Por: León Valencia
Director de la Fundación Paz & Reconciliación (Pares)
Algunos dirigentes del Partido Alianza Verde me pidieron que les diera mi opinión sobre la situación de ese partido y la manera como estaban manejando la coyuntura. Desde mi condición de analista independiente, que no milita en ningún movimiento o partido, les envié estas ideas que ojalá contribuyan a superar el duro momento que vive esta fuerza política tan importante para el país (como quiera que ganó las elecciones locales de 2019 y logró una votación histórica en importantes ciudades del país).
Antes de exponer dichas ideas, quisiera hacer algunas claridades. Para el análisis de la actual coyuntura electoral tengo como referencias: los resultados de las elecciones de 2010 en adelante, las actuales encuestas de opinión (tanto las de intención de voto por candidatos como las de favorabilidad) y una apreciación sobre la grave crisis que vive el país. Asimismo, utilizo las siguientes categorías políticas: derecha, centro-derecha, izquierda, centro-izquierda, tal como son utilizadas en Europa. Entonces hablaré de izquierdas y derechas para Colombia. Y también utilizaré la categoría de “clanes políticos”, elaborada por la Fundación Paz & Reconciliación (Pares) para el análisis de la política regional en Colombia. Dicho esto, aquí las 10 ideas que compartí:
El arco político colombiano en la actualidad lo veo así: A) Derecha: la actual coalición de gobierno, es decir, el Centro Democrático, el Partido Conservador y algunas iglesias evangélicas. B) Centro Derecha: el Partido Liberal oficialista, Cambio Radical y el Partido de la U. C) Izquierda: las fuerzas que se ubican en el Bloque Histórico, encabezadas por Gustavo Petro. D) Centro Izquierda: las fuerzas que se ubican en la Coalición de la Esperanza. Además, Pares ha documentado 54 clanes políticos, once de los cuales son muy importantes en las definiciones presidenciales.
Las elecciones presidenciales tienen tres momentos especiales en el país, podríamos hablar de tres vueltas: A) las elecciones parlamentarias y las consultas de marzo, donde se agrupan las fuerzas y se produce una primera selección de candidatos y candidatas. Se trata de una disputa amplia y abierta donde priman las alianzas sobre las rivalidades: es la antesala de la primera vuelta. B) La primera vuelta, donde priman las rivalidades sobre las alianzas, especialmente entre las personas candidatas más cercanas C) La segunda vuelta, donde se produce de entrada un fenómeno de reagrupamiento de las fuerzas, en perspectiva de un nuevo Gobierno, y después una aguda disputa entre los dos candidatos que quedan en la competencia. Son, en realidad, tres campañas distintas con exigencias específicas. Los sistemas de segunda vuelta ponen a prueba la capacidad para realizar consultas y alianzas. Pongo un ejemplo: en Bogotá (donde no hay segunda vuelta) un candidato o una candidata puede ganar con el 35% del electorado en una disputa donde normalmente se presentan cuatro o cinco candidaturas competitivas; pero en el caso nacional, donde sí hay segunda vuelta, la persona que aspire a ganar tiene la obligación de ir acumulando favorabilidades y alianzas hasta alcanzar más del 50% de las personas votantes. Por eso cada campaña hay que planearla de modo diferente.
Si tenemos en cuenta los resultados de las anteriores elecciones y la dispersión del actual espectro político colombiano en partidos, movimientos y clanes, podemos decir que en el 2022 habrá segunda vuelta, es decir, que es improbable que alguna de las personas candidatas gané en primera vuelta. También es imposible que un partido o movimiento se alce con la mayoría del Congreso: como se ha visto, en su mejor momento un partido puede llevarse el 20% de representaciones parlamentarias como máximo.
El proceso de paz, la pandemia y la grave crisis económica y social, lo mismo que la caída en las encuestas de Duque y su Gobierno, aunado a las dificultades que atraviesa el Centro Democrático y su máximo líder, el expresidente Uribe, nos dan para decir que estamos en un momento de transición y de incertidumbres. El país entró en la época de post-uribismo y post-FARC. La próxima campaña ya no opera “el que diga Uribe”, y la paz y la seguridad no serán los temas más relevantes. Los partidos de la derecha y la centro-derecha tendrán la libertad para recomponerse de cara a las presidenciales y presentar candidaturas propias o establecer coaliciones diversas. Eso todavía no ha ocurrido, pero va a ocurrir. Seguro que va a ocurrir.
En las derechas es muy probable, entonces, que se presenten tres o cuatro agrupamientos y que surjan tres o cuatro candidaturas con posibilidades de competir en primera vuelta: A) Una persona candidata de la derecha en quien se agrupe la actual coalición de gobierno. O puede ocurrir, también, que esta vez el Partido Conservador saque una candidatura, otra el Centro Democrático y otra las iglesias evangélicas B) Que se pongan de acuerdo el liberalismo oficialista, Cambio Radical y la U, o parte de estas fuerzas, para definir una candidatura de la centro-derecha C) Que, además de estas personas candidatas, cuaje la idea de una candidatura de los exalcaldes y los clanes políticos regionales. En este momento, algunas personalidades políticas pintan con más probabilidades de alzarse con la postulación en sus respectivos partidos o agrupamientos, pero pueden surgir otras dada la gran incertidumbre: Oscar Iván Zuluaga o Tomás Uribe en el Centro Democrático; Germán Vargas Lleras o Dilian Francisca Toro en la centro-derecha; Alex Char o ‘Fico’ Gutiérrez, entre los exalcaldes y clanes; Juan Carlos Echeverri o Mauricio Cárdenas en el Partido Conservador; Viviane Morales o Jimmy Chamorro por las iglesias evangélicas. Entre estas fuerzas, las cuentas no están claras aún, a pesar de que el tiempo se agota.
En las izquierdas, hasta el momento, se ven dos posibles candidaturas fuertes para competir en primera vuelta: A) Gustavo Petro, que tiene un liderazgo sólido en la coalición del Pacto Histórico, registra el primer lugar en las encuestas. Lo favorece el grave descontento social y no tiene responsabilidades en los gobiernos locales sacudidos por la crisis. Las debilidades de esta coalición y de su consulta son: primero, lo poco competitiva que resulta la consulta porque las candidaturas distintas a Petro no tienen mucho arrastre; y segundo, el alto nivel de resistencia a este candidato que, aunque ha venido cediendo en el último tiempo, todavía es bastante grande B) El candidato o la candidata que salga de la consulta de la Coalición de la Esperanza. Esta coalición tiene a las personas candidatas que sacaron el tercero y el cuarto lugar en la primera vuelta del 2018 (Sergio Fajardo y Humberto de la Calle); tiene al Partido Verde, que ganó las elecciones locales de 2019 y tuvo un arrastre estelar del voto urbano ganando las alcaldías en 10 ciudades; tiene a los líderes del liberalismo que disputaron la consulta de ese partido en 2018 (Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo y Juan Manuel Galán); tiene a figuras competitivas en la política nacional (Jorge Enrique Robledo, con una alta votación al Congreso y una historia admirable de Senador, y Ángela María Robledo, quien fue fórmula vicepresidencial de Petro en el 2018); y tiene a Sergio Fajardo, que hasta el momento figura segundo en las encuestas. Sin embargo, esta coalición está afectada por las dificultades del Partido Verde y por el desgaste de gobiernos locales en medio de la crisis. Sumado a esto, aún no logra proyectar ante la opinión pública las fortalezas de esta coalición, no logra mostrar su diversidad, no logra hacer ver lo competitiva que resultará su consulta en medio de las elecciones legislativas.
Me atrevo a decir una cosa: las izquierdas tienen que cometer muchos errores para perder la presidencia en el 2022. Dada la situación del país y la grave crisis que afronta el uribismo, esta es, desde luego, una afirmación controversial; pero las derechas (si presentan una buena candidatura y se agrupan en segunda vuelta) pueden dañarles la fiesta a las izquierdas.
La realidad que nos muestra un análisis detallado del atlas electoral colombiano es que a las izquierdas solas no les alcanza para ganar en segunda vuelta. Incluso si se presentan unidas, aún necesitan de sectores de la centro-derecha para el triunfo. En cinco elecciones consecutivas (las primeras y segundas vueltas de 2014 y 2018, y también en el plebiscito por la paz), la coalición de derechas tuvo un voto consistente, favorable y mayoritario en 500 municipios del país. Así fue que en la segunda vuelta de 2018 le bastó con conseguir el apoyo de los partidos de la centro-derecha, que le pusieron 350 municipios más para ganar. En cambio la fortaleza de las izquierdas es el voto de opinión de las grandes ciudades, y por eso necesita de ese voto tradicional, también consistente, de la Colombia profunda, de la Colombia de los pequeños municipios y las ciudades medianas que aún sigue apostándole a los liberales, a los de cambio radical y a clanes políticos tradicionales.
El Partido Verde presenta una grave crisis con estas características: A) Antanas Mockus, su principal símbolo y mayor elector en las elecciones parlamentarias de 2018, no está activo en la política nacional ni al interior del partido. B) Dos de sus figuras, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, y el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, están en serías dificultades en medio de la grave situación derivada de la pandemia y el estallido social. C) Las dos principales “cepas” de este partido, la del M19 y la de Claudia López, tienen preferencias presidenciales por fuera del partido (los del M19 se inclinan por Gustavo Petro, mientras Claudia y su gente vacilan entre Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria). Entre tanto, en el seno del partido se presentan varias precandidaturas que no registran nada en las encuestas D) Existe un peligro real de división y de retroceso lamentable de este partido en su bancada del Congreso y en su protagonismo en las elecciones presidenciales.
El tiempo ideal de definiciones del Partido Verde ya pasó. Quizás el mejor mes para la escogencia de su candidatura, de cara a una consulta en marzo, era el mes de junio. Ahora es un poco tarde. Ahora se trata solamente de minimizar el daño. Para reducir el impacto negativo tendrían que hacer, por lo menos, cuatro cosas: A) Fijar el mes de agosto como límite para decantar una o dos precandidaturas presidenciales poniendo la condición de que quienes a 31 de agosto persistan en su candidatura presidencial no podrán participar en las listas a Congreso B) Definir en ese mes, de manera clara y transparente, en cuál de las dos consultas participarán (la del Pacto Histórico o la de la Esperanza). En reiteradas oportunidades han dicho oficialmente que su coalición es la de la Esperanza, pero (permítanme este atrevimiento) en esa afirmación muchos de los dirigentes no son sinceros, en realidad tienen en su corazón a Petro y a la coalición del Pacto Histórico, y por eso es necesario tomar una definición democrática al respecto. C) Aclarado esto, es preciso definir, entonces, también democráticamente, cuál es la persona que va a representar al Partido Verde en la consulta de marzo D) Hacer una definición preliminar de las listas a Congreso para aclarar la cabeza de lista al Senado y las candidaturas que pueden arrastrar electorado y empezar su promoción en una estrategia previa a la inscripción definitiva de estas listas en diciembre E) Al mismo tiempo, comprometer a todo el partido en una defensa cerrada de sus alcaldes y alcaldesas. La política, decía André Malraux, es banderiza: se entiende que el papel de los partidos es defender a quienes gobiernan en su nombre pase lo que pase, como el papel de los opositores es criticar, ver los errores y agrandarlos, hacer caso omiso de los aciertos F) El mecanismo ideal para tomar todas estas decisiones es una consulta extraordinaria a las bases del partido, un mecanismo verdaderamente participativo que despeje todas las dudas y le de legitimidad a las decisiones.
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