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La pirámide de mando de los “falsos positivos” en Casanare

Investigación: Línea Convivencia y Seguridad Ciudadana

Redacción, Graficación y Edición: Equipo de Comunicaciones


Por primera vez un General de la República, el Mayor General (R) Henry William Torres Escalante, aceptó máxima responsabilidad en casos de “falsos positivos” como Comandante de la Brigada XVI que opera en el Casanare y que estuvo involucrada en crímenes de lesa humanidad entre 2005 y 2008.


En este texto ofrecemos una radiografía de la pirámide de mando de la Brigada XVI, de la que Torres Escalante era la punta sobre otros 20 militares que comparecieron ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) en septiembre. Los testimonios de estos militares en una audiencia en Yopal dan cuenta de la práctica sistemática de asesinatos extrajudiciales en Casanare entre 2005 y 2008.


Sin embargo, la Brigada XVI no fue la única que participó en la ejecución de los “falsos positivos”, ni Casanare la única región donde se produjeron estos incidentes entre 2005 y 2008. Tampoco Torres Escalante era la punta más alta de una pirámide de mando que sigue subiendo por encima suyo hacia la Comandancia de las Divisiones el Ejército, Comandantes Generales, al Estado Mayor Conjunto y hasta la Comandancia de las Fuerzas Militares.


La JEP ha identificado un total de 6.402 casos de “falsos positivos” en Colombia.


¿Quién dio la orden?


La audiencia de reconocimiento en Yopal


La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) llevó a cabo una audiencia de reconocimiento de verdad en Yopal, Casanare, durante los días 18, 19 y 20 de septiembre, en el marco del Macro Caso de Investigación 03 de “falsos positivos”. El objetivo de esta audiencia fue esclarecer los crímenes de lesa humanidad cometidos por miembros del Ejército Colombiano entre enero de 2005 y diciembre de 2008 en el departamento del Casanare.


Durante estos tres días, 21 miembros del Ejército que pertenecieron a la Brigada XVI, un funcionario del desaparecido DAS y dos civiles, se presentaron ante la Sala de Reconocimiento de Verdad de la JEP y públicamente reconocieron su responsabilidad en la desaparición y asesinato de aproximadamente 303 personas en eventos de ejecuciones extrajudiciales: asesinatos de civiles presentados como guerrilleros dados de baja en combate.


Esta audiencia fue catalogada como “histórica” por la magistratura, ya que por primera vez un General de la República, el Mayor General (R) Henry William Torres Escalante, aceptó máxima responsabilidad en los asesinatos investigados por la Sala de Reconocimiento del tribunal especial. Y lo hizo al frente de 116 víctimas, que después de varios procesos previos de reparación se presentaron con el objetivo de conocer la verdad y cuestionar a aquellos que fueron responsables material e intelectualmente de la pérdida de sus seres queridos.


A pesar de que bajo el mando de Torres Escalante como comandante de la Brigada XVI del Ejército Nacional se encontraban los otros 20 exmilitares que comparecieron ante la JEP en Yopal, el exlíder arremetió en sus declaraciones contra sus mandos militares superiores, especialmente contra el entonces Comandante del Ejército (2006-2008), General (R) Mario Montoya, alegando que las presiones ejercidas por estos influyeron en la perpetración de los homicidios. Sostuvo que las demandas implacables de sus superiores por resultados operacionales a toda costa llevaron a algunos miembros de la brigada a cometer acciones atroces sin considerar las consecuencias éticas y legales.


La pirámide de mando en el Casanare


Torres Escalante era simplemente otro eslabón en la compleja estructura de mando del Ejército, un nivel más en una pirámide de la que él no era la punta, pero sí un mando superior frente a los otros 20 militares que comparecieron ante la JEP en Casanare. Entender la pirámide de mando es esencial para comprender el fenómeno de los “falsos positivos”. En el Gráfico No. 1 dibujamos una parte de la pirámide, la Brigada XVI, coronada por Torres Escalante, y compuesta por los otros 20 militares involucrados en el caso. Haga clic en los recuadros para ver las personas que ocuparon los mandos en aquella época (si está desde su celular, úselo de manera horizontal a la hora de navegar el gráfico para verlo más grande):


Gráfico No. 1. Comparecientes Brigada XVI - Ejército Nacional 2005-2008


Elaborado por: Línea Seguridad y Convivencia Ciudadana


El Gráfico No. 1 representa la estructura jerárquica y organizativa de la Brigada XVI del Ejército Nacional entre 2005 y 2008. Esta Brigada formó parte de la Cuarta División del Ejército hasta 2009, cuando se creó la Octava División y pasó a formar parte de ella. Esta Brigada se ubica en Yopal y opera en el departamento del Casanare y cuatro municipios del departamento de Boyacá. Estaba conformada por cinco batallones, el Grupo de Montado No. 16 “Guías de Casanare” y el Grupo Gaula Militar Casanare, todos bajo la orden de Torres Escalante, por unidad de mando.


De estos grupos, fueron dos los implicados en los casos de falsos positivos: el Grupo Gaula Militar Casanare y el Batallón de Infantería No. 44 “Ramón Nonato Pérez”.


El Grupo Gaula Militar Casanare es importante porque se dedicaba principalmente a actividades de inteligencia y prevención del secuestro y la extorsión, por lo que resulta sorprendente que este Grupo tenga un número significativo de víctimas en casos de falsos positivos. Por su parte, el Batallón de Infantería No. 44 incluía unidades como el Grupo Especial Caníbal, la Sección Segunda de Inteligencia del Batallón y los Batallones de Contraguerrilla 29 y 65. Estos grupos específicamente se destacaron en las audiencias debido a su participación directa en los casos investigados por la JEP.


En el Gráfico No. 1 se pueden observar los generales, comandantes, coroneles, mayores, capitanes, tenientes, sargentos segundos, cabos primeros y soldados profesionales que comparecieron ante la JEP y que hacían parte del Grupo Gaula Militar Casanare. Están dispuestos de izquierda a derecha siguiendo la cadena de mando. Además, se presentan los coroneles, mayores, capitanes, tenientes, sargentos, sargentos primeros, sargentos segundos y cabos segundos del Batallón de Infantería No. 44 “Ramón Nonato Pérez”, reflejando su posición en la jerarquía militar.


En resumen, el Gráfico No. 1 proporciona una visión detallada de la estructura organizativa de la Brigada XVI. Consecuentemente, presentamos la estructura jerárquica del área de operaciones del Ejército Nacional. La Tabla No. 1 se encuentra dividida en tres apartados: los comandos, que se refiere a la unidad militar en cuestión; la descripción de la unidad militar, en la que se describe su alcance y objetivos; y el rango de mando, que hace referencia a los puestos del escalafón militar que suelen ocupar el comando de las unidades.


Tabla No. 1. Rango Jerárquico Operativo Militar

Elaborado por: Línea Convivencia y Seguridad Ciudadana. Fundación Paz & Reconciliación (Pares)


En la Tabla No. 2 se muestra la estructura jerárquica del Ejército Nacional. Para la construcción de esta tabla se tuvieron en cuenta variables como la jerarquía militar, el grado de clasificación, la descripción del rango y los escalafones que lo componen.


Tabla No. 2. Escalafón Jerárquico Militar

Elaborado por: Línea Convivencia y Seguridad Ciudadana. Fundación Paz & Reconciliación (Pares)


Declaraciones de los exmilitares: una confesión del horror


Dentro de las múltiples declaraciones en Yopal, destacó la del Mayor General (R) Henry William Torres Escalante, quien como excomandante de la Brigada XVI entre diciembre de 2005 y junio de 2008 aceptó ser el líder de una estructura criminal que perpetró falsos positivos. A pesar de no admitir haber dado órdenes directas para llevar a cabo estos actos violentos, asumió con vergüenza la carga de responsabilidad que conllevaba su posición en la organización.


También reconoció haber participado en un acto de fraude a la justicia al sobornar al Teniente (R) Marco Fabián García Céspedes, antiguo Comandante del Grupo Delta 6 del Batallón de Infantería No. 44, con una suma de 45 millones de pesos para que cambiara algunas acusaciones en su contra. Curiosamente, justificó su acción como un intento de hacer que García Céspedes “dijera la verdad”, alegando que sus anteriores declaraciones eran falsas. Esta revelación suscitó controversia, ya que Torres Escalante trató de camuflar el soborno como “ayuda”, lo que plantea interrogantes sobre sus motivaciones y ética.


Además, el excomandante de la Brigada XVI admitió su responsabilidad en otro acto controversial: impedir que el ex Coronel (R) Henry Acosta Pardo del Batallón de Infantería No. 44, se sometiera a un polígrafo enviado por la Cuarta División. Este obstáculo, según su confesión, surgió a raíz de su ego y soberbia, ya que no le habían notificado previamente sobre la prueba.


Sin embargo, muchos testimonios de la audiencia dieron cuenta de la práctica sistemática de asesinatos extrajudiciales en Casanare entre 2005 y 2008:


El Sargento Retirado Faiber Alberto Amaya Ruiz, antiguo Comandante del Grupo Delta 4, se sinceró sobre los eventos que llevaron al señalamiento y trágico asesinato de Jair Tarache Cruz, un joven menor de edad indefenso, en el sombrío abril de 2006. Faiber rememora a Jair como una persona sencilla y humilde, cuyo único “pecado” fue haber sido estigmatizado por los miembros de la fuerza pública.


Por otro lado, el Teniente Retirado Marco Fabián García Céspedes, ex Comandante del Grupo Delta 6, quien comandó diversos grupos especiales de la Brigada XVI, admitió haberse extraviado en una convicción errónea de hacer lo correcto ante sus superiores, mientras cerraba los ojos y los oídos al dolor que afligía a innumerables personas. En su confesión, se vislumbra el remordimiento de quien reconoce su participación en acciones con consecuencias nefastas.


La historia se torna aún más sombría en el relato de Edwin Leonardo Toro Ramírez, Teniente Retirado y excomandante del Grupo Delta 5, así como miembro del Gaula Casanare. Este hombre recuerda con pesar cómo algunos soldados, incluido él mismo, se negaron inicialmente a seguir órdenes de asesinato, pero cómo luego él mismo puso fin a la vida de Jair Tarache Cruz.


El Sargento (R) Wilson Burgos, ex Comandante del Pelotón Cobra 2; Grupo Especial Arpía; Grupo Guerrero 3, del Batallón de Infantería No. 44, con la carga de la verdad sobre sus hombros, contó su parte de la historia. Ante la magistrada Catalina Díaz se le cuestionó sobre por qué dispararon a personas en estado de indefensión. Su respuesta fue cruda y despiadada: lo hizo con pleno conocimiento, con el único propósito de ganar cinco días de permiso y obtener condecoraciones, además de la posibilidad de viajar al extranjero.


La estigmatización fue la semilla de la tragedia, llevando a los soldados del Batallón de Infantería No. 44 a seleccionar a sus víctimas entre personas vulnerables e indefensas, dividiendo a la población en una dicotomía cruel entre “gente de bien” y “bandidos”.


El Coronel Retirado Marcolino Jiménez expresó ante la JEP que las órdenes que recibían provenían del General (R) Montoya a través de programas radiales. Las palabras crueles como “carrotancados de sangre” y la orden de “saquen los muertos de la nevera” retumbaron en su memoria. La sombra del Montoya se extiende sobre estos relatos, ya que la JEP lo imputó por crímenes de guerra y lesa humanidad.


Jhon Suancha, quien fuera Teniente del Grupo Militar Gaula Militar Casanare, arrojó luz sobre otro lado de la tragedia al mencionar al General (R) Carlos Arturo Suárez Bustamante, a quien señaló como el “padre de la omisión” en los falsos positivos. A pesar de conocer las denuncias, Suárez Bustamante continuó solicitando bajas, perpetuando el horror.


También se levantaron acusaciones contra el Juez Penal Militar Guerra Chinchía, cuyas irregularidades llevaron a la JEP a considerar una compulsa de copias a la Fiscalía. Estos testimonios revelan la profundidad de la complicidad en el encubrimiento de estos crímenes.

Jaime Alberto Rivera, exjefe de la Unidad de Inteligencia del Gaula Casanare reconoció que sus acciones contribuyeron al asesinato de 59 personas. Su confesión, cargada de culpa, se manifiesta en la devolución de una medalla de condecoración que recibió del Gaula como un amargo premio. Además da cuenta de que este fenómeno no se trató únicamente de asesinatos de personas indefensas, sino que también existió todo un aparato de inteligencia al interior del Ejército que planeaba, de manera deliberada, estos hechos.


El Mayor Retirado Gustavo Enrique Soto Bracamonte, señalado por varios comparecientes como uno de los responsables de los falsos positivos en Casanare durante su comandancia del Gaula en esa región entre 2006 y 2007, relató las constantes presiones por resultados y cómo el General (R) Torres Escalante le mostraba un tablero acrílico que llevaba el conteo de bajas. Además, reveló la existencia de un grupo de oficiales y suboficiales que calificó como “expertos para dar bajas”, un título aterrador que evoca la oscuridad de aquellos días.


Soto Bracamonte también reconoció su culpa en los casos de las víctimas Zubieta Hernández y Ríos Rodríguez, quienes fueron asesinados e incinerados en la vereda La Graciela, de Aguazul, Casanare. El ocultamiento de las identidades de las víctimas era un macabro patrón que utilizaban los militares para mantener la impunidad.


El Soldado Retirado Alexánder González Almario reveló cómo, siguiendo órdenes de sus comandantes, destruían los documentos de las personas que habían asesinado para evitar su identificación. Otros testimonios sugieren que incluso alteraban la escena del crimen, vistiendo a las víctimas con ropa diferente y colocándoles armas en las manos, para hacerlas pasar por guerrilleros y justificar sus acciones.

El Cabo Primero Retirado Gélver Pérez García asumió la responsabilidad de haber participado en el asesinato de al menos 31 personas. Su confesión fue desgarradora, ya que admitió haber aprehendido, asesinado y torturado a personas inocentes como parte de una práctica sistemática.


El Teniente Retirado Jhon Alexánder Suancha Florián también relató cómo fue transformado en una “máquina de guerra” en Casanare. Su testimonio reflejó la deshumanización a la que se vieron sometidos algunos miembros de las fuerzas armadas quienes, bajo la presión de los generales, perdieron su empatía y sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno. En sus palabras, Suancha también aludió a la influencia de los generales que visitaban los centros de reclusión, presionando a los soldados y silenciando las voces disidentes.


El Cabo Segundo (R) Leandro Eliécer Moná compartió la tragedia de haber ofrecido un aventón a un campesino sin saber que su gesto benevolente sería su condena a muerte. Sus palabras son un recordatorio angustiante de que las víctimas eran personas inocentes que perdieron la vida de manera injusta y cruel.


Asesinaron 303 personas


Las declaraciones de los exmilitares arrojaron luz sobre la magnitud de los horrores cometidos. Confesaron haber asesinado a 303 personas en 218 eventos diferentes en Casanare, Boyacá, Meta y Arauca. Admitieron haber presionado a sus subordinados para lograr resultados operacionales a toda costa, despreciando la vida de las víctimas inocentes. Algunos incluso sobornaron a compañeros de armas para cambiar sus testimonios y encubrir la verdad.


Las presiones para alcanzar resultados y la falta de escrúpulos en la presentación de informes de combate llevaron a la creación de una macabra estadística que los militares llamaron “carrotancados de sangre” y “litros de sangre”, haciendo referencia a las personas asesinadas. Estas revelaciones dejaron claro que la violencia indiscriminada y la falta de rendición de cuentas se habían apoderado de la Brigada XVI y, posiblemente, de otras unidades militares en todo el territorio nacional.

La JEP investiga también Antioquia, Norte de Santander, Costa Caribe, Huila y Meta por casos de “falsos positivos”


La Brigada XVI no fue la única que participó en la ejecución de los “falsos positivos”, ni Casanare la única región donde se produjeron estos incidentes entre 2005 y 2008. Es relevante tener en cuenta que otras brigadas tales como las Brigadas IV, VII, IX, X y XXX, también están siendo investigadas por la JEP en casos de “falsos positivos” durante dicho lapso de tiempo. El Gráfico No. 2 da cuenta de las estructuras del Ejército Nacional investigadas por “falsos positivos” en la JEP, haga clic en los recuadros para ampliar la información:


Gráfico No. 2. Estructura Ejército Colombiano en relación a casos de falsos positivos 2005 - 2008

Elaborado por: Línea Seguridad y Convivencia Ciudadana


La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) actualmente está investigando regiones como Antioquia, Norte de Santander, Costa Caribe, Huila y Meta en las que presuntamente hubo casos de “falsos positivos”, dentro de las cuales se destacan las siguientes:


Costa Caribe (División I): en esta división se encuentra la Décima Brigada del Ejército. Dentro de esta Brigada, el Batallón de Artillería No. 2, conocido como "La Popa", fue objeto de investigación. El mando de este Batallón estuvo a cargo del Coronel Publio Hernán Mejía Gutiérrez, seguido por el Coronel Juan Carlos Figueroa Suárez.

Norte de Santander (División II): en esta región, la Brigada XXX del Ejército tuvo un papel relevante. Su Comandante fue el Brigadier General Paulino Coronado Gámez, y dentro de esta Brigada se encuentra el Batallón de Infantería No. 15 y la Brigada Móvil No. 15, comandada por el Coronel Santiago Herrera Fajardo.


Antioquia (División I y luego División VII): la Brigada de Antioquia estuvo inicialmente anclada a la División I, pero en 2015 se creó la División VII, y la Brigada IV pasó a estar bajo su jurisdicción. Es importante destacar que los casos de “falsos positivos” involucraron a la Brigada IV mientras estuvo en ambas divisiones. El Comandante de la Brigada IV fue el General Mario Montoya Uribe. En particular, el Batallón de Infantería No. 4, bajo el mando del Teniente Coronel Julio Alberto Rivera Carballo, luego de Iván Darío Pineda Recuero, quien estuvo implicado en estos eventos.

Meta (División IV - Brigada VII): en la región del Meta, específicamente en la Brigada VII, el Batallón de Infantería No. 21, conocido como "Batallón Pantano Vargas", fue objeto de investigación. Durante aquél tiempo, tres comandantes estuvieron al mando: Héctor Alejandro Cabuya de León, Néstor Sánchez Aguirre y Jairo Martín Sandoval Moncayo.

Estas brigadas, dentro de sus respectivas divisiones, jugaron un papel en los eventos relacionados con “falsos positivos” durante los años investigados por la JEP.


Torres Escalante no era la punta de la pirámide: ¿quién dio la orden?


¿Quién estaba en el mismo nivel que Torres Escalante en la pirámide de mando del Ejército Nacional entre 2005 y 2006? Algunos comandantes de brigadas investigadas por la JEP en casos de falsos positivos, que podríamos reconocer como “compañeros de piso” de la pirámide de mando junto a Torres Escalante, fueron: Coronel Jaime Alfonso Lasprilla, Comandante de la IX Brigada en el Huila entre 2006 y 2007; General William Pérez Lasprilla, Comandante de la IX Brigada en el Huila entre 2007 y 2008; Mayor General Mario Montoya Uribe, Comandante de la IV Brigada del Ejército entre 2002 y 2003; Brigadier General Paulino Coronado Gámez, Comandante de la Brigada XXX entre 2006 y 2008i.


Encima de ellos en la pirámide, como Comandantes de las Divisiones, estaban: Brigadier General Justo Eliseo Peña como Comandante de la División I entre 2005 y 2007; Brigadier General Carlos Ovidio Saavedra como Comandante de la División II entre diciembre de 2004 y noviembre de 2007; Brigadier General Hernando Pérez Molina como Comandante de la División III en 2005; Luis Antonio Coronado León como Comandante de la División IV en 2005; General Gustavo Matamoros como Comandante de la División V entre 2006 y 2007; Jairo Erazo como Comandante de la División V entre 2007 y 2009; Brigadier General Carlos Suárez Bustamante Comandante División V en 2005; Luis Alberto Ardila Silva como Comandante de la División VI también en 2005; y en la División VII el Brigadier General Óscar González Peña en 2005.


Por encima de los Comandantes de las Divisiones mencionadas se destacaban figuras importantes en la jerarquía militar y política de Colombia durante ese período como Reinaldo Castellanos, quien ocupó el cargo de Comandante del Ejército entre 2005 y 2006, seguido por Mario Montoya Uribe, quien lo desempeñó desde 2006 hasta 2008, ambos investigados por la JEP. Más arriba en la cadena de mando se encontraban Freddy Padilla León, quien sirvió como Jefe del Estado Mayor Conjunto de 2003 a 2006, y David René Moreno, que ocupó el mismo cargo en 2007.


Más arriba en la pirámide se situaban el Comandante General de las Fuerzas Militares, Carlos Alberto Ovalle, en el período de 2005 a 2007, y nuevamente Freddy Padilla Léon entre 2007 y 2010, los dos investigados por la JEP. Es relevante mencionar que, durante el año 2005, el ministro de Defensa fue Jorge Alberto Uribe Echavarría, quien estuvo en funciones hasta el 19 de julio. Luego asumió el cargo Camilo Ospina Bernal, quien ejerció como ministro de Defensa desde 2005 hasta 2006. Posteriormente, la responsabilidad recayó en Juan Manuel Santos Calderón, quien ocupó el cargo desde 2006 hasta 2009.


Durante este periodo (2005-2008), caracterizado por un incremento en los casos de falsos positivos, Álvaro Uribe Vélez ocupó la Presidencia de la República de Colombia.

Según los hallazgos de la investigación llevada a cabo por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) en el marco del Macro Caso 03, se han identificado un total de 6.402 casos de falsos positivos en Colombia.


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Vea las tres audiencias completas del caso Casanare, aquí:



 

i Sobre los Comandantes de las Brigadas VII y X no se encontró información en los documentos publicados por la JEP ni en medios de comunicación.














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