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Guarden plata para enero, si la tienen

Por: Germán Valencia

Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia


Enero de 2023 será, tal vez, el mes más duro para las colombianas y colombianos en los últimos años. Incluso más crudo que el fatídico primer mes de 2021, cuando nos encontrábamos confinados en nuestros hogares –debido a la pandemia del Covid-19– y en medio de una crisis económica sin precedentes. De allí que aprovecharé esta última columna del año para sugerirles que guarden plata, si la tienen, para que les ayude a enfrentar este duro comienzo de año.


Las razones que tengo para hacer esta sugerencia son tres: primero, en enero, por lo general, los ingresos para los hogares no son los mismos. Buena parte de la población se encuentra en receso o sin trabajo. En el mercado laboral existe la costumbre –por cuestiones legales y de costos– de comenzar los contratos a principios de año y terminarlos a mediados de diciembre. Lo que significa una reducción de los ingresos para los y las trabajadoras en enero, con la esperanza de normalizarlos en febrero.

La segunda razón es que en el primer mes del próximo año en Colombia seremos históricamente más pobres. La plata que usaremos ese mes para comprar los bienes y servicios no es la misma que la que usábamos el año anterior. El aumento en los ingresos que se tuvo doce meses antes –debido al incremento del salario mínimo mensual legal vigente (SMMLV) y que para 2022 se hizo de 10%– ya se perdió completamente a lo largo del año anterior a causa del aumento de la inflación.

Es decir, el sorprendente millón de pesos que nos pagaron a partir de enero del año anterior en Colombia ya se esfumó y no alcanzará para comprar las mismas cosas que se adquirían al comienzo del año anterior. Según el DANE, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) ya superaba a julio de 2022 los 10 puntos de incremento salarial. Lo que significó que desde agosto todos los asalariados en el país comenzamos a ser cada día más pobres.

Aunque hay que advertir algo aún más terrible: la inflación es un cáncer que actúa con más violencia con los que menos tienen. A los estratos menores de la población –y a los que pertenecen cada vez más personas en Colombia– los ingresos en 2022 les alcanzaron menos para hacer sus compras; pues, mientras el IPC general de la economía rodeó el 13%, la inflación para los más pobres superó el 30%; es decir, los bienes y servicios que consumen estos sectores de la población subieron más que para el restante conjunto de bienes de la canasta familiar.

Finalmente, la tercera razón es que en enero casi todo es más caro. Existe la costumbre en el país de que los precios de muchos de los bienes y servicios están atados al incremento que se le hace anualmente a los salarios. Y estos, al aumentar en enero, provocan que de inmediato se indexen al incremento salarial. Teniendo como efecto que los escasos recursos que se tienen pierdan aún más poder adquisitivo y que la plata no alcance para todo lo necesario para la vida.

Entre los bienes que están indexados se encuentran los servicios públicos domiciliarios, como la energía, el agua o el gas. También los cánones de arrendamiento y los asociados con la movilidad, como la gasolina o los peajes. Además, lo hacen las cuotas moderadoras de las EPS y los copagos en los servicios del sistema de salud. Y le siguen –lo que para algunos es un lujo–, las matrículas estudiantiles y con ellas los materiales y útiles escolares, o las multas y cobros del Estado.

Es decir, la mayoría de los bienes y servicios prioritarios para hacer la vida posible suben en enero. De allí que tenga tanta importancia la propuesta que actualmente está realizando el Gobierno Nacional, en cabeza de la ministra del Trabajo, Gloria Inés Ramírez, y del ministro de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Ocampo, de avanzar en un pacto de desindexación de, por lo menos, 200 bienes y servicios que anualmente, por el tiempo de enero, suben sus precios de acuerdo con el incremento del SMMLV.

La propuesta gubernamental es obligar a muchas empresas de la agricultura, la educación, los servicios públicos, el transporte y la vivienda, entre otras, a que no suban el precio de sus bienes y servicios tan pronto lo hagan los salarios. Pues los trabajadores pierden casi de inmediato el incremento real del salario. Intentando acabar con esta costumbre que se ha convertido en un cáncer para la clase trabajadora.

La idea del Gobierno es comenzar con la eliminación de esta indexación a través de un decreto presidencial, pero luego trabajar en hacer esto más fuerte y permanente mediante proyecto de ley que enviarán al Congreso de la República. Idea que, de concretarse, sería realmente el mayor avance que se tiene en defender los ingresos de los hogares que reciben menos de dos salarios mínimos y que ve cómo la sonrisa del aumento del salario en diciembre se esfuma el primer mes, incluso, sin recibir el primer pago del año.

En síntesis, las y los colombianos debemos ser cautos en este diciembre con los ingresos y recursos que se tienen. Esta es una recomendación que anualmente se hace, pero que en este año debe ser considerada de forma especial. Sobre todo, en un contexto económico incierto a nivel nacional e internacional, el cual que debemos considerar y enfrentar. Tenemos una inflación alta, pero, en especial, un fenómeno de estancamiento que amenaza con ser fuerte en 2023.


Hay que ser conscientes de la situación de ingresos y gastos que siguen. Existe un alto riesgo de no poder conseguir trabajo, con facilidad, el próximo año, pues la economía no crecerá a un ritmo alto. Además, el pago del servicio de la electricidad o la telefonía continúa, y debemos seguir comiendo y pagar arriendo. Esto en un sistema capitalista de mercado donde se vende sobre la idea de la ganancia y se compra usando los recursos que tengamos a disposición. Con unos recursos que son cada día más escasos y con el agravante de que cada día pierden más su poder adquisitivo.

*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.

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