Por: Dennis Huffington y Linda Posso Gómez
Oficina Pares-Pacífico
Hoy 28 de marzo de 2022 se cumplen cuatro meses de angustia y zozobra para la comunidad Yurumanguireña, y para Buenaventura en general, por la desaparición de Edison Valencia y Abencio Caicedo. ¡Los queremos vivos!, ese es el mensaje que desde noviembre del 2021 envía esta comunidad por sus lideres.
Abencio Caicedo es delegado por la Junta de Gobierno del Consejo Comunitario al Equipo de Resolución de Conflictos, y Edison Valencia es Coordinador de Control y Vigilancia de la Organización Étnico Territorial APONURY del río Yurumanguí. La desaparición de estos lideres es un ataque político contra las comunidades ribereñas de las cuencas del sur de Buenaventura y las organizaciones comunitarias de la zona, por lo que representaban Edison y Abencio como líderes, pero también como vecinos, padres, hijos y amigos.
El impacto ha sido tal que las fiestas tradicionales celebradas en diciembre se cancelaron, y con el reconocido festival “Manacillos”, a desarrollar en semana santa, podría ocurrir lo mismo.
Un golpe al corazón de las comunidades
Edison y Abencio, que pertenecen a la Asociación Popular Negra Unida del río Yurumanguí (APONURY), son reconocidos y admirados por su liderazgo en el cuidado del territorio a través de la defensa de los recursos naturales, protección contra la minería ilegal, cultivos ilícitos, transmisión de saberes y la educación.
Edison, además, participó en los inicios del proceso constituyente de la Ley 70 de 1993 y para el momento de su desaparición, era docente en la Institución Educativa Esther Etelvina Aramburo, ubicada en la vereda de Juntas, donde enseñaba desarrollo comunitario. Tiene 5 hijos que esperan que aparezca con vida.
Abencio es conocido por haber sido el representante legal más joven del Concejo Comunitario de Yurumanguí y se desempeñaba como el presidente de APONURY. Se encargaba de transmitir los saberes ancestrales a los más jóvenes a través del canto y el baile, expresiones de la practica cultural que en medio de la violencia se han convertido en muestras propias de resistencia pacífica. Sus más cercanos lo catalogan como el “alma de la fiesta” durante las celebraciones del Manacillo, donde junto a las mayoras se encarga de los cantos; y a los más jóvenes, del baile y los instrumentos.
Ambos son líderes que trabajan incansablemente por la defensa de los derechos humanos de sus comunidades, la transmisión de saberes, formación de juventud, prevención del reclutamiento y fortalecimiento del proceso organizativo. Por ello, su desaparición es un claro ataque al corazón de la comunidad, las autoridades étnicas y la organización territorial. Se asume que es con la intención de debilitarles para que cedan a las presiones de las que son víctimas para que permitan el desarrollo de economías ilegales al interior del territorio.
La lucha es para vivir sabroso
Yurumanguí es de los pocos territorios del pacífico medio libre de economías ilegales gracias a su proceso organizativo interno. Desde el 2007, a través de un mandato de asamblea, se declararon un territorio libre de coca, de minería ilegal y monocultivos. Para los grupos criminales que procuran la producción de cultivos en este territorio es una afrenta. Por esta razón, sus líderes son constantemente objeto de amenazas e intimidaciones.
Fuente: Archivo Pares Pacífico
En este territorio hubo presencia del Frente 30 de las FARC y el Bloque Calima de las AUC durante el conflicto armado, este último dejó la zona en el 2006, producto del Acuerdo de Santa Fe de Ralito que desmovilizó a los grupos paramilitares. En 2016, las FARC hizo lo mismo debido a la Acuerdo de Paz e inmediatamente el corregimiento se convirtió en escenario de disputa entre pequeños grupos posfarc y el ELN.
Actualmente, Yurumanguí se lo tomó el Comando Coordinador de Occidente, a través de la Columna Móvil Jaime Martínez, como lo ha reconocido públicamente el Personero Distrital. Esta agrupación se financia con el narcotráfico, minería ilegal y la tala y comercialización indiscriminada de madera, actividades que ejercen desde el Cauca, hasta nororiente rural de Buenaventura, con excepción de un extenso territorio: Yurumanguí. Por eso golpean a la comunidad para controlar al territorio.
Al igual que en las zonas de Naya, Cajambre, Raposo, Anchicayá, Zaragoza, Sabaletas, Córdoba y San Cipriano, en Yurumanguí la Columna Móvil Jaime Martínez ha logrado en los últimos meses ejercer un profundo control territorial. Se han asentado en medio de la población civil, que a pesar del riesgo de quedar en medio de un enfrentamiento o ser señalada de colaboradora, decidió quedarse en el territorio, porque saben que salir es perderlo, junto a sus jóvenes, y retroceder dos décadas en la guerra.
La Jaime Martínez ha intentado regular las dinámicas propias de la comunidad en Yurumanguí, pero se han encontrado con una resistencia civil, comunitaria y pacífica, que es admirable, pero que los pone en alto riesgo. Por esto, es necesaria la presencia efectiva del Estado en estas partes de la ciudad.
Por supuesto que no se hace referencia a la presencia militar, sino a todas aquellas instituciones que les garanticen el mejoramiento en la calidad de vida para evitar que la juventud sean reclutada bajo promesas monetarias. A la vez, la comunidad insiste en el denominado Acuerdo Humanitario ¡YA! y de la Juntanza por la vida y la Paz para establecer diálogos subregionales y para que se les respete derechos como la vida, tranquilidad, seguridad alimentaria, educación, salud, libre desarrollo del ser; o como le dicen: su derecho a vivir sabroso.
A pesar del dolor la esperanza se mantiene
Pese a esta realidad, Yurumanguí se reafirma como un territorio de paz; es una comunidad que cree en la reconciliación y pide el respeto a la vida y la libertad de sus lideres. El consejo comunitario mantiene vivas las esperanzas de hallar con vida a sus dos hijos. Desde el primer momento en que se conoció la trágica noticia no han parado la búsqueda: mujeres de los ríos Raposo, Cajambre y Yurumanguí se organizaron y conformaron el Comité de Mujeres Buscadoras, el cual lleva 120 días movilizándose por los ríos en la búsqueda de Abencio y Edison, lamentablemente, sin encontrar respuestas.
El 1 de diciembre del año anterior, el consejo comunitario de Yurumanguí se declaró en asamblea permanente y la prioridad es encontrarlos. Las autoridades han manifestado que los han buscado en las partes altas, medias, bajas y montañosas del río Naya (último lugar donde se conoció su paradero) y Yurumanguí, pero tampoco han dado con su paradero ni han conocido ningún tipo de información que les ayude en su búsqueda.
Para las poblaciones de este territorio no solo están desaparecidos Abencio y Edison, han desaparecido dos grandes constructores de paz, dos implacables lideres que defienden el territorio y la vida que se oponen a los cultivos de uso ilícito. Hoy son 4 meses de angustia y búsqueda incesante, pero también de esperanza por verlos regresar a su territorio de donde nunca debieron llevárselos.
Por el momento no hay comunicado oficial de ninguna agrupación armada ilegal que se otorgue la responsabilidad de lo ocurrido y el miedo de las comunidades por la presencia armada impide que se tenga mayor información. No obstante, la esperanza de que a Edison y Abencio los devuelvan con vida sigue viva y a pesar de los riesgos, su búsqueda continua bajo la consigna de “vivos se los llevaron, vivos los queremos de vuelta”.
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