedidas”.

Hay que señalar que en Colombia, en el trimestre comprendido entre mayo y julio hubo una reducción del 44% de las mujeres ocupadas en estas labores en comparación con 2019 – haciendo la claridad de ser trabajo doméstico remunerado -, mientras que en otros países de la región como Brasil fue del 24,7% y en Chile del 46,3%.


“Las mujeres que no pudieron seguir trabajando porque les cerraron sus sectores, están ahora o sin emplearse o en lugares donde reciben mucho menos de lo que ganaban antes. A eso se suma la carga de cuidado muy grande. En Bogotá las mujeres están asumiendo entre 6 y 10 horas diarias de cuidado, pero además, en los trabajos remunerados también se les están exigiendo más horas, sin que esto signifique una mayor remuneración”, agregó la economista.

A todo esto se suma que estos sectores que son los que mayor número de mujeres emplean, son a su vez los que mayormente se caracterizan por altas tasas de informalidad y bajas remuneraciones.

Por ejemplo, “En cuanto a acceso a la protección social, un bajo porcentaje de mujeres en estos sectores están afiliadas o cotizan a un sistema de seguridad social: un 35,8% en el sector del comercio, un 45,4% en el sector de las manufacturas, un 25,9% en el sector del turismo y un 24,0% en el sector de los hogares como empleadores. Además, al menos 1 de cada 3 mujeres en estos sectores es una trabajadora por cuenta propia, ocupación asociada generalmente a una menor calidad del empleo”, se lee en el documento.


Por otra parte, se proyecta que cerrarían casi 2,7 millones de microempresas formales en la región, lo que acentúa toda esta problemática pues en el sector del comercio se concentra una proporción importante del empleo femenino (un 21,6% de las ocupadas); un 69,0% de estas mujeres se concentran en empresas de menos de 5 personas y un 41,1% son trabajadoras por cuenta propia.


“No hay que romantizar el cuidado”


Por otra parte, los otros sectores donde hay una mayor participación de las mujeres es en la salud y la educación, y aunque en éstos las tasas de desempleo son menores, la pandemia sí hay implicado en otros factores. Por ejemplo, en el sector salud donde las mujeres son cerca del 73,2% del total de las personas empleadas, se ven afectadas por una baja inversión en toda Latinoamérica; en 2018 el gasto público en salud era de 2,2% del PIB, lo que es muy inferior al 6,0% que recomienda la Organización Panamericana de la Salud (OPS).


Esto tiene unas implicaciones directas en las condiciones de trabajo de quienes laboran en este sector, pues para muchas ha representado que las jornadas laborales se intensifiquen, también que ante la actual crisis sanitaria no cuentan con equipos de protección suficientes, lo que aumenta las posibilidades de contagio y también agudiza el estrés del personal. No siendo poco, además, las mujeres que trabajan en estas actividades evidencian una mayor brecha salarial respecto a los hombres. Solo en Colombia ésta está replantada por una diferencia del 24,6%.


Asimismo, las educadoras en Latinoamérica, que son quienes ocupan el 70,4% de los puestos de trabajo en el sector, se han tenido que enfrentar “a las nuevas formas de educación en muchos casos sin la posibilidad de formación o capacitación previa y sin las competencias o los recursos suficientes para poder adaptar su trabajo a las exigencias de la enseñanza a distancia y el uso de plataformas.


Además de las tareas tradicionales, el personal educativo ha debido colaborar en actividades dirigidas a asegurar condiciones de seguridad material de las y los estudiantes y sus familias, como la distribución de alimentos, productos sanitarios y materiales escolares, entre otras.(…) Por otra parte, cuando las actividades presenciales sean nuevamente viables, el personal ocupado en este sector asumirá nuevas responsabilidades asociadas al cuidado y la prevención del contagio, la aplicación de protocolos de higiene y distanciamiento físico y la complementariedad con el proceso educativo en las plataformas”.


Con todo esto, hay dos aspectos importantes que nombrar, por una parte, la CEPAL identificó que la aceleración de la digitalización en prácticamente todas las actividades de la vida afectó también la autonomía económica de las mujeres, pues, con todo esto están teniendo que destinar cerca del 14 y 12% de sus ingreso a los servicios de internet –resaltando que la situación empeora cuando no se cuentan con ingresos propios- .


Aunque se estima que solo el 21,3% de las personas ocupadas podrían teletrabajar, la CEPAL advierte que “las mujeres de menores ingresos enfrentan un doble obstáculo: la falta de autonomía económica y la brecha de acceso a Internet para el teletrabajo. (…) La revolución digital está generando distintas disrupciones en el mundo laboral que, en algunos casos, pueden redundar en condiciones laborales más precarias y que podrían afectar en mayor medida a las mujeres”.

Por otro lado y atravesando todo esto, hay que resaltar que además, y como se inició señalando, las mujeres han tenido que enfrentar una mayor sobrecarga laboral respecto a las necesidades de cuidados de los familiares en el marco de las actuales restricciones de movilidad y de los requerimientos para evitar la propagación del virus, nombrando que esto ha afectado mayormente a las mujeres trabajadoras que no tienen la posibilidad de tercerizar las labores de cuidado.


“Toda la política de equidad de género fracasó con la pandemia. Se perdió todo lo que habíamos hecho. ¿Cómo es posible que todos estos años luchando para que las mujeres tuviéramos una mejor situación en el mercado laboral, y llega la crisis y a las primeras que sacan son a las mujeres? Por otra parte, hace cuánto estamos resaltando la importancia del trabajo de cuidado no remunerado, y no pasa nada, se sigue recargando en las mujeres. Resalto: esto es el fracaso absoluto de toda una estrategia, pues respecto a las problemáticas estructurales de equidad de género no se toca ni se actúa sobre lo esencial. No hay que romantizar el cuidado”, concluyó López.

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