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La buena noticia del gobierno sobre los diálogos de paz con el ELN

Por: Redacción Pares


Foto tomada de: El Espectador


El país conoció a Vera Grabe cuando fue una de las delegadas del M-19 para dialogar de paz con el entonces presidente Virgilio Barco. Además, fue una destacada constituyente, antropóloga de la Universidad de los Andes y una de las pocas mujeres que alcanzaron grados de mando dentro de las guerrillas de la época. Su fuerte y decidida personalidad la llevó a ser vocera del grupo.


En medio de las conocidas dificultades de la Paz Total y tras el nombramiento de Otty Patiño como Alto Comisionado de Paz, el presidente Gustavo Petro designó a Vera Grabe como jefa negociadora del gobierno en los diálogos con el ELN. Su tarea no ha sido fácil. Este grupo guerrillero ha intentado negociar con el Estado colombiano desde 1974, pero una serie de inconvenientes ha hecho que estos esfuerzos fracasen.


Las divisiones internas han sido decisivas para estos fracasos. En 1994, hubo una escisión con la Corriente de Renovación Socialista (CRS) y, treinta años después, el acercamiento del Frente Comuneros del Sur con el gobierno Petro, sin autorización del COCE, ha generado serias tensiones. La guerrilla ha criticado la voluntad de los negociadores y del gobernador de Nariño, Luis Alfonso Escobar, de dialogar con el líder de ese frente, Gabriel Yepes Mejía, alias H.H.

Este conflicto y el anuncio del ELN de retomar el secuestro, debido a la tardanza en la implementación del Fondo Multidonante, han minado la confianza de las partes y de la sociedad colombiana. Sin embargo, Vera Grabe no ha perdido la fe. En diálogo con El Espectador, comentó sobre la inconveniencia del pesimismo: “Las miradas apocalípticas no son muy útiles; se trata de ver cómo vamos caminando sobre las dificultades y lo que surge cuando uno asume el camino de la paz”. Reconoció que es inaceptable retomar el secuestro, y mencionó la postura de José Félix Lafaurie, quien advirtió que, si un solo colombiano más fuera secuestrado, él se levantaría de la mesa.


En medio de la tensión, surge una buena noticia: entre el 20 y el 25 de mayo se llevarán a cabo reuniones extraordinarias donde se entregarán a las partes los documentos que explican la metodología para la participación amplia de la sociedad civil y las comunidades, que será el primer y más determinante punto en la agenda de diálogos con esta guerrilla. No obstante, el borrador filtrado a los medios no ha estado exento de polémica. Al no estar completo, no son claros los mecanismos para las mesas regionales ni cómo se logrará una participación realmente amplia y abierta a todos los sectores sociales, especialmente a mujeres y jóvenes. Varias voces han señalado que la amplitud temática podría derivar en conversaciones sobre todo y nada. Sin embargo, nada estará claro hasta que se hagan públicos los documentos oficiales.


El avance del mecanismo de participación podría, en un escenario virtuoso, ayudar a recuperar la confianza en el proceso, corregir errores de comunicación y en el diseño de la agenda e implementación. Además, podría generar presión sobre el ELN para mantener una política de cero secuestros, recuperando la legitimidad ante los países garantes y la comunidad internacional dispuesta a contribuir a la paz, pero preocupada por la complejidad de compromisos como la creación del Fondo Multidonante. Vera Grabe ha afirmado que este fondo no será en ningún caso una contraprestación para la suspensión del secuestro.


Por las características del ELN y los antecedentes del proceso, los avances en la participación de la sociedad civil son cruciales. Germán Valencia, académico y columnista de la Fundación Paz y Reconciliación, señala que el reto de la sociedad civil es la fase de diseño, proponiendo metodologías y escenarios para una participación activa, propositiva, incluyente, deliberativa, vinculante y eficaz (Acuerdo No. 9). La segunda labor es realizar un diagnóstico de los problemas del país en la fase de diagnóstico y diálogo sobre democracia para la paz, definiendo los problemas sociales, políticos y económicos que deben abordarse para construir una propuesta de cambio. Lo fundamental será saber qué hacer con estos diagnósticos, considerando que el Estado colombiano no ha tenido un buen desempeño en la implementación de compromisos en acuerdos de paz previos.

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