Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
En la última semana de enero de 2023, el gerente general de Empresas Públicas de Medellín (EPM), Jorge Andrés Carrillo Cardoso, entregó al país la buena noticia de que dos de las ocho unidades de generación que tiene la Hidroeléctrica de Ituango (Hidroituango) vienen funcionando los 24 períodos diarios por más de ocho días. Este es un anuncio que debería generar una gran fiesta y muchas alegrías entre las y los colombianos, sin embargo, en su lugar, ha provocado algunas críticas y varios cuestionamientos negativos.
Sin duda, el anuncio de la operación de las dos turbinas es una magnífica noticia para todos los sectores del país, debido a las varias consecuencias positivas que tiene. Una primera es que por fin se dan señales claras de que esta megaobra –que se hace con recursos públicos y en la cual se invertirán, por lo menos, 18,3 billones de pesos– se mantiene como un activo de la nación que muestra buenos resultados, alejando, cada vez más, el riesgo del fracaso.
La segunda es que, con la entrada en funcionamiento de esta hidroeléctrica, el país cuenta con 540 megavatios más –de los 600 potenciales que puede generar, pero que no produce por los riesgos que tiene esta primera fase–, lo que mejora la confiabilidad en el Sistema Interconectado Nacional. Esto equivale a decir que en la actualidad ha entrado al país a generar energía una nueva planta que contribuye con, por lo menos, lo mismo que entrega la emblemática hidroeléctrica de Guatapé.
Tercero, que el anuncio comenzará a tener efectos positivos sobre las tarifas del servicio de energía eléctrica, lo cual beneficiará a todos los usuarios-clientes. El gerente de la empresa –apoyado en información de XM, que es el operador del Sistema Interconectado Nacional– dijo que, en promedio, el precio del kilovatio en el mercado spot en enero de este año fue de 354 pesos; llegando, incluso, a 185. Cifra que si la comparamos con los más de 800 pesos que se pagaba en bolsa de la energía el año pasado es una magnífica noticia, pues reducirá en el mediano y largo plazo el precio de la energía.
Y finalmente el cuarto motivo es que, con la puesta en marcha de las turbinas, el país está avanzando por el camino de generar energías limpias. Con Hidroituango, Colombia anda por el sendero de transformar la matriz energética. Y de continuar así, en noviembre de este año se tendrán otros 600 megavatios de energías renovables, que aportarán al control del aumento del cambio climático mundial.
En breve, en la actualidad el país debería estar de fiesta, pues está en funcionamiento uno de los proyectos de la ingeniería colombiana más importantes de su historia. Está produciendo energía renovable y limpia, con lo que se avanza en la promesa de tener una matriz energética que aporte a la calidad ambiental. Y, al mismo tiempo, está trabajando en generar impacto en el bienestar de los colombianos, al tener, en el mediano y largo plazo, energía eléctrica más barata.
Sin embargo, como se dijo, las críticas a esta noticia han venido de muchos lugares, en especial de los escépticos, que ya habituados a la contingencia del proyecto le creen poco a los anuncios de EPM. Los múltiples incumplimientos en los últimos cinco años han causado que la desconfianza en la empresa crezca. Este ha sido un período en el que se ha pasado de una situación donde se tenía alta estima a EPM a una situación donde se desconfía hasta de las noticias que son fácilmente corroborables y respaldadas por agentes externos.
Pero tal vez el mayor responsable de esta situación son las enemistades que ha creado el alcalde Daniel Quintero. Desde que inició su mandato y asumió la presidencia de la Junta Directiva de EPM ha peleado con los tradicionales grupos económicos. Incluso hoy se está hablando de entregar a unas firmas chinas las nuevas licitaciones para continuar con las inversiones en la megaobra, lo que ha provocado que de nuevo se le critique y se enciendan las alarmas en su contra.
Además, la buena noticia la da el alcalde Quintero en enero, justo al iniciar el último año de su mandato de gobierno, dando la impresión de que lo que está haciendo es anticiparse a una campaña electoral, capitalizando para aspirar él u otros miembros de su equipo a cargos de elección popular. Una actuación que ha sido muy común entre los mandatarios anteriores de la ciudad, quienes luego de gobernar han aspirado a la gobernación o a la Presidencia de la República –como lo hicieron Ramos, Fajardo, Gaviria y Gutiérrez–.
Ante esta situación, la tarea que le queda a la empresa es trabajar para recuperar uno de los mayores activos que tenía: la confianza ciudadana e inversionista. EPM deberá hacer esfuerzos por alejarse –como lo ha buscado hacer desde su constitución como empresa autónoma en 1954– de los vaivenes de la política local y nacional. La Junta Directiva deberá trabajar en devolverle al país la credibilidad que debe tener la segunda empresa más grande del país –no solo pública, sino en general–.
Como empresa de servicios públicos domiciliarios tiene mucho que aportar al país. Unos aportes que van desde el cuidado del patrimonio público hasta la contribución al medio ambiente planetario. Pasando, desde luego, por aportar al bienestar de los hogares con la justicia tarifaria y con el apoyo que puede darle el negocio de la energía a los otros servicios que atiende la empresa, como el acueducto o el aseo, que nos son tan rentables.
Incluso, el buen desempeño de EPM puede enviarle señales al gobierno Petro de lo innecesario que puede resultar para el sector de los servicios públicos domiciliarios la intervención presidencial en la regulación de tarifas; pues cuando opera apropiadamente los actores del mercado, cumpliendo las normas que se le imponen, estos pueden generarse autocontroles que permiten, finalmente, la gobernanza del sistema y el logro del bienestar general.
*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
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