En entrevista para el programa La Noche, José Manuel Acevedo, se empeñó a fondo en explorar la faceta de crítico del proceso de paz y de Santos que había mostrado Juan Carlos Pinzón en el arranque de su campaña presidencial y se encontró a un Pinzón recogiendo velas, asustado ante sus propias declaraciones.
En el momento de la conmoción que vivía el país por el atentado en el Centro Andino Pinzón aseguró que “Los incentivos que tienen hoy criminales y terroristas son perversos” y luego en el momento solemne del desarme completo de la guerrilla señaló que “Es un error celebrar la entrega de armas. Es claro que FARC y disidencias tienen armas. Más transparencia”. Se sentía en los tiempos en que arrancaba aplausos diarios con encendidos discursos contra las FARC desde las instalaciones del Ministerio de Defensa en Bogotá.
De inmediato voces del uribismo celebraron la llegada a filas de un nuevo integrante y el presidente Santos se le fue encima con un sonoro latigazo: “La política saca lo peor de la condición Humana“.
No era para menos. Aún estaba caliente la silla que había dejado Pinzón en la embajada en Washington, no se habían disipado aún las palabras con las que el ahora candidato en ciernes le agradecía a Santos todos los puestos que le había dado: para empezar la Secretaria Privada del Ministerio de Hacienda cuando apenas tenía 29 años y luego el Viceministerio y el Ministerio de Defensa y para terminar la principal embajada del país.
Con esa larga cola Pinzón se atrevía a calificar el proceso de paz, la bandera de su mentor, de “incentivo perverso” para la violencia y sin que se le moviera un sólo músculo se apuraba a demandar “transparencia” en el momento clave de la negociación, en el día en que el Estado recuperaba el monopolio de las armas. Era, sin duda, un descaro mayor.
Para enmendar la plana Pinzón se dedicó en la entrevista en La Noche a presentarse como un candidato tan distante de Uribe como de Santos, un fustigador nato de la polarización, un hombre dedicado a mirar hacia adelante, enfilado hacia el futuro, una persona alejada de la política, por fuera de las maquinarias, un hombre nuevo. El subdirector de Noticias RCN intentó una y otra vez que ratificará sus ácidas palabras sobre la paz, su velada diatriba contra Santos, sus coqueteos innegables con el Uribismo. No pudo. Evadió uno por uno los interrogantes acudiendo a frases de cajón, saltando por encima de su verdadera trayectoria política.
No creo que ese ardid le vaya a resultar. Es dificil que los medios de comunicación y la opinión se traguen el infundio; que le acepten, de la noche a la mañana, que no viene del corazón del Partido de la Unidad Nacional, el agrupamiento político que acaparó puestos y negocios a lo largo de tres periodos de gobierno; es dificil que la gente informada olvide que, sin mayores luces, ha sido un mimado del poder por cerca de veinte años.
Tendrá además una fila enorme de competidores por ese lugar en la política. Distantes de Santos y Uribe se declaran ahora mismo, con más méritos, Fajardo, Claudia Lopez, Petro, Robledo y a medida que transcurra la campaña y agonice el gobierno la mayoría de los candidatos estarán ahí, invocando la independencia, empezando por Germán Vargas Lleras que se retiro antes que Pinzón y durante el ejercicio de la vicepresidencia ventiló, ese sí, algunas diferencias.
Quizás pensaba que Santos bebería el agua amarga de sus trinos sin decir palabra y ahora piensa que el Partido de la U, que lo necesitaba en sus filas como una carta de negociación en la aguda crisis que vive, se comerá el desplante que le ha hecho y en algún momento acudirá en su respaldo. Le auguro una enorme desilusión.
No digo que Pinzón haya quemado todas las cartas en un abrir y cerrar de ojos. En Colombia eso nunca se puede asegurar, acá todo se transa, todo se mueve, todo viene y va, todo tiene precio, verbigracia, la alianza entre Uribe y Pastrana. Pero por lo pronto, en medio de sus malabares, ha quedado herida la pretensión de acercarse al Centro Democrático para competir en ese lado por una candidatura a la presidencia o a la vicepresidencia y también ha quedado maltrecha su relación con Santos y el Partido de la U.
Esto sería menos grave si tuviera un gran arrastre en los sondeos de opinión, el bálsamo de la popularidad sirve para aliviar las heridas más profundas, pero allí tampoco arranca bien. En la encuesta de Gallup marca un 2.4% y está en los últimos lugares de favorabilidad.
Ahora bien, en este país de lagartos, no faltará quien le diga Pinzón que su trayectoria en los bancos y en el gobierno lo emparenta claramente con Emmanuel Macron y su destino será seguramente muy parecido al de la nueva estrella de la política francesa. Pero la realidad es que Pinzón tiene más cara de Le Pen que de Macron.
Columna de opinión publicada en Revista Semana
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