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La crisis de los chupamedias en Arauca

Por: Cayo Mario Sepúlveda

Líder político y social de Tame, Arauca

Foto de fondo tomada de: Twitter @alcaldiaarauca

“¡Arauca entró en crisis!”, parece ser la frase de cajón o de moda que se oye en el departamento, especialmente por parte de la clase política o, más exactamente, de quienes están alrededor del gobierno departamental. Y lo dicen como si descubrieran algo nuevo en nuestra región.


Hace mucho rato que Arauca está en crisis, y no solo por la corrupción, también por las secuelas de la migración, el orden público, las inundaciones, el alto índice del desempleo, los altos costos de los servicio públicos, la reducción de los recursos de regalías, la inseguridad, el mal estado de las vías, la falta de liderazgos (especialmente en la clase política), en fin, se trata de un sin número de problemas que envuelven al departamento. Y parece que los dirigentes, especialmente los que ostentan el gobierno, estuvieran tan anestesiados que no se dan cuenta.


Veo un departamento que, hace mucho tiempo, se acostumbró a estar así. Parece que no nos importara el sinnúmero de problemas que nos afectan. La clase política le ha tomado el pulso a la mayoría de los miembros de la sociedad araucana y, entonces, actúan en consideración de las debilidades en valores que carcome a muchos sectores de la población del departamento.


La dirigencia política sabe que con mentiras y dinero cabalgan encima de las necesidades que sufren nuestros ciudadanos y ciudadanas. Por eso le importa poco que se hagan o no las obras, solo le interesa pertrecharse de gruesas sumas de dinero para volver a hacerse elegir.


Nosotros creemos que nos volvimos conformistas y aceptamos pacientemente esta situación, o aprendimos a sobrevivir en la crisis. Y lo que es más grave: aceptamos las malas acciones del ejercicio político como una virtud de la clase dirigente.


La única crisis que se genera por la situación jurídica del actual gobernador la viven especialmente los lagartos, los aduladores, los chupamedias, los ‘jaletis’ (como dicen las personas venezolanas) y, en general, quienes, como sanguijuelas, viven colgados de los recursos del presupuesto del departamento o municipios.


Vemos que la contratación, las licitaciones, los procedimientos y las acciones que deben asumir los gobernantes no tienen ningún impedimento. El presupuesto para el año entrante hace su curso normal en la Asamblea Departamental. Por lo tanto, creemos que las cosas funcionan como venían.


El departamento sigue conviviendo con la crisis desde hace mucho rato. Vemos que, después de la detención del gobernador, los araucanos y las araucanas siguen produciendo el mismo ganado, plátanos, yuca, maíz, arroz, miel, cacao... En fin, en nuestra región, como dice la canción de Sandro, "al final la vida sigue igual”.


Claro que debemos esperar y respetar las decisiones que tome el poder judicial, y aspiramos a que se imponga la razón en el buen ejercicio del Estado de derecho.


Lo que no quiero ni imaginar, si llegan a suspender al gobernador, es la puja y carnicería entre la mayoría de los dirigentes que, muy seguramente, gozan de la orfandad del poder y llegarán con hambre atrasada, y estarán dispuestos a disputarse a dentelladas ese botín, sin saber que las condiciones del departamento más tarde les pasarán factura.


Lo más triste es que, si hacemos un escaneo a la clase dirigente, difícilmente encontraremos un miembro de nuestra sociedad con la autoridad moral y política, y con credibilidad, que sea capaz de darle un viraje para llevar al departamento de Arauca a buen puerto. Porque la gente capaz, idónea, honesta, sabe que las condiciones que ofrece nuestra región no están dadas para los ciudadanos ejemplares.

 

* Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona a la que corresponde su autoría y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación (Pares) al respecto.



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