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El retrato de Colombia después de las elecciones 2019

Por: Daniela Quintero. Redacción Pares


La Fundación Paz & Reconciliación-PARES y su subdirector, Ariel Ávila, analizaron cómo fueron los pulsos políticos de las elecciones regionales en octubre pasado, frente al imaginario que dejó el 2018. Según él, hubo resultados esperados, y otros que vislumbraron nuevas ciudadanías en las urnas.


Así las cosas, el analista realizó un repaso sobre quiénes ganaron, quiénes perdieron, a quién les fue mal o bien. Pues bien, en las elecciones presidenciales de 2018 hubo dos conclusiones muy fuertes. La primera era que el país se había derechizado y que efectivamente los diez millones de votos de Iván Duque mostraban que era un país mucho más a la derecha.


La segunda era que los discursos del miedo, el “castrochavismo” habían ganado e iban a reinar en Colombia durante varios años. Ese era el escenario que el común denominador tenía presente. En esa vía llegaron las elecciones del 2019 para elegir a los alcaldes y gobernadores, ediles, entre otros cargos de acción popular, con la idea de que los resultados iban a estar entre la izquierda y la derecha.


Sin embargo, no ocurrió de tal manera, y en ese sentido, Ávila explicó cuatro grandes figuras que indican lo que sucedió en los comicios del pasado 27 de octubre a nivel nacional.


La primera explicación


“A esta lo llamo un oasis en el desierto. Las fuerzas progresistas ganaron en ciertas ciudades, pero en general la vieja política se mantuvo en las regiones”, expresó.


En el caso de la ciudad de Bogotá ganó Claudia López, la primera mujer electa alcaldesa que representa las minorías y las nuevas ciudadanías. En Manizales de forma increíble ganó Carlos Mario Marín, un hombre animalista, ambientalista, quien sorprendió al Centro Democrático en una de sus casas.


También hubo resultados asombrosos en Florencia, en Villavicencio donde ganaron estas fuerzas progresistas, también en Cartagena, en el Magdalena; Lo cual significa que esos 10 millones de votos de Iván Duque a la presidencia no son de él.


“El país votó por una serie de coyunturas, pero las nuevas ciudadanías están hablando, los jóvenes están votando. Y lo importante es que estas fuerzas progresistas sepan gobernar para que se mantengan así. Y lo segundo es que sepan escuchar a las ciudadanías”, apuntó.


En la actualidad hay nuevos paradigmas que resolver y nuevas inquietudes de los individuos, caso tal del ambientalismo, el ecofeminismo, y el animalismo; y como se tramite eso en el modelo de sociedad actual, es lo que determinará que esas nuevas fuerzas que están entrando a votar se mantengan en esas fuerzas progresistas.


La segunda explicación


En el argot académico se habla de los autoritarismos subnacionales, pues hubo regiones donde el segundo lugar lo tuvo el voto en blanco, regiones donde el abstencionismo llegó a más del 50% porque no había por quién votar.


“Durante muchos años se dio un debate subterráneo en la academia, en el cual la Fundación Paz y Reconciliación-PARES hablaba que había autoritarismos en medio de una democracia nacional. Es decir, a pesar de que cada cuatro años había votaciones, en las regiones gobernaban unos clanes o castas políticas que hacía imposible la competencia, otros académicos decían que esto no era cierto”, indicó Ávila.


Así las cosas esa teoría se confirmó. Desafortunadamente para el país, y afortunadamente para el debate académico, la Fundación Paz y Reconciliación logró acertar en el tema de los autoritarismos regionales.


Aquí van unos ejemplos: en el caso de Barranquilla, la casa Char se quedó con la Gobernación del Atlántico y la Alcaldía de Barranquilla con más del 60% de los votos. Una diferencia de más de 300.000 votos comparado con el segundo candidato.


En el caso del Cesar, el clan Gnecco mantuvo por tercera vez su puesto y barrió en todas las Alcaldías. Y en Santander, los Aguilar recuperaron la Gobernación y se quedaron con varias Alcaldías. También está el escenario del Valle del Cauca con Dilian Francisca Toro ganó con Clara Luz Roldán y la segunda votación más alta fue en blanco.


“Esto lo que nos comprueba es que con toda esa violencia paramilitar, que asesinaron líderes sociales, profesores universitarios, acabaron la oposición. Y llegamos a un 2019 donde estos clanes son amos y señores y no han quién les compita”, apuntó el experto.


Esto es entonces un pequeño oasis y un gran desierto en la democracia colombiana, y es que en medio de una democracia subsisten autoritarismo regionales y el problema de esto es la asimetría y el daño que eso causa, agregó.


En el rastro realizado a dichos autoritarismos se ve la forma como los clanes controlan las regiones. El clan Char tiene siete (7) congresistas, controla el ICBF, Alcaldías, la Gobernación, y otro montón de entidades del orden nacional y regional. El clan Gnecco tiene 4 congresistas, casi todas las Alcaldías del Cesar, y así con varios barones y baronesas electorales.


La tercera explicación


“En tercer lugar vamos a mirar a los ganadores y perdedores. Cuando terminaron las elecciones de 2018, los dos grandes ganadores era del Centro Democrático y el Petrismo, eran las dos fuerzas en ascenso y se creía que eso se iba a mantener”, dijo Ávila.


Sin embargo, el gran perdedor fue el partido de gobierno. Únicamente ganaron de gobernaciones importante en Casanare, con un margen muy ajustado y en el Vaupés. Y perdieron en Caldas y la capital Manizales. Tampoco quedaron con Huila, la ciudad de Florencia, ni Córdoba.


Otro perdedor es el petrismo, y aunque lograron votaciones importantes. Lo cierto es que no logran ganar nada importante. Así que hay dos perdedores y tres ganadores. Ya hablamos de los progresistas, los clanes, pero tal vez el otro gran ganador es el Acuerdo de Paz.


Esto se explica por la reducción de los episodios de violencia. Las elecciones regionales fueron más pacíficas si se comparan con las anteriores. La violencia selectiva aumentó con respecto al 2015, pero en cuento al accionar de los grupos armados no ocurrieron grandes riesgos.


La cuarta explicación


Esta última se trata de la corrupción electoral y el podrido sistema electoral. Durante el año 2018 también se hizo seguimiento a los formularios E-14, que llenan los jurados. Varias denuncias señalaron que los candidatos por ejemplo que tenían 2 votos, les ponían una rayita y quedaban con 12 votos. A eso se le llama el salto del canguro, luego en el escrutinio aparecían centenares de votos o desaparecían para candidatos.


Sin embargo, este año cambiaron los temas de corrupción. “Por un lado en algunas mesas de votación se entregaban formularios no firmados por lo jurados para que la gente votara, la gente no se daba cuenta, y luego se hacía el cambiazo, es decir el cambiazo se daba en los tarjetones y no en los E-14 entonces no había enmendaduras y por tanto no se podía comprobar”, indicó Ávila.

En segundo lugar preocupó que en muchas zonas del país, había varios jurados de votación asignados de una misma empresa, y luego aparecían más. Y tercero el festival de los recursos públicos.


“La asimetría de estos autoritarismos dondne tenían gobernaciones y alcaldías y los medios de comunicación haciendo campaña versus candidatos de oposición que no tenían ni para pagar una cuña radial.


Eso determinó en la forma como los ciudadanos votaron.


“Y lo más dramático es que este sistema tan corrupto se perpetúa en Colombia gracias a los ciudadanos y ciudadanas, que votan por los mismo candidatos que saben que practican la corrupción, pero siguen votando por ellos, y aquí el cálculo es muy sencillo, si tú eliges bandidos, te gobiernan bandidos”, concluyó

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